Emilio Tejera (emilio-tejera.blogspot.com) Profile picture
Escritor por amor a primera vista, siempre con una historia en marcha. Científico apasionado por la divulgación. Hallaréis textos míos en https://t.co/xJS3Y5topL

Aug 8, 2021, 39 tweets

Días difíciles requieren decisiones de riesgo. Como cuando los aliados apostaron por un proyecto aparentemente imposible para ganar la 2ª Guerra Mundial. Tan imposible que lo era.

EL DÍA QUE EEUU QUISO IMITAR A FROZEN Y USAR ICEBERGS PARA DERROTAR A HITLER.
Abrigaos que refresca


La guerra es uno de los máximos estimuladores del ingenio humano. Los gobiernos invierten mucho dinero y tiempo en que mucha gente se dedique a crear nuevas invenciones que no sólo pueden ser útiles como armas, sino también para las comunicaciones, desarrollo de materiales, etc.

Algunas de esas invenciones luego pasan a la vida civil y hacen nuestra vida más sencilla. Otras, en cambio, sería mejor que no se hubieran inventado jamás.

Al mismo tiempo hay que tener en cuenta que el primer frente de batalla en toda guerra es la logística.
La 2ª Guerra Mundial fue una contienda en la que era muy importante ver quién era capaz de construir más tanques y barcos, lo cual implicaba fabricar acero, cables, etc...

De hecho, fue una contienda donde se dirimió la capacidad de producción industrial de USA y Reino Unido contra Alemania, por simplificar.
Por ejemplo, cuando USA mandaba un camión a Europa, mandaba otros 2 desmontados para que hubiera piezas de repuesto de sobra. Esos detalles

Pues bien, en aquella época, escaseaba el acero y toda clase de materiales, pero hacían falta portaaviones que pudieran llevar naves que bombardearan a los países enemigos. Así que había que buscar un modo de congeniar ambas necesidades.

Entonces, un hombre que trabajaba en la Sección de Operaciones Combinadas del Reino Unido, Geoffrey Pike, tuvo una idea. ¿Falta acero para construir portaaviones? Pues utilizamos uno de los materiales más abundantes del mundo (al menos antes del cambio climático): el hielo ártico

Pyke imaginaba una gran nave hecha de hielo que tardaría en derretirse, viajando como un iceberg hacia las regiones enemigas, soportando el peso de múltiples aviones, sirviendo de base para operaciones militares sin gastar apenas acero y otros materiales. ¿Qué podía salir mal?

Antes de que nos riamos de la idea, hay que tener en cuenta que en aquella época se probaron otras muchas soluciones para los complejos problemas que planteó la guerra. A priori, muchas de ellas no se sabían si iban a funcionar.

La bomba atómica fue uno más de esos muchos proyectos, y no se sabía si iba a salir bien. De hecho, durante algún tiempo, los creadores de la bomba atómica se plantearon la posibilidad de que su invento pudiera prender fuego a la atmósfera y liquidar toda la vida en la tierra.

Además, el proyecto iba muy bien avalado porque al mando de Pyke estaba Lord Mountbatten, quien más tarde sería conocido por la persona que ayudó a liderar desde el lado británico la transición de la India para convertirse en un país libre.

Mountbatten era a su vez muy amigo de Churchill, quien se entusiasmó con la idea de la isla de hielo y promovió buena parte de sus apoyos

Así pues, el proyecto se puso en marcha. Su nombre fue el bíblico Habakkuk, un profeta del Antiguo Testamento que pronuncia las palabras: He aquí, vosotros entre las naciones, y ved, y asombraos porque haré una obra en vuestros días, que no creeréis, a pesar de lo que se os diga.

A ella se destinaron algunas de las mentes más preclaras de aquella época. Uno de ellos fue John D. Bernal, uno de los padres de la cristalografía por rayos X. Pero como era sospechoso de comunismo, vetaron a algunos de sus colaboradores (paradójicamente, por ser amigos suyos)

Otro fue Max Perutz. Éste era de origen austríaco; cuando la guerra le pilló en Cambridge, fue internado en un campo de prisioneros por ser sospechoso de colaborar con el enemigo. Pero cuando se dieron cuenta de que podía ser más útil como científico para su bando, le reclutaron

Max Perutz se haría más tarde famoso por desentrañar la estructura de la mioglobina y la hemoglobina -por lo que ganó el premio Nobel-, y también por contratar a Watson (uno de los descubridores de la estructura del ADN) para su laboratorio

También sería conocido por escribir un divertido libro de divulgación, "I wish I had made you angry earlier", donde contaba entre otras historias su participación en el proyecto Habakkuk, o "la nave témpano", como lo denominaba él emilio-tejera.blogspot.com/2017/09/el-lib…

Lo primero de lo que se dieron cuenta era de que el hielo era un material muy malo para trabajar. Era duro, sí, pero también era frágil. Se trataba de hacerlo más resistente (entre otras cosas, se planteaba que pudiera resistir el impacto de bombas).

