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May 9, 2021, 25 tweets

Vas en avión, te piden que te abroches el cinturón porque hay turbulencia.

Un estruendo irrumpe la calma, es un rayo reventando el avión en que vas.

Sales expedido con tu asiento a 3mil mts de altura cayendo en la densa selva amazónica.

Este es el caso de Juliane Kopke.

Juliane Kopke es una zoóloga y bibliotecaria peruano-alemana, única sobreviviente del accidente del Vuelo 508 de Lansa (Perú), ocurrido el 24 de diciembre de 1971.

Un accidente donde era casi imposible salvarse, con tan solo 17 años.

En 1971, ya se encontraba cursando el último año de la escuela media y pensaba estudiar zoología o biología.

El 24 de diciembre de 1971, Juliane y su madre Maria se dirigieron al Aeropuerto Internacional Jorge Chávez en Lima, Perú, y abordaron un cuatrimotor Lockheed 188 Electra bautizado como Mateo Pumacahua, correspondiente al vuelo 508 de LANSA con destino a la ciudad de Pucallpa.

Iban a visitar a su padre y pasar la navidad con el en dicha ciudad.

Había muy mal tiempo, cuando sobrevolaban la selva del Amazonas, se formó una tormenta con fuertes vientos y mucha lluvia.

La azafata ordenó a los pasajeros que se abrocharan sus cinturones.

"Señores pasajeros, les informamos que la zona de turbulencias que estamos atravesando se debe a una importante tormenta sobre la selva Amazónica. Abróchense los cinturones."

Juliane lo hizo, ese pequeño detalle estaba a punto de hacer una gran diferencia.

El avión empezó a sacudirse muy fuerte, los equipajes de mano salieron de sus cubículos.

El piloto experimentado bajó a los 4mil mts para buscar aire más denso, necesitaba hacer un aterrizaje de emergencia urgente.

Juliane describe esos momentos:

"Yo fijaba la vista en el motor derecho como recurso virtual a mi falta de apoyo físico. La fría humedad de la mano de mi madre delataba su angustia.

En ese punto, el viaje se tornó en la aventura de mi vida cuando una inmensa y cegadora luz atravesó la hélice que yo contemplaba

El avión se partió rápidamente y comenzó a caer".

El avión a las 12:36 había sido golpeado por un rayo cuando estaba a unos 3mil mts de altura, y explotó.

Juliane salió volando amarrada a su asiento, desde esa altura, dónde por fortuna la densidad de la selva amortiguó la caída

Estuvo inconsciente unas 3 horas, y cuando despertó la mañana siguiente, se encontraba en tierra, debajo de su butaca, y rodeada de la más densa selva.

El hecho de haber caído con su butaca, y que ésta cayese sobre la espesa vegetación le salvó la vida.

Juliane miró a su alrededor y junto a ella había solo cuerpos y restos del avión.

"Me desperté sentada en el mismo asiento, como iniciando otro viaje pero, esta vez, al infierno. Había tres cuerpos desmembrados a mi alrededor, creía que se trataba de una pesadilla

me volví a dormir por unos instantes cuando creí volver en mí me atraganté de realidad".

Increíblemente, Juliane Köpke tenía solo heridas mínimas: su brazo tenía un corte, tenía una herida en su hombro, tenía un ojo morado y una clavícula rota.

Juliane pasó los siguientes dos días tratando de buscar ayuda, pero lo único que halló fueron los restos calcinados del aparato y los cadáveres de otros pasajeros.

Necesitaba tomar una decisión para salvar su vida, ¿Quedarse a esperar los rescatistas o buscar la civilización?

¿Tu que harías?

Juliane decidió aferrarse a la vida y sobrevivir a toda costa.

Recordando los consejos de su padre, quien le enseñó nociones de cómo orientarse en un lugar desconocido, Juliane empezó a seguir el curso de un arroyo.

En busca de posibles lugares habitados.

Imaginense ese escenario, 17 años un brazo cortado una clavícula rota, en el medio de la profunda selva amazónica.

Estás viviendo de milagro, pero a la selva eso no le importa, va intentar matarte.

Solo que ella seguía teniendo suerte, el arroyo era muy cálido.

Gracias a esto se pudo calentar para no morir de frío, además era un suministro de agua potable para hidratarse.

Las heridas empezaron a infectarse y a salirle gusanos, la perturbaba la idea de encontrarse con un puma o jaguar, eso sí sellaría su destino.

Siguió el curso.

En unos tramos el río se empezó a tornar profundo, y tenía dos opciones nadar por un lugar lleno de cocodrilos o intentar bordear la selva y perder el rastro del río.

Si, tomo la decisión más sensata cruzar nadando el río infectado de cocodrilos.

¿Queeeeeee?

Fue un salto de fe o un nado de fe más bien, seguro pensó: "ya debería estar muerta, estos cocodrilos no son nada para lo que me ha sucedido".

Y así fue, los cocodrilos no la atacaron, veía frutas pero no las comía porque sabía que eran venenosas.

Angel un momento, ¿Cómo es posible que ella con 17 años tuviera tantos conocimientos de supervivencia?

Su padre era biólogo y le había enseñado muchas cosas por si algún día estaba en una situación de vida o muerte.

Estaba poniendo en práctica todo lo que su padre le decía.

Juliane no sabía que se encontraba a más de 600 km de cualquier lugar habitado, en plena Amazonía peruana.

El peligro de que cualquier animal salvaje la matara era constante, y la herida infectada con gusanos si no era tratada pronto le quitaría la vida.

Quería vivir, su espíritu jóven apostaba a la vida,y le empezó a mejorar la suerte que ya de por sí era buena al sobrevivir a aquel accidente.

Al decimo día de caminata se encontró una canoa a motor y una choza, que servía de refugio para cazadores.

No quiso robar la canoa, por lo que esperó varias horas hasta que los propietarios llegaran de vuelta.

Entretanto, y dado que su cuerpo se había emparasitado con larvas de moscas, se roció con combustible para intentar limpiar la herida.

A la mañana siguiente, los cazadores, que eventualmente transitaban por dicho lugar, la encontraron en el refugio.

La llevaron hasta su aldea, donde le dieron comida y le curaron las heridas más graves.

Luego a Pucallpa, dónde se reencontró con su padre.

Las indicaciones de Juliane ayudaron a dar con los restos del avión y constatar que si sobrevivieron 13 pasajeros, pero estos no vencieron a la selva y fallecieron en diversas circunstancias.

Juliane se trasladó a Alemania, donde se recuperó totalmente de sus heridas.

"Tuve pesadillas durante muchos años, muchas por supuesto sobre la muerte de mi madre y de otras personas una y otra vez. La pregunta ¿fui yo la única sobreviviente? resuena todavía en mi cabeza. Y lo hará para siempre". Juliane 2010.

!Un verdadero milagro viviente!

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