Su cuerpo adolescente recibió más anabólicos que el de Ben Johnson en edad adulta.
Fue la rata de laboratorio del dopaje más cruel de la historia.
Su salud, y hasta su identidad, se perdieron en el camino.
En el #HiloEnganche de hoy: "Así mataron a Heidi Krieger"
Esta historia comienza en 1979, en la República Democrática Alemana. Heidi Krieger, que en ese momento tenía 13 años, se sumaba a una escuela deportiva asociada al Dynamo. Dicho club era un apéndice de la policía secreta de la RDA, la Stasi.
Si bien Heidi mostraba cualidades para el lanzamiento de bala, fue en ese club donde su rutina cambió por completo. "Fui reconocida por parte de los entrenadores y funcionarios. Y eso me hizo sentir parte del grupo", relata. Era un prodigio. Allí iba a comenzar la locura.
A los 16 años, su entrenador le cambió el régimen nutricional al que estaba sometida. Comenzó a recibir unas píldoras azules junto a las vitaminas que tomaba. No sabía que eran, simplemente le decían que la iba a ayudar a mejorar su rendimiento. La bomba se gestaba.
Sin saberlo, Krieger era parte del plan de estado 14.25, que buscaba investigar y desarrollar sustancias dopantes para los deportistas de la Alemania Oriental.
"Con apenas 17 años, ingerí más sustancias dopantes que Ben Johnson ya adulto".
En dos años, Heidi explotó como un Hulk. Pasó de pesar 69 kilos a 105 kilos. A los 16 lanzaba el implemento (que pesa 4 kilos en categorías mayores y 3 en menores) a no más de 14 metros.
Pero ese rendimiento trajó aparejado un costo altísimo. Su salud se rompía.
Las variaciones físicas se tradujeron no sólo en su peso corporal sino en una voz más profunda y un vello facial que había aumentado. Lo que más le dolía, sin embargo, eran los insultos que recibía en la calle. Se recluyó de la sociedad para evitar esos desagravios.
Tres años mas tarde, Heidi ya lanzaba la bala por encima de los 20 m. Los médicos y los entrenadores se referían a ella como "Hormonas Heidi". Pero sus problemas continuaban. Y todo debido a estos fármacos que le suministraban sin su conocimiento. Su cuerpo era el tubo de ensayo.
Heidi recibía Oral Turinabol, un esteroide generado por un laboratrio de la RDA en Kreischa. Alrededor de 2000 científicos crearon en ese laboratorio una hormona masculina dedicada exclusivamente para consumo de sus deportistas. Ella era la bandera de ese procedimiento.
El plan 14.25 de la Alemania Oriental buscaba, en primer lugar, talentos deportivos a los que cobijar y animar a continuar su desarrollo. Luego, los inducía a seguir un programa de dopaje sistemático con andrógenos.
Los resultados fueron tan sorprendentes como siniestros.
Entre 1968 y 1988, la República Democrática Alemana pudo competir a la par de las naciones más avanzadas del olimpismo como la URSS o EE.UU. Sus atletas consiguieron un total de 519 medallas. ¿El objetivo de fondo? Utilizar al deporte como una herramienta propagandística.
En el caso de Heidi, el éxito llegó a su clímax en 1986, cuando ganó la medalla de oro en el Campeonato Europeo de Atletismo de Stuttgart, luego de lanzar la bala a 21,10 metros.
Pero ese instante de felicidad sería finalmente su perdición.
"Yo no encajaba ahí. No sabía por qué, simplemente sabía que no pertenecía a ese grupo de mujeres". Finalmente con apenas 24 años y con un cuerpo totalmente transformado por los anabolizantes, se retiró de las competencias en 1991, al no poder lidiar más con sus dolores crónicos.
El 'tratamiento' al que fue sometida Heidi no solo le produjo cambios irreversibles en su estructura física. Los intensos entrenamientos, donde llegó a levantar 100 toneladas de pesos en dos semanas, le habían hecho añicos sus huesos.
Su cuerpo crujía de dolor.
Pero Krieger también sufría alteraciones emocionales. Pasaba del máximo estado de euforia a la depresión en cuestión de minutos. Y no podía controlar ni su fuerza ni su ira. Una vez, incluso, noqueó a un boxeador de un golpe que se había burlado de ella por su apariencia.
Hasta que en 1995, un compañero en su trabajo, finalmente le dio la llave de lo que le sucedía. Sabía por qué no se sentía una mujer. "Se llama transexualidad", le dijo. Y Heidi se quebró.
Dos años después se había extirpado los senos y pasado por una histerectomía y otros procedimientos quirúrgicos para comenzar el proceso necesario para dejar atrás a Heidi. Ella, o mejor dicho él, era ahora Andreas.
Y si bien Andreas no aceptaba que su rendimiento hubiese estado atado al experimento al que fue sometido, con los juicios a funcionarios deportivos de la RDA en el 2000 se terminó de convencer. "Fue a base de químicos que logré esas marcas, no por mi propia fuerza".
Pero lo mas grave no es el dopaje involuntario, un hecho de por si gravísimo. Su identidad sexual le fue robada. Jugaron con su cuerpo y con su vida sin su consentimiento.
En palabras de Andreas: "Ellos mataron a Heidi".
Quien quiera adentrarse mas en los detalles de este tremendo relato, puede hacerlo en la siguiente nota de @DamianCaceres: enganche.com.ar/mataron-a-heid…
Hilo realizado por @nahuelzn
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