#Hilo 🧵🎶‘Me gustaría morirme un martes, es un día muy aburrido’, dijo alguna vez Chavela Vargas quien se imaginaba a la muerte como una bailarina de flamenco, morena y brava. Estas palabras vienen a cuenta hoy que se cumplen nueve años del fallecimiento de la cantante.
María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano fue su verdadero nombre. Su lugar de nacimiento fue Costa Rica, y a los 17 años decidió dejar su país, luego que nunca entendieron sus razones para usar pantalones y las canciones mexicanas que interpretaba desde los 14 años.
De aquellos primeros años en México, a finales de los años treinta, Chavela recuerda que vivía en un pequeño cuarto en la azotea de un edificio, se empleó como asistente en una casa y también vendía ropa para niños.
‘Macorina’, una canción de rebeldía del siglo XVII, fue la que marcó su carrera cuando se hizo cantante profesional. A finales de los treinta conoció a Frida Kahlo y vivió un año en la casa de Frida y Diego Rivera.
Desde un principio, Chavela Vargas dejó en claro su estilo directo, desafiante y por momentos radical. Se dice que debajo del gabán, con el que siempre salía a actuar, portaba una pistola y todo porque alguien le dijo que se veía bien con la pistola.
Su compañero de borrachera y canciones fue José Alfredo Jiménez. La cantante narró alguna vez que la canción de ‘El caballo blanco’ de José Alfredo Jiménez, fue un homenaje a un ruinoso Ford blanco del compositor en el que viajaban durante sus borracheras.
Y otra de las leyendas en torno a esta singular pareja ocurrió el día en que era velado José Alfredo Jiménez, noviembre de 1973. Se cuenta que Chavela Vargas llegó hasta la agencia funeraria y completamente borracha abrazó el féretro de su amigo y lloró su dolor.
Si bien fue hasta que cumplió 81 años cuando dejó en claro que era lesbiana durante una entrevista, la cantante siempre desplegó su libertad sexual. Una de sus parejas fue Frida Kahlo, existen versiones de que tuvo un romance con la actriz Ava Gardner.
En torno a sus amoríos existe la leyenda urbana de que le bajó la novia al mismísimo Emilio Azcárraga, allá por 1964. Resulta que el empresario sostenía un noviazgo con Arabella Árbenz Villanova, una chica guatemalteca, que dicen los injuriosos se quedó prendada de Chavela.
Otra leyenda sobre su vida amorosa habla de secuestros y de un caballo por la Avenida Insurgentes, pero Chavela aclaró que seguramente se referían al Alfa Romeo blanco en que paseaba a sus conquistas a las que nunca forzó a nada.
El alcoholismo fue el gran fantasma de su vida. ‘El viernes estrenaba un coche y el lunes ya no tenía nada, me emborrachaba y me iba a cantar por las calles. Yo tomaba tequila, todo me lo tomé, por eso no quedó nada allá’, confesó en una de las entrevistas que concedió.
Fue el alcoholismo la que lo obligó a retirarse por cerca de 12 años y reapareció a principios de los años noventa en el bar ‘El Hábito’, en Coyoacán, y fue el empresario Manuel Arroyo quien la llevó a España y la presentó con Pedro Almodóvar.
El director de cine quedó fascinado con su voz ronca, profunda y esos silencios entre la guitarras de las canciones de José Alfredo, por lo que le ofreció incluirla en la banda sonora de la cinta ‘La flor de mi secreto’.
Una cosa llevó a la otra, Chavela Vargas se hizo famosa en toda España, alternó con Joaquín Sabina y Víctor Manuel y regresó a México para cantar en el Palacio de Bellas Artes.
Chavela Vargas se presentó dos veces en el Zócalo capitalino y en declaraciones a la prensa habló de Luis Miguel y sin pelos en la lengua dijo: ‘Se siente la mamá de Tarzán y además es antipatiquísimo’.
Las actuaciones en México fueron pretexto para llevar su sentir a otros países de América Latina, como ocurrió en abril de 2004, en Argentina.
La polio en la infancia, más tarde pólipos en el intestino y otros males, la llevaron a la medicina tradicional y muy en especial a curanderos huicholes. Esta fe en la medicina tradicional la llevó a convertirse en ‘chamana’, y hay varias historias de personas tratadas por ella.
'Porque yo adonde voy hablaré de tu amor como un sueño dorado y olvidando el rencor, no diré que tu adiós me volvió desgraciado’, reza ‘Un Mundo Raro’, de José Alfredo, que fue uno de los estandartes de Chavela Vargas a quien seguiremos recordando. Final del #Hilo. #chavelavargas
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