El 10 de abril de 1994 Diego Armando Maradona llegó en un vuelo de Austral a la provincia de La Pampa. Como si se tratara de la escena de entrenamiento de la película Rocky IV, se aisló junto a Fernando Signorini y realizó la preparación física previa al mundial de Estados Unidos
Vestido con un equipo deportivo con los colores de la Selección Argentina, el 10 pisó suelo pampeano y fue recibido por un millar de santarroseños en el aeropuerto local, al que arribó en un vuelo regular junto a su representante, Marcos Franchi, y un séquito de colaboradores
En la capital pampeana lo esperaba su papá, Don Diego, y su PF personal, Fernando Signorini, quienes habían llegado un día antes para acondicionar el lugar en el que el astro comenzaría los entrenamientos de cara a su gran objetivo: jugar el Mundial de Estados Unidos '94.
"¿A dónde me trajeron?", preguntó Diego, visiblemente enojado al constatar que las instalaciones no tenían ni por asomo las comodidades a las que estaba acostumbrado. "A Fiorito te trajimos", respondió Signorini, como para hacerle recordar al ídolo sus humildes inicios.
El campo, que se llamaba «Marito», estaba a 61 kilómetros de Santa Rosa. Tenía una casa sencillita, pero muy confortable: dos plantas, techo de tejas, 6 habitaciones, televisor blanco y negro, energía propia por un generador y una galería fresca, ideal para jugar al truco.
En su libro "Yo soy el Diego", el 10 recordó: "A don Ángel lo había conocido en mis vacaciones en Oriente. Un tipo bárbaro, de campo. En medio de uno de los partidos de truco que habíamos jugado allá, él me dijo: Diego, cuando quiera se viene por mi campo, pasando Santa Rosa.
Cuando Marcos Franchi lo llamó de parte Maradona, don Ángel no le creía.
—En serio, don Ángel. Le hablo de parte de Diego. Queremos aceptar el ofrecimiento que nos hizo aquella vez y pasar unos días en su campo...
—Sí, claro, je, je, je...
También en su libro, el astro recordó: "Llegamos el 10 de abril y nos quedamos hasta el domingo 17. En una semana, hicimos de todo: trabajo aeróbico con Fernando, donde llegamos a correr 16 kilómetros diarios; también hacía box con Miguel Ángel Campanino, un ex campeón argentino"
"Es cierto que las comodidades eran las básicas, pero esa era nuestra idea", recordó Signorini. "Diego era adicto a la televisión, y en el campo había un televisor chiquito blanco y negro, con un solo canal y que se veía todo nevado.
Fernando Signorini buscó en todo momento que Diego volviera a las fuentes, alejarlo de los flashes y de las tentaciones que lo atormentaban.
"Esos días, recordaban sus tiempos de Fiorito, sus luchas, y todo eso lo ayudó a Diego. Fue duro el primer día, pero después lo disfrutamos mucho. Creo que fueron de los mejores días que pasamos en los diez años que estuvimos juntos", añadió el profe.
El momento personal de Diego era muy especial. Por un lado estaba el deseo de jugar un Mundial, porque era la primera vez que Dalma y Gianina lo iban a ver siendo grandes. Pero por otro lado estaba el flagelo de la adicción, al que él decidió darle lucha.
Diego se aisló para alejarse de las drogas. Sobre eso, Signorini dijo: "Yo creía que el camino iba a ser mucho más difícil. El decidió dejar la cocaína en Buenos Aires y a llegar a sufrir y padecer todo lo que se sufre y se padece ante la presencia del síndrome de abstinencia"
Los entrenamientos comenzaban bien temprano en la mañana, bajo un cielo que parecía pintado (no se movía una hoja) y con unas heladas que disfrazaban todo de un paisaje del sur.
En las tardes se iban hasta Santa Rosa, ya que el boxeador Miguel Ángel "El Zorro" Campanino gentilmente se ofreció a ayudar a Diego en la preparación. Luego relajaba los músculos en la piscina cubierta del Club Atlético All Boys.
En las noches, se quedaban jugando algún truco con Don Diego y tenían actividades que lo mantuvieran distraído.
Signorini recordó una vez en la que Diego entró a su habitación a la medianoche, lo miró con los ojos fijos y le hizo una seña. Entonces se abrigó, salieron al campo los dos solos y se pusieron a correr a la luz de una luna increíble. Así luchaba el 10.
"Fue muy duro. Pero era tal su decisión y tan fantástico el lugar, que hizo que todo fluyera de manera más simple, aunque de simple no tenía nada", agregó Signorini
Después de 7 días de aislamiento y entrenamiento, Diego fue citado por el Coco Basile para jugar el partido contra Marruecos, en Salta. El DT quería saber cómo estaba. ¡Hecho un avión estaba!
Aquel partido contra Marruecos fue el 20 de abril, en la cancha de Gimnasia y Tiro de Salta. Argentina ganó 3 a 1 y Diego volvió a hacer un gol, de penal: ¡desde el 22 de mayo del ’90 que no la metía! Habían pasado más de 1000 días desde la última vez que había convertido.
Además de su preparación en aquella provincia para el Mundial de 1994, en el '79 el 10 jugó un encuentro de exhibición con Argentinos Juniors en General Pico, días después de marcar su primer gol con la camiseta de la Selección Argentina.
Solo dos veces la provincia pampeana fue testigo de la presencia de Maradona. En aquella oportunidad, Diego y el plantel de Argentinos Juniors viajaron 574 kilómetros durante 13 horas en tren para disputar un partido amistoso. El bicho ganó 4-2 con dos goles del crack.
El 10 entrenaba con la casaca de otro gigante del deporte: Michael Jordan.
Diego lo admiraba pero nunca pudo conocerlo en persona por la prohibición de entrar a EEUU.
Luego de su partida, Jordan escribió: "Perdimos a un ícono global. Descansa en Paz Diego Maradona. Adiós leyenda"
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