Luis Soravilla Profile picture
Ingeniero, licenciado en humanidades, sablista, lector, autor de "La conjura de Perregaux", la "Historia torcida de la Filosofía" y "Mujeres de armas tomar".

Sep 2, 2019, 38 tweets

¡¡¡Atención!!!

Os prometí una #RistraDeTuits sobre sables, y aquí comienza.

Con la excusa de la polémica entre punta o filo, repasaremos cosas de los sables y la caballería.

Sexo no habrá (😪), pero violencia sí, para compensar.

¡¡¡Allá vamos!!!

🔽🔽🔽

Primero, nociones generales sobre los sables y la caballería, antes de meternos en la polémica que trajo de cabeza a los militares de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, que cada uno resolvió como pudo.

Vocabulario, con dibujitos, para no ser pesado.

Os diré, mientras pongo más dibujitos, que el sable era conocido a finales del XVIII como "espadón" en muchos tratados de esgrima, y que la diferencia entre algunos sables "rectos" y una espada era, en algunos casos, sólo teórica. Hablaremos de ello.

Más dibujitos.

Y con éste, me parece que la cosa del vocabulario está más o menos resuelta. Algo más caerá, pero tranquilos, que no hay examen.

El sable es la principal arma de la caballería de la época, pero debéis saber cómo se empleaba la caballería para comprender cómo se empleaba el sable.

Primera lección: ni caso a lo que sale en las películas.

Aunque ésta es una escena magnífica, ¿no?

Ésta tampoco está nada mal. Representa la Guerra de Crimea y el argumento de la película se parece a la historia como un huevo a una castaña, pero la película es muy divertida y algunos planos de esta apoteosis final servirán para nuestro propósito.

Tenéis que tener presente que la fuerza de la caballería es el impacto de una masa compacta de caballos y jinetes, que cabalgan "rodilla con rodilla". Era una fuerza de CHOQUE, nunca mejor dicho.

Eso de los jinetes "sueltos" de las películas, que se paran para acuchillar, no.

He puesto dos veces el mismo dibujo porque los escuadrones solían cargar en dos líneas, con una compañía en dos filas y otra detrás, en dos filas más.

La carga comienza cuando se han dispuesto las filas frente al enemigo. Por lo general, fuera del alcance de cañones y mosquetes. Se da la orden de desenfundar el sable y se inicia la carga marchando contra el enemigo AL PASO, con el sable apoyado en el hombro, para no cansarse.

Después de A, B. Cuando comienzan a llover balas de cañón, se inicia el TROTE (B), sin pausa, sin prisa, prietas las líneas. A 200 m del enemigo, puede iniciarse un GALOPE lento, para atravesar deprisa la zona donde tiran con bala. Entonces...

Entonces, a 50 m del enemigo (D), se levantan los sables, suenan los clarines, se grita (todo para dar miedo), se pican espuelas y se carga a GALOPE tendido.

El choque es tremendo. Y empieza el desempeño del sable, porque hay que salir de ahí, o perseguir al enemigo.

Ahora viene la pregunta que traía de cabeza a los militares de la época napoleónica: ¿es mejor la estocada o el corte? Es decir, ¿qué es mejor, pincharle o darle un tajo? ¿Cómo emplear el sable para que sea más efectivo? Ergo, ¿cómo tiene que ser el sable de la caballería?

Os propongo un experimento. Coged unas aceitunas y dejadlas sobre la mesa. Coged un cuchillito afilado por un extremo y probad darle un tajo a la aceituna. Coged por el extremo un pincho más largo que un palillo y probad pincharla.

Cuidado, no os hagáis daño.

Para pinchar, lo mejor será un sable recto (c), derivado del Pallasch austríaco, una espada de caballería con guardamanos y cazoleta. Para dar de tajos al enemigo, mejor uno curvo (a), a imitación de los húsares húngaros o polacos. El semicurvo (b) está a medio camino.

Para dar un buen tajo, la hoja curva permite un filo más largo y que se deslice mejor sobre el enemigo (que es cuando corta). El centro de gravedad (o percusión) del sable se aproximará a la punta. Como la punta pesa más, tendrán que emplearse paradas con guardias bajas.

Para una buena estocada, la hoja tendrá que ser más estrecha, recta y puntiaguda y el centro de gravedad, próximo a la empuñadura, lo que facilita apuntar al blanco. Por eso es más fácil protegerse entonces con una guardia alta (la punta arriba).

No existe una diferencia apreciable en las técnicas de esgrima a pie o a caballo, aunque a caballo está el caballo, claro, y hay que tener cuidado de no darle. Además, a caballo uno corta o pincha a otro tipo a caballo o a un tipo que está de pie, de rodillas o incluso tumbado.

Emplear el corte es más instintivo y más "fácil" de aprender. Pero el sable tiene más inercia y hay que saber controlarlo. El sable se agarra con fuerza (se empuña) y se dan mamporros al vecino hasta que se le hace daño.

El sable curvo es el típico de la caballería ligera, cuya misión es explorar, perseguir al enemigo en retirada, hostigar y hacer la puñeta al enemigo... y cargar, si no hay más remedio. Son los húsares, los "chevaux-légers", los cazadores a caballo, los dragones ligeros...

