Ayer derribaron la estatua de Sebastián de Belalcázar en Popayán (Colombia) a quien acusan de haber sido un "genocida que masacró a los pueblos que conquistó". La estatua llevaba ahí 83 años a modo de homenaje por haber fundado la ciudad 400 años antes. Permítanme abrir hilo 👇
Belalcázar, cordobés de nacimiento, es a diferencia de Cortés o Pizarro un conquistador muy desconocido en España. Participó en la conquista de Nicaragua y en la de Perú. Tras aquello se propuso encontrar El Dorado para lo que se internó en lo que hoy es Ecuador y Colombia.
En ese viaje fundó Guayaquil, Quito, Cali y Popayán, donde recibió el nombramiento de Adelantado por parte de Carlos I. Tanto Quito como Popayán son dos joyas que han merecido el reconocimiento de la UNESCO.
No siguió hacia el norte porque se encontró con Gonzalo Jiménez de Quesada que acababa de fundar Bogotá. En Popayán recibió el nombramiento de Adelantado por parte de Carlos I y se enzarzó en disputas con otros capitanes españoles como Jorge Robledo, a quien mandó ejecutar.
Por aquello y por maltratar a los indígenas fue sometido a juicio y condenado a muerte, pero su ruina no se debió a eso, sino a que se ganó la enemistad de Pedro de la Gasca, presidente de la Real Audiencia de Lima, a quien había apoyado en la rebelión de los encomenderos.
Apeló al Rey su condena arguyendo que "indios yo no los tengo, por haberlo mandado V.M. El salario que se me da, no me puede sustentar, por ser los precios de los mantenimientos y cosas necesarias en esta tierra excesivos".
Emprendió viaje a España para defenderse y murió en Cartagena de Indias. En su testamento se pudo confirmar que, efectivamente, nada tenía salvo deudas.
Belalcázar no fue un héroe, tampoco un villano. Fue simplemente un hombre de su época que hizo lo que entonces se consideraba que era justo y legítimo hacer.
No podemos juzgarle 500 años después con los principios que rigen nuestro mundo, del mismo modo que no podemos juzgar a otros conquistadores como Julio César, Carlomagno, los emperadores incas o los tlatoani mexicas. Resumiendo, deberíamos aprender a convivir con nuestra historia
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