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Fotografía. Naturaleza. Ornitología. Música, mayormente Jazz... Experto en nada, cuento cosas que me resultan interesantes...

Apr 25, 2020, 37 tweets

Sexto sábado confinados, sexta #HistoriaDeAves.
Empezamos en el primer hilo con páridos y seguimos con córvidos en los dos siguientes.
Hoy los mezclamos a ambos…

¿Son capaces las aves de transferirse información por un bien común? ¿Se “comunican”? ¿Tienen inteligencia social?

Empecemos con los páridos (carboneros y herrerillos) que fueron pioneros en #HistoriasDeAves y tienen que hacer valer sus galones…
Ambos pajarillos no serán los más inteligentes del mundo. Son una cucada, eso sí…

Son conocidos por su vitalidad y sus acrobacias para comer:
“He visto a un carbonero dejarse caer de espaldas de una rama persiguiendo un insecto, atraparlo, dar una voltereta en el aire y aterrizar a la perfección en el tronco inclinado de un árbol”, cuenta E. Howe, ornitólogo.

También porque son intrépidos, curiosos y valientes.
Si la historia de los tapones de leche no os convenció lo suficiente, mirad este vídeo grabado en el Retiro por @Adellanotte (follow, pero ya) y observadlos a partir del segundo 17.

Los científicos han estudiado el complejo sistema de silbidos, gorjeos y trinos de los carboneros y los han declarado uno de los sistemas de comunicación más sofisticados y rigurosos de la fauna terrestre.

Utilizan sus reclamos a modo de lenguaje, con su propia sintaxis y capaz de generar un número indeterminado de llamadas únicas.
Algunos trinos sirven para comunicar su ubicación, otros para indicar que han localizado un suculento manjar o la presencia de un depredador…

Según Lucy Aplin (Univ. de Oxford) los páridos utilizan sus conexiones sociales para localizar alimento y copiar estrategias para obtenerlo y se transfieren esa información, incluso entre especies (de carboneros a herrerillos o entre distintos tipos de carboneros).

Claro, al leer esto hace unas semanas me acordé inmediatamente de nuestra experiencia en casa, que conté en su momento:
(Sobre su valentía comentaros que ahora que pasamos mucho más tiempo en la terraza vienen a comer con nosotros a 1 m. del comedero)

Como ejemplo de su depurado lenguaje, para advertir la presencia de un predador especifican hasta la clase de animal y la magnitud de la amenaza. Un “siiiiit” en tono agudo o un “si-si-si” indican una amenaza en al aire (una alcaudón o gavilán, p.ej)

El característico “chicadi-di-di” alerta de un depredador posado. La cantidad de “dis” finales indican el tamaño de éste y, por tanto, el grado de amenaza: cuantos más “dis” más pequeño y peligroso para ellos (será más ágil y maniobrará con más facilidad para atraparlos).

De los trinos de las aves hablaremos otro día. Pero la maravillosa historia de las botellas de leche revela que estos páridos son capaces de tener un aprendizaje social, lo que denota capacidad de transmitirse conocimientos y capacidad de observación y asimilación de novedades.

Lucy Aplin y su equipo diseñaron un ingenioso experimento: capturaron unos cuantos ejemplares de carbonero común y los dividieron en 2 grupos, a los que adiestraron con un sencillo juego para que obtuvieran comida.

El mecanismo empleado en el juego era una cajita con una puerta que debían abrir para acceder al alimento. Uno de los grupos fue aleccionado para abrir la puerta hacia la derecha para obtener el alimento; el otro hacia la izquierda. Las cajas se podían abrir hacia ambos lados.

Después liberaron a los 2 grupos de ejemplares, dotados con pequeñas etiquetas electrónicas, en dos zonas de los bosques de Wytham, donde habían esparcido decenas de estas cajas con comida equipadas con antenas para detectar esas etiquetas e identificar cada carbonero.

¿Qué pasó? Las aves adiestradas se mantuvieron fieles a empujar la puerta del lado que se les había enseñado (algo esperable).

Pero al cabo de pocos días se detectó que aves locales de cada área adoptaban el mismo comportamiento de los adiestrados y aunque descubrieran que podían abrir la puerta hacia el otro lado se mantenían fieles al esquema local.

