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Aug 19, 2021, 26 tweets

#Hilo 🧵🏙️Hoy queremos proponerles un paseo por aquellas calles del centro de la Ciudad de México que resultan vitales para la memoria de la capital. Vamos a conocer la historia y misterios de Madero, el Callejón de la Condesa, Cinco de Mayo, Donceles, Eje Central y Moneda.

El Eje Central o Eje Lázaro Cárdenas, el cual fue abierto en junio de 1979, cuando al Regente en turno, Carlos Hank González, se le ocurrió construir los ejes viales sin considerar los edificios que fueran arrasados.

El actual Eje Central corre desde Río Churubusco y hasta la Central del Norte, pero antes de adoptar ese nombre y la anchura que hoy tiene, sus distintos tramos tenían otros nombres que han quedado en el olvido.

Uno de los más enigmáticos es sin duda ‘Calle del Niño Perdido’ que era el tramo de la Colonia Portales hasta Arcos de Belén. El nombre fue en recuerdo a una historia de los tiempos de la Nueva España.

Don Adrián de Villacaña y su hijo Lauro, enfrentaron la muerte de la esposa y madre, respectivamente, y por ello decidieron viajar a la Nueva España por allá de 1659. En la capital, Don Adrián sufrió los embates de una rara enfermedad y para no dejar solo a Lauro buscó casarse.

Lauro no aceptó a la elegida y huyó de la casa paterna, ubicada en la zona cercana a donde hoy se encuentra el Eje Central y nunca fue encontrado, y de ahí vino el nombre de ‘Niño Perdido’.

Sobre los otros tramos del Eje Central, el que va de Madero hacia el norte se llamaba Santa María La Redonda, de Arcos de Belén a Madero se llamaba San Juan de Letrán y hacia el sur, el tramo del actual Eje 8 a la calle de Ajusco, cerca de Río Churubusco, se llamaba Panamá.

Y ahora vamos hasta la esquina del Eje Central y Madero, el mayor cruce peatonal de la capital; caminemos por Madero para conocer su historia.

El primer nombre de esta importante vía fue San Francisco en homenaje al Convento de San Francisco que fue levantado en los tiempos de la Colonia y del cual todavía queda la iglesia del mismo nombre.

La calle también tuvo los nombres de Plateros y La Profesa, en las cercanías a la Plaza de la Constitución. Por esta calle es que el Ejército Trigarante se enfiló en 1821, hacia el hoy Zócalo para dar fe de la Independencia de México.

El nombre de Francisco I. Madero, le fue puesto por Francisco Villa que en 1914 pasó por esta calle y colgó un letrero con el nombre del iniciador de la Revolución, y dejó muy en claro que quien tuviera la osadía de quitar el letrero sería fusilado.

En 2010, la calle fue sometida a una renovación y fue habilitada para ser totalmente peatonal, lo que la convirtió en la principal vía para llegar hasta el Zócalo.

Sigamos por Madero y nos paramos justo donde se levanta el Palacio de los Azulejos, ahí donde está el Callejón de la Condesa donde ocurrió un altercado que duró tres días y que trascendió los tiempos de la Colonia y hoy es una de las muchas anécdotas sobre el centro capitalino.

Era 1691, desde el carruaje del Marqués de Santa Fe de Guardiola y el del Marqués de la Villa de San Miguel de Aguayo, se inició una batalla verbal sobre quién debía cruzar primero. El altercado llegó a oídos del Virrey y este les ordenó retroceder para salvar el honor de ambos.

Demos vuelta a la izquierda sobre el Callejón de la Condesa y caminemos hacia Cinco de Mayo, una ancha calle que nos lleva hasta el Zócalo, pero que en sus inicios era una serie de callejuelas y fue abierta a partir de que fueron derribadas varias edificaciones.

En los tiempos de la Colonia, los nombres del embrión de esta calle fueron Arquillo y mecateros y llegaban a la altura del cruce con Isabel La Católica, en donde se topaban con el Convento de la Profesa y así se mantuvo hasta los tiempos de la Reforma.

En 1861, promulgadas las Leyes de la Reforma, las autoridades procedieron a ampliar lo que luego sería Cinco de Mayo y no se tentaron el corazón para tirar los conventos e iglesias que se pusieran en su camino.

Luego de la Batalla del 5 de mayo de 1862, la nueva vialidad recibió ese nombre y fue ampliada en los tiempos de Porfiiro Díaz, en preparación hacia el Centenario de la Independencia.

Las obras para ampliar la calle incluyeron la destrucción de los Conventos de la Profesa y Santa Clara. En 1900 fue derrumbado el Teatro Nacional, con la idea de que el Palacio de Bellas Artes sería el nuevo Teatro Nacional.

Sigamos caminando en dirección a la Lagunilla, cruzamos Tacuba y llegamos a Donceles, una calle donde se levanta el Teatro de la Ciudad ‘Esperanza Iris’ y en la esquina con Bolívar se encuentra la sede de la Asamblea Legislativa Capitalina.

Se trata de una de las calles más antiguas de la ciudad y se dice que su trazado data de 1524 y fue una de las primeras calles que fueron usadas por los conquistadores españoles para levantar sus casas.

Antes de llamarse Donceles, un nombre cuyo origen es desconocido, los distintos tramos de la vía llevaron los nombres: Chavarría, Montealegre, Puerta Falsa de San Andrés y Cordobanes.

Otras edificaciones que se pueden encontrar en esta calle son el Palacio de los Condes de Heras y Soto, el Antiguo Colegio de Cristo, el Palacio del Marqués del Apartado y el Templo de la Enseñanza.

Dejamos Donceles y regresamos a Cinco de Mayo en dirección al Zócalo y ya estando en la plaza cruzamos por la Catedral Metropolitana y vemos Palacio Nacional, ponemos rumbo a la calle de Moneda que para algunos historiadores es una de las más bellas del centro capitalino.

El nombre de Moneda se debe a que sobre la calle fue levantada la sede de la Casa de Moneda en los tiempos de la Colonia y que hoy es un museo. Además se puede visitar el Antiguo Palacio del Arzobispado, en cuyo sótano se encuentran los restos del Palacio Rojo de Tezcatlipoca.

La calle es una total verbena como un recuerdo de que antes de la llegada de los españoles ya era una zona de vendimia. Así concluimos nuestro paseo por algunas calles que reviven la historia de nuestro Centro Histórico de la capital del país. Final del #Hilo.

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