Hoy contaré una historia que incluye melenudos con ideas alocadas, curas casados, represión de la maquinaria estatal y, sobre todo, mucho baile.
No, no está ambientada en los años 70. O sí: en los años 70 del siglo IV.
Os presento a Prisciliano, un hippie en el Imperio Romano
Estamos en el Impero Romano, y tiene problemas. Se ha dividido en dos zonas, cada una gobernada por un emperador. El cristianismo se hará religión oficial en el 380 y forma ya parte del estado romano; tanto que, en asuntos de iglesia, manda menos el Papa que el emperador
También es una época de profundas divisiones sobre el camino que debe tomar la nueva iglesia. Hay diversas variantes entre seguidores de Cristo, surgidas de manera espontánea entre los fieles, y muchas no gustan a la iglesia oficial. No obstante, la sangre no ha llegado al río
Hasta ahora
Prisciliano nació en el año 340 d.C., se cree que en la provincia romana de Gallaecia (que abarcaba el noroeste de la Península Ibérica), en una familia seguramente acomodada y relacionada con la élite senatorial.
No vamos a decir que era gallego (Gallaecia abarcaba más regiones), pero en el lugar donde más se le conoce ahora mismo a Prisciliano es en Galicia. Así que, si os preguntan de dónde era, contestad “Depende”. De todos modos, ¿por qué lo preguntáis?
Instruido en retórica, Prisciliano forma en el 370 una comunidad de ascetas en los alrededores de Burdeos… lo que no quita para que, al parecer, tuviera un escarceo amoroso con la hija de su mentor. Aunque eso tampoco está claro, pues dicen que había otra mujer que era su pareja
Prisciliano, entonces, vuelve al noroeste de la Península Ibérica y empieza predicar. Y, entonces, empieza la histeria colectiva: sus palabras causan furor.
Primero: quiere una iglesia separada del estado, al que se acusaba de corrupción y de enriquecimiento de la jerarquía (en eso, no hemos cambiado mucho). Ademas, pretende que la iglesia abandone las riquezas materiales y se acerque a los pobres. Y está en contra de la esclavitud
Prisciliano quiere conceder más libertad a la mujer. Pretende (¡oh, atrevido!) que tenga más funciones dentro de la iglesia. Es un hecho revolucionario en una época donde la mujer tiene unos derechos mucho más restringidos.
De hecho, se cree que Egeria, la famosa mujer -se cree que también nacida en Gallaecia- que realiza un viaje documentado por los Santos Lugares y lo relata, constituyendo una de las primeras grandes viajeras, podía ser una monja o una seguidora del culto prisciliano.
Prisciliano interpreta las Escrituras a su manera, anticipándose en siglos al protestantismo. Cambia elementos del culto: en vez de pan y vino, usará uvas y leche. Organiza reuniones, a veces nocturnas, en bosques, cuevas, y lugares apartados, cercanos a la naturaleza.
Predica la sencillez. En sus cónclaves, con mujeres y esclavos, sus seguidores van descalzos; a veces se retiran a meditar las montañas. Recomendará la abstinencia de alcohol y sexo, aunque no se opondrá a que los monjes estén casados.
Esto es importante porque el tema del celibato entre los sacerdotes fue una discusión que se mantuvo hasta el Renacimiento. Entre otras porque, por mucho que lo dijera la iglesia, la oposición desde dentro hizo que la prohibición tuviera que reiterarse periódicamente.
Pero aquí es cuando llegamos a las excentricidades más alocadas de Prisciliano: como parte de la liturgia, ¡empleaba el baile! Encima, sus discípulos, ¡llevaban el pelo largo y barba! Pero, ¿qué irreverencia es ésta?¿Os imagináis a los severos romanos contemplando a esta gente?
Aparte, Prisciliano se metía en otras cuestiones: hablaba mucho de demonios, incluía entre sus textos evangelios apócrifos… Pero bueno, en esos detallitos no nos vamos a meter: "pecata minuta", como suele decirse.
Con estos preceptos, se hizo muy popular entre todos los estratos sociales, en especial entre mujeres, esclavos y pobres. O sea, la gente que había hecho triunfar el cristianismo. El problema es que a la iglesia oficial todo esto de la pobreza no le hacía ninguna gracia
Prisciliano se hace famoso. Tanto que sus seguidores comienzan a montar una estructura paralela al poder de la iglesia de Roma. Muchos obispos en su tierra natal quieren condenarle, pero sus defensores consiguen otorgarle un obispado con sede en Ávila.
