Un cuchillazo de un jugador a Carlos Salvador Bilardo, un dictador enamorado del 3-5-2, una petrolera que perdió sus oficinas y una hazaña deportiva.
El #HiloEnganche que arranca podría ser una historia de ficción.
Hoy les presentamos:
"La travesía del Doctor en África".
Muamar Gadafi gobernó Libia durante 42 años. Con la inminencia del 2000, tras más de 30 años en el poder, estaba obsesionado por desarrollar el fútbol en su país. Por eso, con su bendición, y de cara al Mundial 2002, la Federación decidió romper el mercado con un DT de renombre.
El hombre elegido para dirigir la selección de Libia fue Carlos Salvador Bilardo. Junto a él, en 1999, viajaron Miguel Ángel Lemme, Eduardo Manera y el preparador físico Eduardo Rafetto.
Juntos debían cumplir el sueño de un país. O al menos, de su gobernante.
“Un funcionario de Libia se contactó conmigo. En un primer momento, rechacé la propuesta. Al otro día, me volvió a llamar y me dijo que tenía pasajes abiertos en la aerolínea Swissair, porque Gadafi hijo quería conversar conmigo”, cuenta Bilardo en su libro "Doctor y Campeón".
Gadafi hijo es Al-Saadi Gadafi, el heredero futbolista. Por aquel entonces era delantero en el Al-Ittihad de Trípoli, uno de los equipos mas importantes de Libia. “No era un crack pero era un buen jugador. Habilidoso y rápido”, recuerda Lemme. Fue él quien se encargó de negociar.
En lo económico no hubo problemas. Pero Bilardo puso una condición muy propia de las obsesiones suyas. Quería viajar cada diez días a un país diferente de África para conocer mejor su fútbol y así armar un catálogo de jugadores de ese continente.
Concedido.
La propuesta era dirigir a Libia en la primera etapa de la eliminatoria africana. El objetivo: superar el cruce ante Malí por un lugar en la instancia de grupos. La serie iba a ser en abril de 2000. Comenzaba el trabajo: buscar talentos en la liga para conformar el equipo.
La omnipotencia económica de Gadafi en su proyecto se vio reflejada en el ciclo Bilardo. El propio Doctor quedó conforme en la visita a la Federación. Sin embargo, al pasar comentó lo lindo que era el edificio vecino, plagado de oficinas de petroleras extranjeras.
“A los pocos días volvimos y lo que sería la AFA nuestra, allá en Libia, había ocupado las oficinas de las petroleras”, recuerda Lemme. El hijo de Gadafi había corrido a todos los petroleros para poner allí la sede de la Federación de Fútbol de Libia.
Finalmente, el 9 de abril llegó el duelo de ida en el Estadio Nacional de Trípoli. En la previa, Malí era el favorito. Pero la historia sería otra. Jehad Montasser, Ahmed Masli y Khaled Mhemed convirtieron los goles del 3-0 para alegría de Bilardo.
La revancha en Bamako sería en dos semanas. Para no dar ventaja, Bilardo concentró al equipo en un hotel. Pero explotó el vestuario.
Todo empezó con dos jugadores bromeando sobre sus novias. Siguió en el hotel. Durante la cena, escaló. Un rato después, comenzaron a pelearse.
Mientras Bilardo intentaba calmar las aguas y separar a los dos futbolistas, uno de ellos tomó un cuchillo y atinó a darle un puntazo a su compañero. El intento falló.
¡Y TERMINÓ APUÑALANDO A BILARDO EN EL BRAZO!
“El médico del equipo me vendó y todo se acabó ahí”, afirmaría.
Tras esa tensa situación, varios jugadores fueron a la habitación de Lemme a pedirle que los acompañe a ver al Doctor para pedirle disculpas. Bilardo los hizo pasar, los hizo hablar entre ellos. Se abrazaron, se disculparon con él y asunto terminado.
¿Método 1986?
Finalmente llegó el momento de viajar a Bamako para disputar el partido de vuelta de la clasificación. La obsesión de Bilardo ahí era solo una: encontrar la embajada argentina más cercana en caso de una derrota que deje a Libia fuera del Mundial tan tempranamente.
Aunque Libia perdió, no hizo falta recorrer los 400 kilómetros a través de la selva para refugiarse en el Congo. La derrota fue por 3 a 1 y el gol de Faisal Bushaala le dio la clasificación a los dirigidos por el Narigón gracias al 4-3 en el global.
Objetivo cumplido.
El regreso a Trípoli fue heróico. Lemme lo compara con la llegada de Argentina a Buenos Aires después del título en México 86. Las personas gritaban por su país y por el técnico argentino. Y hubo festejos hasta altas horas de la noche en las principales plazas de Libia.
Al-Saadi Gadafi quedó tan encantando con su trabajo que le ofreció continuar en la fase de grupos para clasificar al mundial. O dejar a alguien de confianza en Libia y que pudiera viajar libremente.
Pero Bilardo no aceptó, y tras siete intensos meses, le puso fin a su ciclo.
Quien quiera saber mas sobre el paso de Bilardo en la selección de Libia y sus extrañas anécdotas, puede hacerlo en la nota escrita por Francisco Jáuregui (@sportingafrica): enganche.com.ar/el-doctor-y-lo…
Hilo realizado por @nahuelzn
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