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Bioquímica, cristalógrafa y ahora divulgadora. Porque la curiosidad no mató al gato :)

Sep 10, 2021, 31 tweets

Siempre nos dicen que las bacterias se tratan con antibióticos y los virus no, pero hoy os voy a contar una historia que contradice esa afirmación, y que será mi participación en #HilosDC7. Vamos a ver... ¿Todas las infecciones bacterianas se curan con antibióticos?

Pues depende, como todo en la vida. La mayor parte de las bacterias sí se pueden matar con antibióticos, pero cuando nosotros somos los infectados, a veces esa no es la mejor opción.

Por ejemplo, las bacterias contra las que nos vacunamos, en un par de tweets se entenderá por qué. Id pensando qué tienen en común el tétanos, la difteria y la tos ferina.

Pero yo voy a elegir otra bacteria, una muy famosa, pero que pocas veces se llama por su nombre. Yo quiero hablar de la E. coli O104:H4. Es una E. coli más, pero hipervitaminada. La conocemos todos como "la bacteria de los pepinos" o "la de los alemanes".

Fue la causante de un brote en Alemania en el año 2011 y a puntito estuvimos de empezar la guerra del pepino tras las acusaciones alemanas. Pero yo no voy a hablar de geopolítica.

Yo venía a hablar de la bacteria.

Y es que resulta que esa E. coli produce una toxina, la toxina Shiga, llamada así para honrar a su descubridor. Kiyoshi Shiga la descubrió, junto a la bacteria que la producía, hace más de 100 años en Japón.

Esta toxina la produce también Shigella dysenteriae, una bacteria que bueno, debería ser una Escherichia como E. coli, pero tenemos un lío tremendo con esto de los nombres. Se parecen mucho, y ambas producen disentería. Hablando claro: diarreas de cuidao.

El caso es que, además de lo que hace la bacteria, la toxina le da un empujoncito para que produzca lo que llamamos síndrome urémico hemolítico.

Que empieza como la diarrea normal de toda la vida, pero después se complica: fiebre, más vómitos, incapacidad para orinar, palideces, luego te pones amarillo (ictericia), tus heces tienen sangre, empiezas a tener pequeñas hemorragias bajo la piel... vamos, algo nada agradable.

Y pensaréis que claro, la cosa es sencilla: un antibiótico para la E. coli O104:H4 esa, y ya está. Pues no, error. Porque si tratamos a una persona que tiene una bacteria que genera toxinas con un antibiótico, sí es peor el remedio que la enfermedad. ¿Cómo?

Vamos a ver...

Las toxinas están dentro de la bacteria. Si no hacemos nada, con suerte y mucha hidratación, eliminaremos bacterias y nuestra microbiota recuperará su nicho. Para eso tenemos que cuidar a nuestros microbichos!

Pero si en cambio optamos por dar un antibiótico... además de cargarnos parte de nuestros microbichos buenos, mataremos a las malas. Al matarlas, liberaremos todas las toxinas que estaban en su interior, y el síndrome urémico hemolítico hará de las suyas.

Y no se queda ahí... porque cuando llega el antibiótico y la bacteria se entera suelta un "uuppps", se agobia, y empieza a generar toneladas de toxina como si no hubiese mañana, en modo kamikaze.

Nuestro objetivo en este caso es minimizar la cantidad de toxinas liberadas, porque la toxina es mucho peor que la bacteria. La toxina nos puede matar, pero la bacteria sin toxina solo nos hará pasar un mal rato.

¿Y por qué me atraen a mi tanto estas toxinas?

Shiga siempre fue una de mis favoritas, pero hay más, y muchas comparten algo que hace que yo me interese: ¡Vienen de fagos!

Sí, las toxinas que hacen maldades en las bacterias, no son de la bacteria, son de un fago que se ha insertado en la bacteria con un trato: yo me quedo aquí sin molestar mucho, tú me dejas quedarme y a cambio yo te doy una toxina con la que dominar intestinos.

Estamos hablando de fagos lisogénicos, los que se insertan en la bacteria y se convierten en profagos, se multiplican con la bacteria y pasado el tiempo, llegan incluso a perder la capacidad para salirse y volver a su ciclo lítico.

Esto es muy común, y parte del genoma de las bacterias fue alguna vez un fago, igual que nosotros tenemos restos de virus en el nuestro.

Así que ahora ya sabemos que aunque siempre decimos que los fagos son nuestros aliados contra las bacterias, siempre hay excepciones que confirman la regla, y en este caso tenemos a los profagos, que nos la juegan y se ponen del lado de las bacterias. ¡Traidores!

Para que no cunda el pánico, que después me dicen que mi objetivo en la vida es asustar, vamos a decir también que, si no pifiamos con lo de los antibióticos, la infección se suele curar solita pasada una semana, como otras muchas infecciones que causan diarreas.

Normalmente con asegurar una hidratación adecuada es suficiente: perderás un par de kilos y será una semana dura, pero te recuperarás sin grandes problemas.

Pero eso tampoco quiere decir que no debamos ir al médico, porque se puede complicar, y es bueno que se haga seguimiento, y que se pueda localizar el origen del brote para que no afecte a más gente.

Yo empecé hablando de la O104:H4, la de los pepinos, pero esa no es frecuente, aunque tuviese su momento de fama.

La más famosa es la O157:H7, que también genera la toxina Shiga y que además causó pesadillas a los dueños de muchos restaurantes de comida rápida, especialmente en Estados Unidos. Uno de los casos más famosos fue el de Jack in the Box en 1993.

Sus restaurantes vendieron carne contaminada en varios estados y afectó a más de 700 personas, la mayoría niños. Cuatro murieron y varias decenas quedaron con secuelas de la enfermedad. Desde entonces se controla que la carne no esté contaminada con E. coli O157:H7.

Nuestra experiencia europea reciente no fue mejor: casi 4000 contagiados, unos 800 con síndrome urémico hemolítico, más de 50 muertos y pérdidas millonarias mientras no se localizaba la fuente de la contaminación.

Por si alguien lo ha olvidado... no, ni fueron los pepinos españoles. Los alemanes nos querían cargar el marrón a nosotros pero no.
Por suerte, evitar los contagios es bien sencillo.

Solo tenemos que cumplir unas normas básicas de higiene, tanto en la manipulación de los alimentos a nivel industrial, como en nuestras casas. Ya sabéis... ¡hay que lavarse las manos!

Que sí, que el coronavirus no lo vamos a pillar tocando algo... pero una bacteria con un profago dentro preparado para generar toneladas de toxinas, quizá sí.

Así que insisto, nada de tomar antibióticos a lo loco sin saber qué se tiene, y tampoco nada de comer con las manos sucias, que Shiga está esperando para hacer de las suyas.

Muchas gracias por la lectura, ahora buscad otros hilos en #HilosDC7 en los que encontraréis otras historias interesantes.

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