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Si a usted le gusta echar broma, lo que #HoyLesVoyAContar lo hará pensar más de una vez antes de hacer una broma.
¡ESTO ES UNA BROMA!
Cuando Cristóbal Colón se echó a la mar sufrió las amenazas habituales en los viajes marítimos de la época: el escorbuto, las tormentas, cambios de vientos, un motín o la broma.
La broma no era un chiste o burla que corriera entre la tripulación.
¡Qué broma!
De hecho, cuando Colón admitió el fracaso de su cuarto viaje a América, y se disponía a regresar a España, la broma inutilizó sus barcos, haciendo que naufragaran en las costas de Jamaica.
“Mis barcos están tan agujereados que parecen colmenas”, llegó a quejarse.
¡No es broma!
Realmente hay un animal marino que se llama «broma»;
De hecho, la palabra broma procede de él.
Remontándonos a su origen etimológico nos remite al griego brôma, que a su vez viene de bibróskein, un verbo griego que significa comer con avidez, devorar, corroer.
¡Tremenda broma!
La broma es un molusco que se encuentra en una pequeña concha de la que sale un cuerpo alargado y carnoso, que puede medir desde pocos centímetros a más de un metro, el cual puede causar graves daños en los cascos, en las estacas u otras estructuras de madera.
¡No es para broma!
Puede no parecer un problema, pero en el pasado, cuando las embarcaciones se construían de ese material, sí que lo representaban. Es por ello que cuando los marinos detectaban la presencia del molusco lo tomaban como una sorpresa desagradable y pesada.
¡En serio y en broma!
Mira que la broma ha tenido episodios gloriosos; en 1588, una gran armada fondeaba en las tibias aguas de los puertos de España, Portugal y Francia. Tan grande era la flota y tan preparada estaba que se bautizó como la Armada Invencible.
¡Le echó una broma!
Durante meses, cientos de naves se agrupaban y se preparaban para atacar al reino de Inglaterra. Sin embargo, las aguas en las que se preparaban los eran ideales para la proliferación de las bromas.
¡Entre broma y broma la verdad se asoma!
Poco a poco, fueron devorando los cascos de los buques. Cuando la Armada Invencible entró en combate contra las naves de Drake y Howard entre las malas condiciones meteorológicas y la debilidad de los cascos carcomidos,
lo de Invencible quedó para la leyenda.
¡Una broma de mal gusto!
Felipe II prefirió echar la culpa al mal tiempo y negar el mérito de este molusco en su derrota. A nadie le gusta ser presa de una broma.
¡Tronco de broma!
Uno de los tantos y recientes ataques de este tronco de broma, fue el ataque al puente Caipulli, en Chile, el cual fue protagonista de un accidente cuando sus bases cedieron ante el peso debido a la debilitación de su construcción con madera.
¡De broma!
De acuerdo a las autoridades, uno de los responsables de esto fue un molusco que habita en la zona conocido como el ´´gusano de la broma.´´
¡Ni una broma más!
Para paliar los efectos de la broma en los navíos de madera, en el siglo XX se utilizaron pinturas especiales y entre los siglos XVI y XVIII, los cascos comenzaron a recubrirse de materiales como el cobre.
Esta especie de termitas marinas se embromó
¡La broma salió cara!
Para limitar los daños se forraban los cascos con chapas especiales de madera, pero no alcanzaba y hubo que hacer gastos mayores, protegiendo el casco con chapas de este metal, hasta el descubrimiento de las pinturas anti-vegetativas en el siglo XX.
¡No estaba para bromas!
La broma afectaba más en los mares más salados y templados que en los dulces y fríos, donde no sobrevivía.
Ejemplo de ello, fue el navío “el Vasa” hundido en el frío Mar Báltico y reflotado 3 siglos después, apenas habría sufrido problemas en su madera.
Al mismo tiempo esto puede ser la explicación de que otros barcos muchos más importantes de la historia, como las carabelas de Colón, nunca hayan sido encontrados.
¡Broma aparte!
Parece broma, pero una bromita ha traído grandes problemas, grandes ideas, y ha dejado su huella en nuestro lenguaje.
Saludos y buenas lecturas.
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