Rebuscando en la literatura, se les ocurrió que una forma de aumentar su resistencia era mezclar el agua con pulpa de madera (el componente base con el que se hace el papel). Así pues, hacía falta más madera

El nuevo material, en efecto, era más útil para sus propósitos. De hecho, en 1-2 pruebas, se disparó una bala contra esta novedosa mezcla; en ambos casos, la bala rebotó y estuvo a punto de herir a uno de los testigos de la prueba -las dos veces era un militar de alta graduación.

A este nuevo material le llamaron pykerita, en honor al quien tuvo la idea original del portaaviones de hielo. Y se decidió que la mayor parte del portaaviones tendría que estar hecho de este nuevo material, el cual podéis ver en la foto

Las primeras investigaciones del proyecto se llevaron a cabo bajo el Mercado de Carne de Smithfield, en Londres, en una cámara frigorífica para enfriar filetes y solomillos, de los cuales sin embargo los investigadores no llegaron a probar ninguno (la ciencia siempre mal pagada)

Lo 1º que Perutz dedujo fue el que el hielo de la nave se deformaría al viajar mucho tiempo sobre el agua, a no ser que se incluyera un aislamiento de acero que permitiera conservar la temperatura por debajo de -16º C. Ese aislamiento era una complicación adicional, pero factible

Mientras se hacían planes, se construyó un modelo a escala en el lago Louise (Canadá), de 18x9 metros y 1000 toneladas. Parece grande, pero se queda corto si pensamos que el proyecto se planteó de 1200x180m de superficie, con 2,2 millones de toneladas, 300.000 de pulpa de madera

Como os podéis imaginar, el diseño tenía muchos problemas. Se decía que el uso de tanta pulpa de madera imposibilitaría que el Reino Unido pudiera producir suficiente papel para el resto de las necesidades de guerra.

Otro inconveniente era que se veía imprescindible el uso de un timón, pero para una estructura de 30 metros de altura, aquello era un problema técnico difícil de superar. Hay que tener en cuenta que el Habbakkuk era mucho mayor que los petroleros de la época: como un iceberg

De hecho, Perutz empezó a ver problemático el proyecto cuando se dio cuenta de que, para congelar tal masa de pykerita, incluso en las condiciones árticas, haría falta dejar el material todo un año hibernando.

Así pues, para tener el barco listo para ser utilizado a tiempo para la guerra, debería emplearse una planta de refrigeración. Y el inconveniente es que necesitaría tanto acero como el que supuestamente se quería ahorrar con la "nave témpano". Aquello empezaba a no cuadrar.

Al final la idea se disolvió. Muchos hablaron mal de ella en su momento; otros la calificaron como plausible pero ridícula. Perutz atribuye su éxito inicial al hecho de que se enfrentaban a problemas colosales, y en esa época se fijaban más en resolverlos que en si tenía sentido

Otra forma de verlo es que, cuando te enfrentas a un reto, existen muchas maneras de solventarlo, y no sabes cuál va a salir bien. Como hemos visto para las vacunas del COVID, es necesario no investigar una sola vía, sino muchas, confiando en que una de ellas te dará la solución.

Quizás esta es la mejor idea que podríamos aprender de esta historia. En ciencia, no basta con ser ahorrativo y apostar sólo al caballo favorito: hay que fomentar muchas áreas, y unas pocas nos darán beneficios que compensarán las muchas que salieron mal.

Aunque situaciones límite, como las guerras, exageren esta opción hasta el punto de financiar proyectos irreales.

Como epílogo, decir que se desmontó la instalación en el lago Lousie (sólo queda una placa), mientras el prototipo del Habakkuk se hundía lentamente, y ahí sigue, aunque una arqueóloga subacuática han denunciado que los actos vandálicos contra él ponen en peligro su existencia

Demostrando que casi todos milagros anunciados por los profetas acaban desapareciendo mediante el arma más poderosa de todas, más fuerte que cualquier maldición o vaticinio: el tiempo.

Y con estas imaginativas especulaciones gráficas sobre cómo podría haber sido el denominado "bership", la "nave témpano" o, en el fondo, esa alocada estrategia de los aliados de desplazarse sobre un gigante cubito de hielo, nos despedimos


Si os ha gustado la historia, podéis llenarla de corazoncitos, retuitearla, seguirme a mí o a mi blog (), o serviros una bebida bien fría, con mucho hielo: a ser posible, agitado, no revuelto emilio-tejera.blogspot.com

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¡Pasadlo bien!

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