La discusión prosigue, sobre todo por carta. Los detractores de Prisciliano logran que el emperador le excomulgue. Prisciliano hace un viaje en el que busca cambiar la opinión de los líderes de la iglesia; así, consigue anular la orden de excomunión. Por el momento, está a salvo
Y ésta sólo se lo dará si le ayuda a derrotar a varias de las herejías que la agitan: entre otras, el priscilianismo.
El emperador podría condenar al prisicilianismo, pero eso obligaría a requisar los templos que ahora pertenecían a sus discípulos. Y la iglesia no quería eso. Por eso, se inventaron una acusación mejor: iban a procesar a Prisciliano por brujería
Lo bueno de la condena por brujería era que el patrimonio de los seguidores de Prisciliano, muchos pertenecientes a nobles familias romanas, pasaría a manos del emperador. Todos ganaban con el proceso… salvo Prisciliano, claro.
Se convoca un concilio en Burdeos. Los ánimos están tan exaltados que una multitud lapida a una seguidora de Prisciliano. Éste se convence de que la única manera es acudir a Tréveris a ver al nuevo emperador y convencerle de que le perdone
(Por cierto, Tréveris tiene unas ruinas romanas preciosas. No dejéis de visitarlas si estáis por allí).
Sin embargo, en la ciudad donde reside el emperador, su viejo enemigo, Itaciano ha tejido allí sus redes y ha sobornado a varios prelados fieles a Prisciliano, que se le volverán en contra. El predicador no tiene salida.
A Prisciliano le condenan a morir decapitado junto con varios de sus discípulos. Será la primera vez que una autoridad civil mate a un hombre por herejía, aunque sea a instancias de las autoridades eclesiásticas. Pero no todos los religiosos importantes están de acuerdo.
Futuros santos como Ambrosio de Milán, Martín de Tours o Jerónimo de Estridón protestan. Muchos están contra Prisciliano, pero no están de acuerdo con que el emperador se entrometa en asuntos de iglesia, y tampoco en que a los herejes se les liquide. Hasta el Papa se queja airado
La muerte de Priscialiano causó conmoción. Desde luego, era un cambio de tercio. Unos pocos siglos antes, durante ciertos períodos, a los discípulos de Jesús se les perseguía. Ahora, ciertos cristianos consiguen que ejecuten… a otros cristianos.
Juan Crisóstomo, uno de los cuatro padres de la iglesia de Oriente, diría: “Condenar a muerte a un hereje sería desencadenar en la tierra una guerra sin cuartel”. No sabía lo que iba a ocurrir durante los siguientes más de mil años.
Lo curioso es que el priscilianismo no murió. Sus seguidores se ocultaron. Crean un santo y seña donde proclaman lícito mentir para ocultar su existencia, como proclamaba San Agustín, uno de sus más ardientes opositores.
Consiguieron nombrar cargos de la iglesia de su cuerda, de tal manera que, 15 años después de su muerte, 11 de 12 obispos de Gallaecia siguen siendo priscilianos. Y muchos, al ser descubiertos, no se retractan, a pesar de los castigos.
Tendrá que pasar mucho tiempo y unos cuantos emperadores para que el priscilianismo desaparezca del todo. Y para que, siglos después, otros movimientos empiecen a predicar doctrinas parecidas.
Y ahora, una pregunta interesante. ¿Qué pasó con el cuerpo de Prisciliano? Y aquí entramos en una cuestión intrigante.
Sus seguidores fueron a Tréveris, pidieron exhumar su cuerpo y se lo llevaron a su Gallaecia natal. Pero, ¿dónde está el cuerpo?
Hay varias teorías al respecto. Unos dicen que está en la tumba de Santiago el Apóstol. Y que, en realidad, habrían hecho un cambio para quitar el nombre de Prisciliano de la tumba y que la gente acudiera a adorar al supuesto Santiago.
En muchos sentidos, es verdad que Prisciliano se ha convertido en un referente del hecho diferencial gallego, y que muchos lo reivindican de esta forma. Además, el descubrimiento de los restos del Apóstol es un evento histórico tan lleno de leyendas como la tumba de Prisciliano
Aunque otros proponen una localización mucho más interesante y especial. Pero eso lo contaremos en otro hilo.
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Todas las promesas llegan, y la que os hice hace unos cuantos tuits arriba llegó: un hilo sobre otra posible ubicación de la tumba de San Prisciliano. Aunque las otras teorías sobre qué es este sitio son incluso mejores:
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