Esta cinta de Betamax fue descubierta en 1997.
En ella aparecen una serie de imágenes inconexas.
Y, sobre ellas, la voz de una mujer, WEELA BRANDZ, que asegura proceder del año 2044.
En este #HILO comparto algunas capturas de la cinta, y algunos extractos de sus palabras.
El viaje en el tiempo es posible, pero exige dos condiciones:
- Una energía aproximada de 63 kilotones (2,5 Nagasakis).
- El pago del TRIBUTO BIOLÓGICO.
FUNCIONAMIENTO DEL «TRIBUTO BIOLÓGICO»:
El Cosmos se autorregula.
El Viajero sólo podrá acceder a unas coordenadas espaciotemporales causando la muerte de otro ser vivo.
A esa víctima colateral la llamamos «tributo biológico».
El «tributo biológico» se produce de forma automática, obedeciendo a TRES CRITERIOS:
1- SIMULTANEIDAD:
La víctima fallece en el momento exacto en que aparece el Viajero.
Yo, Weela Brandz, retrocedí a las 8:13:26 TM del 16 de mayo de 1997. Como consecuencia de ello, otro ser humano falleció a las 8:13:26 TM del 16 de mayo de 1997.
2- EQUIVALENCIA:
El «tributo biológico» es siempre una entidad con un NIVEL DE CONCIENCIA equivalente al del Viajero.
Si el Viajero es humano, el precio será la vida de un humano.
Si el Viajero es un perro, un gato, un loro, morirá un animal con un nivel de conciencia similar.
3- PROXIMIDAD:
La víctima es siempre el ser equivalente más próximo al lugar de aparición del Viajero.
Yo, Weela Brandz, me materialicé en las coordenadas 37°52′44″N 4°46′46″O, en la ciudad española de Córdoba, causando la muerte de un turista llamado KICHIRO SAITO.
El tributo no debe elegirse al azar. Nunca.
Eso provocaría consecuencias catastróficas a gran escala.
El viaje en el tiempo sólo es seguro sacrificando la vida de LOS PRESCINDIBLES.
Etiquetamos como «PRESCINDIBLE» a aquella persona o animal cuya eliminación no afecta al curso de los acontecimientos futuros.
Los prescindibles son anomalías.
Sus vidas transcurren sin dejar huella alguna en el Universo.
O, en caso de dejar huellas, éstas son irrelevantes.
Según nuestros cálculos, un 7,5% de la población mundial es «prescindible».
Si estás escuchando mis palabras, debes saber que TÚ podrías ser un «prescindible».
Los «prescindibles» no se reproducen, o lo hacen de forma infructuosa.
Existen individuos prescindibles que engendran hijos igualmente prescindibles.
Eso nos hizo pensar que la prescindibilidad puede estar determinada por el ADN, y puede transmitirse. Y heredarse.
En el año 2036, nuestros ordenadores cuánticos lograron determinar la identidad de millones de seres «prescindibles» a lo largo de la historia.
Eso proporcionó luz verde para viajar AL PASADO de forma segura.
En 2038, esos mismos ordenadores identificaron al 7,5% de la población de ese año como «entidades prescindibles».
Analizando esa muestra, esperábamos predecir el comportamiento y la ubicación de «prescindibles venideros», para poder VIAJAR AL FUTURO de forma segura.
2038 fue el año del horror.
Debido a una filtración, la lista de los «prescindibles» se hizo pública.
Y con ello, reinó el caos.
Grupos radicales comenzaron a asesinar a miembros de esa lista de «prescindibles».
La superpoblación hacía estragos. Los recursos del planeta eran limitados.
¿Por qué permitir la vida de personas que no iban a dejar huella alguna en la historia de la Humanidad?
En otros casos, eran los propios «prescindibles» quienes decidían quitarse la vida.
Descubrir que el Universo no te necesita genera un desgarro existencial que mucha gente es incapaz de asumir.
Surgieron también prácticas de ética más que cuestionable.
Algunos «prescindibles» recibían dinero a cambio de ubicarse en una fecha concreta y en unas coordenadas concretas.
Permitían así que un Viajero llegase al futuro pagando un «tributo» inofensivo.
Otros «prescindibles» cobraban por participar en experimentos científicos: Implantábamos en sus cuerpos «balizas cuánticas»: dispositivos ideados para enviar (desde el futuro) partículas subatómicas capaces de atravesar el tiempo.
Si las «balizas cuánticas» cumplen su cometido, podremos trazar un «mapa de futuros prescindibles».
Gracias a dicho experimento, en 2044 se han recibido ya numerosos datos procedentes del futuro.
Según los ordenadores, esos datos sólo son fiables al 70%
La mayoría de los «prescindibles» son fácilmente sobornables.
Venden su cuerpo y su alma.
Sienten que no tienen nada que perder.