Y, es más, las aves que se desplazaban a otra región donde se aplicaba el comportamiento contrario modificaron su técnica de acuerdo con el modo de hacer local.

Este aprendizaje local sería un modo rápido y barato de adquirir comportamientos sin hacer ensayos que podrían entrañar riesgos. Fue la primera prueba experimental de una variación cultural persistente relativa a nuevas técnicas de alimentación (se creían exclusivas de primates).

Pasemos a los córvidos y su fascinante mundo. Los cuervos también poseen esa capacidad de aprendizaje social (lo que implica aptitudes para transmitir conocimientos + capacidad observación).
Mirad si no este artículo que me envió @NebelStudio (¡¡gracias!!)
vice.com/en_us/article/…

Resumen para vagos: un cuervo especialmente espabilao encontró la manera de resolver un experimento y empezó a enseñarle a otros cómo hacerlo. Luego descubrió una manera de hacer trampa para resolver el experimento… y lo tuvieron que sacar para que no se cargara todo el estudio.

Ese aprendizaje social viene reforzado porque los cuervos tienen una capacidad asombrosa para recordar relaciones. Antes de establecerse en pareja pasan épocas en grupos sociales donde tejen valiosas redes con amigos y familiares.

Esas agrupaciones se desintegran al aparearse y vuelven a formarse con el paso de las estaciones y los años.
Se creía que la memoria social de estas aves les permitía recordar a los vecinos solo de una temporada de cría a la siguiente.

Pero no. Thomas Bugnyar (Univ de Viena) descubrió que los cuervos son capaces de recordar a sus colegas más queridos incluso tras 3 años de separación.

Eso no es todo. Los córvidos no sólo recuerdan a otros córvidos, también a los seres humanos. Sí, con capaces de distinguir y recordar rostros de seres humanos.
También las palomas, con sus dotes para reconocer textura, composición y color son capaces.

Pero ojo a los cuervos. Son capaces de reconocer y detectar a UN ser humano en concreto en medio de una marabunta. Que se lo pregunten al bueno del investigador John Marzluff.

Cada vez que Marzluff atravesaba el campus de la Universidad de Washington, aunque fuera en medio de miles de personas por ser “hora punta” de llegada y salida de estudiantes, se veía hostigado por decenas de cuervos americanos.

¿La razón? John es investigador especializado en córvidos y ha capturado y anillado a muchos de los cuervos de ese campus. Los cuervos lo consideraban alguien peligroso, y lo hostigaban e increpaban cada vez que lo veían.

Cuando esto comenzó a ocurrir a John se le ocurrió hacer un experimento. Grupos de personas pasearon por varios vecindarios de Seattle, incluido el campus, llevando dos distintos tipos de máscaras...

Sí, John además es un cachondo.
La máscara del cavernícola representaba la máscara peligrosa y en su primera salida las personas ataviadas con ellas capturaron varios cuervos americanos salvajes en esos barrios.

Los que llevaban la máscara de Dick Cheney (“a very similar mask”, dice John) no hicieron nada más que pasear por las mismas zonas, indiferentes a la presencia de estos cuervos.

De manera periódica, durante los siguientes años, el equipo volvió a pasear por los alrededores de esos vecindarios con las mismas máscaras. Sólo a pasear, sin capturas.

NUEVE años después, los cuervos americanos (incluidos los que aún no habían salido del cascarón en la fecha de las capturas) seguían hostigando a los cavernícolas, tirándose en picado, dándoles tirones… NUEVE AÑOS DESPUÉS.

Ese hostigamiento llegó a extenderse un kilómetro a la redonda de las zonas originales empleadas.
Sin duda, los cuervos que habían presenciado las capturas habían comunicado a otros cuervos y a su prole qué máscaras representaban peligro…

Bueno, pues os contaría mil cosas más, pero se supone que no debo aburriros sino entreteneros.
Si ha sido así, se agradecen mucho los RTs, los FAVs, los follows, los comentarios y que me dejéis a vuestro perro para pasear algún día...

Y si os ha gustado esta #HistoriaDeAves recordad que tenéis un índice con todas en mi tuit fijado, que es éste:

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