La Historia no es solo un hobby para snobs aburridos. La Historia está viva porque existe muchísima gente que la mantiene viva en base a sus grandes esfuerzos. Desde esa vocación, abriremos este hilo.
Hoy hablamos sobre...
Una aproximación historiográfica a la cultura celta🧵
Siguiendo con el tema del hilo sobre el celtismo, hoy vamos a abordar su origen, una especie de aproximación historiográfica al estudio del mundo celta y los tópicos que se han generado como consecuencia de una cierta visión sesgada.
La historia del celtismo actual no arranca de hace dos días, sino que puede llegar a hundir con mucha facilidad sus raíces en el Renacimiento. Es entonces cuando se vuelven a releer y reinterpretar muchas fuentes grecolatinas y se busca ese “primerísimo celtismo”.
Ruiz Zapatero (1993; 2001) afirmaba que es entonces se fundamenta el estereotipo celta y se consolidan los prejuicios de los textos clásicos. Y no hemos cambiado mucho, aun a día de hoy seguro que muchos de estos tópicos se siguen reproduciendo.
Entre los siglos XVIII y XIX, el auge, primero, de la lingüística y luego de la primerísima arqueología ayudan a establecer las primeras interpretaciones que ayudan a construir la identidad celta para el estudio de la Historia.
Estas construcciones fomentan una visión sobre lo celta bastante limitada y unilateral. Básicamente, lo celta se identifica con el registro arqueológico de la “cultura lateniense” y al uso de una lengua concreta (el céltico “P”). Esta imagen no caerá hasta los años 80 del s. XX.
Ahondemos más en los “celtomanos” del siglo XVI. Los primeros estudios sobre el mundo celta parte de las fuentes clásicas, sobre todo, romanas. Son autores la mayoría de los siglos II-I a.C.: Poseidonio, Estrabon, Diodoro y Julio César.
¿Qué sucede con estas fuentes? No es que estén equivocadas, sino que son bastante concretas y delimitadas temporalmente, lo que ofrece una visión inevitablemente distorsionada si tomamos la parte por el todo.
Pero claro, una vez que se crea una tradición al respecto, empezó a construirse todo el “tiempo céltico” y el “área celta” en base a ello. Según Ruiz Zapatero, esta imagen de uniformidad estaría carente de fidelidad histórica.
Llegados al siglo XVIII, entonces ya no serán las fuentes clásicas romanas, sino que ahora la perspectiva va a ser la lingüística. Y esto nos trae cosas curiosas, como la relación lingüística entre los galos y otras lenguas célticas. Todo a su vez relacionado con el indoeuropeo.
Pero no es oro todo lo que reluce. Se mezclan las fuentes clásicas con la lingüística y, primero, se hace la asimilación “gente de habla celta = celtas” (lo cual se ha visto que no es del todo así) y la fascinación por los druidas.
Esta primerísima celtomanía que nos lleva hasta el siglo XVIII, donde veremos que empiezan a asimilar la construcción de monumentos megalíticos de la Prehistoria con los celtas (Ruiz Zapatero, 1993; Chippindale, 1986).
Esta visión errónea, junto con su errónea atribución de las construcciones megalíticas, va a acabar teniendo tintes netamente románticos. Esto hará que en 1781 nazca la “Antigua Orden de los Druidas”. Entre otros, Stonehenge será el lugar fetiche.
Pero ya desde mediados del siglo XVIII, el binomio druidas y megalitos va a estar asentado en la sociedad a través del ciclo poético de Ossian, del escritor escocés James Macpherson. El romanticismo neocéltico quedaba asentado así.
Entonces, ¿Qué tópicos de lo celta se habían creado? La asociación de celtas con sus druidas, los megalitos y esos “bardos-guerreros” (como Ossian, a pesar de ser un personaje de ficción). Todo ello en un ambiente romántico y literario, obviamente.
Pero para llegar a un conocimiento histórico y real de lo celta, todavía quedaba mucho camino por delante. Desde 1830 los primeros descubrimientos de la protohistoria europea se darán en los yacimientos de Hallstatt (1848) y La Téne (1856).
Unas tres décadas más tarde, en 1863, los investigadores acuñarían el concepto de "Late celtic" para el material de la Edad del Hierro tardía, para aquellos celtas que ya podríamos considerar históricos al uso.
