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Ayer, al hilo de la afición de mi padre por las apuestas, me preguntaba la exquisita @realesdeaocho1 si había perdido alguna porra. Y sí, la mayor conocida en el club. La que se dedicó a la fecha en que finalizaría el gobierno del General Franco. Fue larga y homérica. Va hilo.👇
Corría 1964 cuando el General Franco decidió celebrar los XXV Años de Paz para conmemorar que hacía veinticinco años del final de la Guerra Civil. Y además, para organizar una espectacular campaña propagandística con la intención de convencer a los españoles de que él mismo
y su régimen eran lo mejor que le había ocurrido a España desde que Índibil y Mandonio jugaban a las tabas, con la única excepción de los Reyes Católicos que, a lo más, podrían ponerse a su altura. Y hasta se hizo una peli y todo, «Franco, ese hombre». NODO aparte, claro.
En una de aquellas largas tertulias vespertinas del Club surgió la hipótesis de que igual, la idea del General Franco era la de abandonar el gobierno y dar paso a una nueva etapa. Y pasar a un segundo plano dedicándose a la caza de codornices y a la pesca del atún en el Azor.
Piensen que se medían las palabras. Pero entre las tapitas, los medios y el vermú de mediodía y el brandy de las tardes, y como había confianza, aquello empezó a crecer como una bola de nieve hasta que se definieron cuatro grupos: los liderados por un jovencísimo don Anselmo
que defendían que el Caudillo moriría con las botas puestas -a los que mi abuelo apodó como errolfynnes-;los que decían que cuanto antes y que don Juan sería coronado como Juan III-a estos les llamó los waltdisneys-;lo que abogaban por un tránsito ordenado y negociado que hiciera
a don Juan Carlos rey con Franco vivo -los pasteleros en la jerga de mi abuelo- y los que no decían ni mu y que fueron apodados los monitos de Gibraltar, porque ni hablaban, ni oían, ni miraban.Y todo quedó en un debate bizantino e infinito hasta que apareció mi padre y…¡Tachán!
Aquel debate anodino se convirtió en … «La apuesta del siglo». Era ya octubre de 1964 y esa cabeza privilegiada para las probabilidades pergeñó un sistema sencillo que tuvo al club en vilo nada menos que once años. Las reglas eran fáciles: quinientas o mil pesetas por apuesta.
Cada una de ellas incluía, semana del año. En la primera apuesta se podía coincidir. Después, nadie podía apostar por una semana que se hubiera cubierto en la primera. Y cada mes, se admitían nuevos participantes y a quien le hubiera caído la fecha podía apostar por otra.
Pues ahí que empieza la gente a poner dinero. Los waltdisneys antes de 1966 todos, los pasteleros llegaron hasta 1970, los monitos de Gibraltar cubrieron 1965 básicamente. Y luego llegó don Anselmo y soltó sus mil pesetas a la semana número 47 de 1975 (del 17 al 23 de noviembre).
-Caray con Errolflynn. Soltó mi abuelo asombrado.
Entre el murmullo de sorpresa y admiración, tío Ramón comentó:
-Va a tener una edad el General, Anselmito.
-Ojalá fuera inmortal el Generalísimo, don Ramón. ¡Arriba España!
-Vamos a contar el dinero que es un pico, caballeros.
Era mi padre, que no estaba dispuesto a soportar los gritos de rigor. Ciento sesenta mil pesetas de 1964. Un pastizal. Con eso igual te comprabas un buen auto. Así que el problema venía con ¿qué hacemos con el dinero? No vamos a ir contando que es una apuesta para… Pues, no.
Y ahí apareció la mente clarividente de tío Federico -al que enterramos con su bolsa de palos de golf, si recuerdan- y que hacía sus negocios como financiero. Propuso crear una Asociación para conmemorar el CCCL Aniversario de la Muerte de don Luis que Góngora que sería en 1977.
-¿Para qué, Federico? ¿A nosotros que más nos da Góngora? Dijo tío Ramon.
-Para que Gonzalo Manizales nos abra una cuenta en el banco y nos pague intereses, Ramón. Y el que gane, pues se lleva el capital más los intereses.
-Es usted grande, tío Federico. Dijo mi padre embobado.
- ¿Y si llegamos a 1977 y aún no hay nada? Preguntó alguien al fondo y contestó mi padre:
-Pues decimos que no nos ha dado tiempo a organizarlo y pasamos a organizar el CCCLXXV Aniversario de la muerte de Góngora que es en 2002. Y para entonces, ¿no cree don Anselmo, verdad?
-No se preocupen. Ganaré yo. Desgraciadamente el Caudillo no vivirá en ese año. En este papel -dobló una hoja membretada del Club- está la fecha y como la he calculado. Ahora lo guardamos en un sobre se lacra y se sella y se firma por quienes de ustedes quieran y lo guardamos
en la caja fuerte. He elegido un sobre amarillo para que se note menos el envejecimiento.
-Encima, chuleta. Dijo tío Ramón.
Y así se hizo. Firmó más gente que en una boda bien. Y a partir de ese día de octubre de 1964 fue pasando el tiempo y abatiéndose las apuestas y renovando
otras que caían y entrando gente nueva –a cada nuevo socio se le ofrecía la posibilidad de apostar- y gente que había apostado cuatro o cinco veces cuando se nombró sucesor a don Juan Carlos y waltdisneys que se reconvirtieron en pasteleros y monitos de Gibraltar en todo
y quien murió y dejó su apuesta a sus herederos y don Anselmo que iba ganando el don y el respeto por su manera de arriesgar. Y así llegó octubre del 75 y se celebró la reunión mensual de apuestas y se volvieron a realizar otras y todas las semanas estaban llenas menos la 47.
Y llegó el 20 de noviembre, murió Franco y la porra -perdón, la Asociación Gongorina Cordobesa- tenía como un millón de pesetas en la cuenta del banco. Un dineral. Y don Anselmo, que se debatía por la pena entre la muerte del Caudillo y el alegrón del pelotazo.
Se guardó el correspondiente luto oficial y el domingo 30 de noviembre se celebró una Copa de Vino Español en el Club y se entregó a don Anselmo un jugoso cheque como ganador del I (y único) Premio Literario de la Asociación Gongorina Cordobesa por su obra inédita y desconocida.
En dicho acto, pero ya sin publicidad ni foto para los Anales del Club, se abrió el sobre amarillento que dormía en la caja fuerte, se comprobó que no se habían violentado los lacres, se reconocieron las firmas, por ellos mismos, de los sobrevivientes de aquella tarde de 1964 y
apareció esta sencilla suma:
Inicio de la guerra180736
Fin de la guerra010439
Suma191175
-Sólo se equivocó usted en día, don Anselmo. Dijo mi padre.
-Yo creo, más bien, que el gobierno nos ha engañado para hacerlo coincidir con la muerte de José Antonio, la verdad.
Y la duda quedó flotando en la atmósfera del Club hasta el día de hoy.
Alguna más ha perdido mi padre, pero esta… esta porra, «La Porra del Siglo», ya es legendaria. Y la ganó don Anselmo el Arriesgado, Premio Literario de la Asociación Gongorina Cordobesa.
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