Julieta Ovalle Profile picture
Abogada · Litigio y Arbitraje @BufeteOvalle · Profesora Posgrado @DerechoUNAMmx · Música, Ópera, Ballet, Pintura · Ohne Musik wäre das Leben ein Irrtum · 🎹🩰🎾

Aug 16, 2021, 38 tweets

"Passionate Spirit: The Life of Alma Mahler", por Cate Haste.

Capítulo I: "Vienna Childhood 1879-1898”.

#PassionateSpirit #SundayBlues #TeamLimantour

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“Alma Mahler was a woman of extraordinary complexity. Challenging, difficult, charismatic, generous, passionate, and self-serving, she was the objet of veneration and mocking disdain and the doyen of elite Viennese society for several decades”.

Así inicia este libro sobre una mujer excepcional y controversial, que en palabras de la autora, definió su vida a través del amor. Ya sea que se le considere musa de genios o "femme fatale", su talento musical ha sido minimizado o atribuido a otros.

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Se le ha acusado de antisemitismo, a pesar de que tuvo dos esposos judíos, a uno de los cuales siguió al exilio para escapar de los Nazis, tuvo múltiples amantes judíos y su círculo social estaba compuesto principalmente de judíos.

En esta obra Cate Haste busca hacer una valoración el legado de Alma Mahler, comparando los juicios hechos sobre ella en contra de la evidencia disponible, que si bien en muchos casos es controversial, deriva de muy diversas fuentes: diarios, cartas, autobiografías y testimonios.

A los 19 años, Alma era considerada la más bella joven en Viena. Cuando entraba en una habitación, la gente volteaba. Su personalidad era volátil: en un minuto era una gran dama, imponente y majestuosa, y al otro era alegre y vivaz, revelando una “suave feminidad vienesa”.

Alma fue una mujer moderna que vivió fuera de su tiempo. Con una voluntad independiente, una mente inteligente propia y con un fuerte sentido de su propio valor, tenía ambiciones que iban mucho más allá de lo que esperaba de una joven en la Viena de fines del siglo XIX.

Alma era profundamente romántica. Necesitaba ser intensamente amada y también sentir amor con una pasión que la incendiara. Sólo los talentos creativos superiores inspiraban su amor. Sintió atracción irresistible y erótica por una serie de hombres extraordinariamente talentosos.

Gustav Klimt fue su primer amor; Gustav Mahler fue su primer esposo; el pintor expresionista Oskar Kokoschka fue su amante; su segundo esposo fue el arquitecto Walter Gropius, fundador del movimiento modernista de la Bauhaus; y el tercero fue el novelista y poeta Franz Werfel.

Muchos otros escritores, compositores y artistas que la idolatraban elogiaban su “don único”, su profundo y misterioso entendimiento de lo que los hombres creativos intentaban alcanzar y su capacidad de convencerlos de que podían lograr lo que buscaban.

Sin embargo, Alma no anticipaba todo esto. A los 18 su pasión era la música y su única aspiración era ser una compositora, algo sumamente ambicioso para una joven de su época, pues las mujeres todavía no podían estudiar en las academias de música y arte.

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A los 21 años Alma tuvo que enfrentar el dilema de escoger entre su pasión por un genio que casi le doblaba la edad, Gustav Mahler, o seguir su propio objetivo, su música. Escogió al genio convencida de la nobleza de entregarse a un ser superior que daría significado a su vida.

A pesar de que dejar su propia música le dejó una herida permanente, la música sería su fuente de fortaleza durante una vida de pasión y drama ensombrecida por la tragedia de la muerte de Mahler y de 3 de sus hijos. “Love was the core of her existence”.

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Nacida en 1879, Alma pasó su infancia en los círculos artísticos bohemios a los que pertenecían sus padres, Emil y Anna Schindler, y como adolescente vivió en el centro del ambiente avant-garde vienés, el movimiento de la Secesión del cual su padrastro Carl Moll fue cofundador.

El autodescubrimiento de Alma tuvo lugar a fines del siglo XIX en Viena, el imán de talento del Imperio Austro-Húngaro, en el que los artistas, compositores, escritores, arquitectos, dramaturgos y científicos buscaban expresar la nueva alma y espíritu del hombre y mujer modernos.

A pesar de la vibrante energía cultural de la ciudad, subyacía un sentimiento ominoso de desasosiego. El Imperio Austro-Húngaro empezaba a fragmentarse, ante lo cual el zeitgeist vienés cada vez más se volcaba hacia los unificadores y exuberantes bálsamos del arte y la cultura.

El guía y mentor de la joven Alma en esta atmósfera cultural fue su padre, el pintor Emil Jakob Schindler, exponente del realismo poético. En las muchas horas que pasó en su estudio viéndolo pintar adquirió un sentido intuitivo del proceso y la lucha de la creación artística.

A los 8 años, su padre le leyó y regaló el Fausto de Goethe, con el cual Alma quedó embelesada, engendrando en ella un interés por la literatura y después por la filosofía.Sin embargo, su educación fue irregular. Tanto ella como su hermana fueron educadas en casa por tutores.