Muchos se entregan al hedonismo o incurren en actividades criminales.
Creen que nada de lo que hagan tendrá consecuencias trascendentes.
Mi nombre, como ya he dicho, es Weela Grandz. Procedo del año 2044, y soy una «prescindible».
Trabajo para el Departamento de Genética de la UNIVERSIDAD DE PLEANVILLE, y llevo a cabo una investigación crucial.
Como decía, algunos «prescindibles» transmiten su condición a sus hijos.
Y si ser «prescindible» aparece escrito en nuestro ADN...
... SE PUEDE CURAR.
Nuestra línea de investigación implica asumir una idea incómoda:
Si ser «prescindible» figura en nuestro código genético, el ADN es un libro en el que está escrita toda la historia de nuestro Universo.
Su pasado, su presente y su futuro.
Con caligrafía microscópica.
El Cosmos entero codificado dentro de de cada una de nuestras células.
Según las bromas de mis compañeros: «Si el genoma es el mundo en miniatura, los "prescindibles" sois el ADN basura».
Y así me he sentido desde 2038: Como basura.
Por eso me ofrecí voluntaria como Viajera.
Fueron los cabalistas del Campus 9 quienes desentrañaron esa fecha (16-05-1997) y esas coordenadas (37524444646) percibiendo en dichos números UNA ENCRUCIJADA.
Un punto en el que «nuestra programación» es capaz de observarse a sí misma, con todas las cartas boca arriba.
Era importante viajar hacia el lugar preciso. No podemos permitirnos demasiados viajes en el tiempo.
El coste energético es excesivo.
GRACIAS, Kichiro Saito, por pagar mi llegada con tu vida.
Siento no haberte conocido. Sólo vi tu cadáver.
El reajuste se produjo de manera sutil.
Yo aparecí en el interior de la mezquita de Córdoba y, a dos metros de mí, el turista japonés palideció al verme. Su corazón se contrajo.
Lo acogí en su regazo mientras se enfriaba, mientras sus ojos se volvían cada vez más opacos.
La esposa de Kichiro Saito me lo arrebató de los brazos, gritando, arrodillándose, llorando.
Y yo también lloré.
Y, llorando, entendí.
Ésa era la información que me esperaba en aquella ENCRUCIJADA:
Un «prescindible» dando la vida por otro.
Y ese otro viéndole morir.
Me vi reflejada en las lágrimas de la esposa de Saito.
Entendí que a algunas personas también les duele ver a un «prescindible» morir.
Quizá nuestra huella no perdure, pero importa.
Durante un fugaz instante, tan fugaz como la memoria de aquellos que te quieren, IMPORTA.
Aquella encrucijada de 1997 me reveló que intentar "curar" a los «prescindibles» era un error atroz.
Cualquier cambio genético que nos hiciese relevantes sumiría al Universo en una vorágine incompatible con cualquier tipo de armonía.
Una mesa de billar con demasiadas bolas.
Los «prescindibles» también tenemos una función en el Cosmos.
Somos el comodín, las monedillas de céntimos para ajustar las transacciones comerciales, los papeles arrugados que introducen en las cajas de cartón para proteger el contenido frágil.
En AQUELLA MEZQUITA lo supe:
Con una clarividencia imposible de explicar en laboratorios científicos, hallé en aquel lugar un símbolo que vaticinaba el fracaso de nuestro proyecto:
En el corazón del monumento, alguien había interrumpido su fluidez arquitectónica edificando otro templo, «moderno».
Eso mismo intentábamos hacer en la Universidad de Pleanville con nuestra investigación:
Sacrificar una armonía universal en aras de intereses meramente humanos.
He decidido desertar del proyecto. Grabo esto en un soporte analógico para que les resulte más difícil rastrearme.
Pasaré lo que me queda de vida en este 1997. Me dispongo a viajar a la India.
El 5 de septiembre de esta año, fallecerá la Madre Teresa de Calcuta.
Dicen que, en el umbral de su muerte, reveló conocimientos prohibidos que recibió de brahmanes hindúes.
Secretos arcanos que aquella líder religiosa no se atrevió a compartir (ni a asumir) mientras seguía con vida.
La Universidad de Pleanville cree que habrá datos útiles en esas confesiones.
Información científica capaz de hacernos evolucionar hacia algo mejor.
Estaré cerca de la Madre Teresa cuando muera, por si algún Viajero del futuro quiere usar mi muerte para presenciar el instante de «la revelación».
Sólo dejo esta cinta Betamax y algunas pistas demasiado sutiles. Sólo científicos de Pleanville podrán seguirme el rastro.
De ese modo me aseguro de que esta información no caerá en malas manos.
Mi nombre es Weela Brandz.
Soy «prescindible».
Y no puedo dejar de serlo, porque ser prescindible me convierte en necesaria.
...
..
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GRACIAS por leer esta historia de #FICCIÓN.
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