El sable recto es propio de la caballería pesada, la fuerza de choque por excelencia. Grandes caballos, grandes hombres, grandes sables... y cargas de caballería brutales e imparables. Son los coraceros, los carabineros, los granaderos a caballo...

El carabinero es de Géricault.

Luego están los dragones, que ahora hacen cosas de caballería ligera, ahora de caballería pesada, con sable recto, y la caballería británica, donde todos los caballos tenían más o menos el mismo tamaño y uno era de caballería ligera o pesada por el sable y el uniforme.

Francia apostó por atacar de punta y suyo es el modelo An XI/XIII (1802/4). Pesa 1,3 kg, su hoja mide 97 cm y todo el sable 114 cm. Era un arma excelente, muy bien equilibrada, ideal para estocada y muy buena dando tajos.

Sables curvos franceses, también. No se cortó un pelo al copiar los sables húngaros con su modelo 1777 (luissoravilla.blogspot.com/2018/09/el-sab…), pero alcanzó la perfección con el semicurvo modelo An IX/XI (1800), 92 cm hoja, 1,3 kg, 107 cm en total. Uno de los mejores sables militares.

El sable An IX/XI fue imitado y perfeccionado en Francia y casi todo Occidente hasta finales del siglo XIX. El sable de reglamento en los EE.UU. en la Guerra de Secesión era prácticamente idéntico. Los armeros franceses consiguieron que fuera bueno en corte y estocada.

Mención aparte merecen los sables a la mameluca. Los mamelucos impresionaron a los franceses con su técnica de corte, capaz de decapitar o amputar de un tajo. Se pusieron de moda entre los oficiales de caballería ligera de toda Europa. Pero eran más difíciles de manejar.

¿Y los británicos? Un desastre. Su sable curvo de reglamento, el 1796 Light Cavalry Sword, salió bueno. 83 cm de hoja, 95 cm todo él, casi 1 kg de peso, se fabricó por miles y se distribuyó también entre los aliados. Pero era difícil de empuñar.

El que sí que resultó un fiasco fue su 1796 Heavy Cavalry Sword, 92 cm de hoja, 1m en total y 1,2 kg de peso. Tenía mucho peso en la punta (difícil de apuntar la estocada) y cortaba muy mal. Además, la caballería británica no solía afilar sus sables, mal asunto.

Los sables británicos fueron obra del coronel John Gaspard Le Marchant, que intentó imitar los sables austríacos... y publicó el primer manual de esgrima "de reglamento".

La tropa no tenía instructores... pero tenía un manual. Algo es algo.

Los franceses tampoco tenían instructores "oficiales" para la tropa, pero de modo informal existía el maestro de armas, el mejor esgrimista del escuadrón, que enseñaba sobre la marcha lo que uno tenía que saber y que también daba clases particulares. Una institución.

Pero ¿no habíamos dicho que Francia había apostado por atacar con la punta y los sables rectos? ¿Por qué?

Eran más difíciles de manejar, pero sus heridas eran más mortíferas con mayor frecuencia. Parece mentira, pero los tajos de un sable eran menos peligrosos.

A ver, que un buen tajo provoca heridas horribles, incluso amputaciones. Pensad que la mayoría de sablazos apuntaban a la cara, al cuello y a los brazos. El sable es un instrumento de carnicero. Pero muchas veces el golpe no cortaba, o resbalaba, o no penetraba demasiado.

La mala calidad del acero, sables poco afilados o mal empuñados... Uno podía recibir muchos golpes de un sable no necesariamente peligrosos. Que hacían daño, claro que sí, pero no te mataban.

En cambio, un ataque de punta... Zas, se acabó.

Si queréis saber más sobre las heridas de sable, preguntad por el doctor Larrey y buscad estremecedores casos de amputaciones, decapitaciones y heridas escalofriantes, que abundan.

Pero nos quedaremos aquí. La Gran Bretaña nunca tuvo un sable recto decente en todo el siglo XIX, mientras Francia tuvo el mejor de todos. ¡Chúpate ésa!

Para acabar, ¿nunca os habéis preguntado por qué los soldados de aquella época llevaban morriones o chacós en vez de casco?

Pues ahí lo dejo.

Las fotografías de los sables franceses y británicos las he obtenido del sitio web de las Royal Armories, en Brexitlandia, y también han colaborado el Louvre y el Museo del Prado.

¿Queréis bibliografía? Qué pesaditos que sois...

"The use of the saber in the army of Napoleon", Bert Gevaert.
Philip Haythornthwaite ha publicado "Napoleonic Heavy Cavalry & Dragoon Tactics", "Napoleonic Light Cavalry Tactics" y "Weapons & Equipment of the Napoleonic Wars", etc.
Tratados de esgrima, mogollón. En internet.

Me dejo muchas cosas en el tintero y no os mareo más. Agradezco muchísimo vuestra atención y siempre estoy dispuesto a cruzar mi acero con el vuestro si no os ha gustado, o por puro placer.

"Si tu sable es corto, da un paso adelante", dice un proverbio húngaro.

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