Serán el francés Mortillet y el suizo Desor quienes encontrarán en Italia restos de armas y fíbulas similares a las de los cementerios de la Edad de Hierro de Champaña y Le Téne. Estos formarían parte de las invasiones celtas de la península itálica del s. IV a.C.
Esto fue todo un hallazgo. Los celtas históricos ya contaban con “rostro arqueológico”. Esto abrió una nueva etapa en la historiografía del mundo celta. En 1876, Hildenbrand propuso dividir la Edad de Hierro en dos atendiendo cada etapa a Hallstatt y La Téne respectivamente.
No obstante, no todo quedaba dicho. Seguía quedando pendiente la ecuación “celtas = cultura lateniense” que aun marcaría profundamente los estudios arqueológicos. La nueva etapa de estudio abarcaría desde 1870-1980.
En esta nueva etapa, seguiremos viendo ese concepto que acabamos de nombrar, pero se conformará una identidad de lo celta en base a estratos y niveles que ayudarán a conceptualizar la problemática, llevando a encontrar la cuna de lo celta en el área centroeuropea.
En resumidas cuentas, podríamos entender la conceptualización céltica en 8 grados (Renfrew, 1990):
1⃣Los celtas de los que hablan los pueblos grecolatinos.
2⃣Los celtas como los pueblos que se autodenominan como tal.
3⃣Los celtas como un grupo lingüístico definido por la investigación y afín a la lengua indoeuropea.
4⃣Los celtas como un complejo arqueológico de la segunda Edad de Hierro: la cultura de La Téne.
5⃣Lo celta como el estilo artístico de la segunda Edad de Hierro.
6⃣La existencia de una “esencia céltica” a través de los rasgos que se les atribuyen: heroísmo, independencia, belicosidad, etc.
7⃣El arte celta irlandés del primer milenio d.C.
8⃣Posibles valores actuales de la sociedad occidental heredados del mundo celta.
A partir de 1980, las investigaciones se centrarán en desmontar esa Edad de Hierro y celticidad uniforme, romántica y predecesora de lo “europeo”. En el contexto europeo y español, tendrá un papel importante Ruiz Zapatero, que buscará superar el concepto decimonónico de lo celta.
Aunque los que traerán la ruptura con lo anterior (primero) serán los prehistoriadores británicos, que se enfrentarán sobre todo con la tradición continuista francesa y alemana, que había contado con muy buena salud hasta entonces.
Desde este momento, se romperá con la ecuación “celta = cultura lateniense + fuentes clásicas”. Sobre todo para dar una imagen heterogenea y real de los hallazgos arqueológicos, donde puedan convivir varios grupos lingüísticos y distintas étnias en una misma cultura arqueológica.
Esta nueva corriente de la investigación tratará de acercarse a la realidad céltica a través de planteamientos procesuales, es decir, atendiendo a las distintas variantes y “morfologías” de la cultura celta por Europa. También descartar el concepto de “oleadas invasoras celtas”.
Ya no hacía falta pensar que los celtas habían invadido una zona como la Hispania prerromana para que pudiéramos hablar de que allí se encontraba dicha cultura. Esto se debe a que la cultura está viva, se mueve junto con otros fenómenos como el arte o el comercio.
Esto llevará a que los estudios actuales sobre el mundo celta se centren ya no tanto en identificar lo celta por antonomasia, como en abordar los distintos grados de “celticidad” (arcaísmo, evolución y desarrollo) a partir de un sustrato indoeuropeo común, el sustrato protocelta.
Finalmente, encontramos dos realidades irreconciliables: por un lado, los estudios sobre la celticidad han dejado atrás la imagen estereotipada sobre los celtas; por otro lado, la “búsqueda de las esencias” ha provocado una reacción romántica hacia la cultura celta.
Y bien, ¿qué te ha parecido? ¿Te ha gustado este hilo? Si has llegado hasta aquí, espero que al menos lo hayas disfrutado. Para más cosas sobre la cultura celta, seguid atentos a nuestro contenido.
Se despide de vosotros vuestro buen amigo, @RemusOkami.
¡Un saludo, clionautas!
Bibliografía:
- Ruiz Zapatero, Gonzalo (1991): ¿Quienes eran los celtas? Revista de Arqueología.
- Ruiz Zapatero, Gonzalo (1993): El concepto de celtas en la prehistoria europea y española. En Almagro Gorbea (coord.): Los celtas: Hispania y Europa.
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