La expansiva imaginación de Alma también fue fomentada por los opulentos espectáculos del amigo de su padre Hans Markart, el más artista más de moda de la era. Era la influencia dominante en pintura, moda y diseño de interiores.

Al lado de toda esta extravagancia romántica, Alma era una joven con sentido de las dificultades de la vida. Cuando Alma nació su padre era un pintor en ciernes, lleno de culpa, dudas y con una tendencia a la melancolía.

Los problemas económicos plagaban a los Schindler. A pesar de que había ganado la prestigiosa medalla Karl Ludwig en 1878, Emil Jakob ganaba muy poco dinero como pintor. Fue hasta 1881 que ganó el premio Reichel y que empezó a recibir comisiones que su situación empezó a mejorar.

Cuando Alma tenía 5 años, su padre rentó el castillo Plankenberg, cerca de los bosques de Viena. Para Alma estaba llena de belleza, leyendas y miedo. En sus palabras, ahí vivía como princesa separada del mundo, en medio de la naturaleza, de la cual su padre era el profeta.

En 1886 el Príncipe coronado Rodolfo pidió a Schindler que le ilustrara su libro “La Monarquía Austro-Húngara en Palabras y Pinturas”, para lo cual se mudó junto con su familia por varios meses a la costa dálmata para trabajar en sus estudios y bosquejos.

En enero de 1888 la familia se mudó a Corfu, y fue ahí que Alma encontró una nueva ocupación. A los 9 años, en un pianino, Alma empezó a componer su propia música. Ese año regresaron a Viena, y Schindler era ya considerado de los pintores más importantes del Imperio.

En un vacaciones familiares en el Mar del Norte en 1892, Schindler empezó a sentir dolores abdominales, su condición empeoró rápidamente y falleció. Fue un golpe devastador. Alma, de 13 años, quedó con un doloroso vació de amor, una herida que permaneció de por vida.

La familia se mudó a un departamento en Theresianumgasse . Alma lidiaba con la soledad que sentía por el inmenso sentimiento de abandono y vacío irremplazable por la pérdida de su padre sumergiéndose en libros y música, tocando, componiendo y escuchando sobre todo a Wagner.

En 1895 su madre se casó con Carl Moll, su amante de muchos años, quien había sido alumno y asistente de Schindler. Junto con Gustav Klimt, Carl Moll fundó el movimiento de la Secesión de Viena en 1897, que rechazaba la extravagancia decorativa e imitativa del Ringstrasse.

Para la Secesión, el estilo de la Ringstrasse, que imitaba estilos históricos y que era emblema de la grandeza y esplendor del Imperio de los Habsburgo, era una fachada que disfrazaba la verdadera naturaleza de la sociedad vienesa.

Gustav Klimt era una figura central en el movimiento de la Secesión (y también en el despertar emocional y sexual de Alma), que desarrolló un estilo único bajo el motto “Der Zeit Ihre Kunst / Der Kunst Ihre Freiheit”: A cada tiempo su arte, a cada arte su libertad.

Los Secesionistas proclamaron un nuevo lenguaje auténtico, simple, de pureza de líneas y claridad en el propósito. Este espíritu de regeneración estética se expandió a toda la vida creativa e intelectual de Viena de fin de siglo, que ya presentía el final de una era.

Es en este ambiente que Alma Schindler creció. De idolatrar el realismo poético de su padre, Alma pasó a estar en medio del movimiento artístico más vibrante y revolucionario en Viena, mientras se desarrollaba una nueva estética y lenguaje artístico.

A pesar de estar rodeada de artistas, la pasión de Alma era la música. Iba a la ópera 2 o 3 veces por semana y cada domingo a la Filarmónica de Viena. Desde 1894 tomaba clases de música con el organista y compositor Josef Labor y piano con Adele Radnitzky-Mandlick.

Alma era una hábil pianista. A los 19 se sabía las partituras de la mayoría de las óperas de Wagner. En su diario escribió: “Ayer toqué Die Walküre hasta tarde. El pasaje donde Siegfried lleva a Sieglinde apasionadamente hacia él es maravilloso -qué fuego, ardor erótico genuino”.

Tenía un intenso interés en la composición. Cada semana componía dos o tres piezas para piano, variaciones y canciones con poemas de Goethe, Rilke y Heine entre otros. Su madre cantaba sus canciones en conciertos organizados por su maestra de piano o en reuniones en casa.

A pesar de que su educación informal había sido limitada, tenía un apetito voraz de conocimiento. A los 19 estaba familiarizada con la obra de Platón, Sócrates, Nietzsche y Spinoza y con la poesía de Goethe, Rilke y Heine. En su biblioteca secreta tenía obras de Zola y Flaubert.

Mientras Alma forjaba su independencia, el dolor por la pérdida de su padre no cesaba. A pesar de que estaba incluida en la vida social de sus padres, se sentía como una intrusa. La conflictiva relación que tenía con Moll y su madre empeoró en 1899 con el embarazo de esta última.

Alma se sentía aislada, rechazada y confundida, y contemplaba sus opciones: pedir dinero a su madre y su padrastro para mudarse, huir… o casarse. Pero aún no llegaba nadie adecuado que ella amara lo suficiente.

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