Inés se puso de parto de su séptimo hijo en casa. Cuando ya llevaba doce horas tratando de traerlo al mundo, empezó a tener claro que algo no iba bien #HistoriaMedicina #hilo 🧵⤵️
Además de sus 6 hijos vivos, Inés había sufrido varios abortos, uno hacía menos de un año. Todos los partos habían sido en su casa, cosa relativamente habitual para los habitantes de la zona montañosa del suroeste México en la que vivía
Su nombre completo era Inés Ramírez, y era una campesina de 40 años sin estudios, que no sabía ni leer ni escribir. De hecho, no sabía ni hablar castellano, solo hablaba zapoteco, una lengua local utilizada, entre otros, por los habitantes de su estado (Oaxaca)
El complicado parto lo estaba viviendo Inés sola en su cabaña de Río de Talea (municipio de San Lorenzo Texmelucan) a 2000 metros sobre el nivel del mar.
Prácticamente no se podía mover del dolor y su marido se encontraba bebiendo en una cantina relativamente alejada
La matrona más cercana se encontraba en una aldea a más de 80km. de distancia. Además, las carreteras y caminos para llegar no eran nada buenos. En cualquier caso, Inés no tenía ni vehículo, ni carné de conducir
Cualquiera pensaríamos en pedir ayuda a los vecinos o llamar por teléfono para que vinieran a ayudarnos, pero algo que parece tan sencillo, era totalmente imposible…
La zona en la que vivía, en ese momento, contaba con unos 400 habitantes, pero en viviendas totalmente diseminadas y la de Inés se encontraba alejada de sus “vecinos”. Además, a toda la zona solo llegaba una línea telefónica y el punto estaba lejos de su casa
El parto había comenzado sobre las 11 de la mañana y ya era casi medianoche. Inés sabía que si no “sacaba” a su hijo, este no podría salir vaginalmente y fallecería el pequeño y ella
Inés abrió un armario y cogió una botella de mezcal de destilación casera y se bebió de un trago los dos dedos de alcohol de más de 60 grados que contenía.
Con esta ingesta no consiguió lo deseado…
Abrió otro armario y cogió una pequeña botella de 250 milílitros de alcohol de limpieza y se bebió todo el contenido.
Ella, con la “borrachera” pretendía anestesiarse/amortiguar el dolor que tenía, y sobre todo, el que le iba a provocar lo que iba a hacer…
Fue a la cocina y cogió de un cajón un enorme cuchillo de 15 cm. Se sentó en un banco de madera y sin pensarlo, en tres intentos, hizo una incisión en su abdomen. El “tajo” resultante era en diagonal por encima del estómago
Después, “escarbándose” por dentro y cortando con el mismo cuchillo las capas necesarias (piel, grasa, músculos), alcanzó su útero, que también cortó.
Finalmente acabó extrayendo a su pequeño bañado en sangre de su madre
La autointervención duró aproximadamente una hora.
Lo siguiente fue cortar el cordón umbilical con unas tijeras, también de cocina, que previamente había dejado junto a ella.
Después de esto, todo se volvió negro
Inés se desmayó con el bebé en brazos…
Por suerte, recuperó la conciencia al poco tiempo.
En ese momento, y sin soltar al pequeño en ningún momento, metió para dentro sus intestinos que asomaban y se envolvió el abdomen con un suéter, unos trapos y unas toallas
La valiente mujer despertó a su hijo Benito de 6 años y le pidió balbuceando que fuera corriendo a pedir ayuda.
Aquí nos podríamos plantear… y ¿por qué no antes?
El caso es que fue así y posiblemente era tarde…
Ya habiendo salido Benito por la puerta, Inés de nuevo se desplomó con el pequeño en brazos…
Sus ojos, y tal vez su vida, habían hecho un fundido a negro
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Varias horas después, Inés se despertó y se sentó con su bebé en brazos.
Por la puerta aparecieron dos hombres junto a su hijo Benito, uno de ellos era el “asistente de salud”* de la zona, León Cruz
*persona que reparte los medicamentos de la botica, sin formación sanitaria
Este suturó las heridas de Inés en vivo, con aguja e hilo convencionales, ya que era lo único que tenía. Finalmente cerró su abdomen en el que la cicatriz externa medían 17 centímetros
Cuando habían pasado ya 12 horas desde el parto, fue llevada en camioneta primero hasta un pueblo en la carretera principal y desde allí en ambulancia al Hospital General San Pablo Huixtepec de Zimatlán, que se encontraba a varias horas de viaje por tortuosos caminos
Allí dos obstetras y dos pediatras examinaron a la madre y al pequeño (que llegó más tarde en otro vehículo) y concluyeron que el segundo se encontraba perfectamente.
Inés pasó por el quirófano durante tres horas para tratar y cerrar adecuadamente las heridas de la autocesárea
Los galenos no podían explicarse lo que habían visto y cómo se había llegado a ese final feliz. Era un caso “milagroso”, como ellos mismos explicaron: el útero en su tamaño normal y sin sangrado interno, no había signos de infección, cual si hubiera sido un parto vaginal perfecto
En la madrugada del día 5 al 6 de marzo del año 2000 se dio posiblemente la única autocesárea documentada donde sobrevivieron madre e hijo, que además, fue realizada por una mujer sin conocimientos de medicina
Inés fue doblemente afortunada: por haberse “rajado” en una posición que le hizo llegar a su útero y no a sus intestinos u órganos; y por haber ingerido una dosis muy alta (subletal), sin llegar a ser mortal, de alcohol isopropílico, que se utiliza como disolvente de limpieza
La noticia corrió como la pólvora en México, y días después Inés declaró en zapoteco a la prensa: “No podía soportar más el dolor […] Pedí a Dios que nos salvara a ambos y me dio fuerzas, … porque si mi bebé moría, yo moriría con él; si él crecía, yo lo vería crecer”
También se le preguntó a Inés ¿cómo sabía por dónde cortar? o ¿quién le había guiado en la operación? A lo que ella contestó: "Yo he sacrificado multitud de pollos y otros animales a lo largo de mi vida"
También dijo que “un año antes de la operación que me hice, había perdido un bebé al dar a luz por culpa de que la partera no supo cómo sacarlo. Me dio mucha tristeza perderlo y pensé en hacerlo lo mejor posible para que no se repitiera"
Cinco días después del suceso, Inés Ramírez recuperada de sus heridas y su gran pérdida de sangre, su esposo (que llegó en la camioneta que llevaba al pequeño) y el bebé, regresaron a su aldea a continuar junto con algunos de sus hijos a trabajar en el campo
Hoy en día, Orlando Ruiz Ramírez ya tiene más de veinte años y es un joven fuerte que trabaja en el campo junto a otros familiares y que sigue viviendo en la misma zona. No ha tenido ninguna secuela.
Su madre, que sigue viva, tampoco
Los obstetras que atendieron a Inés Ramírez, los doctores Honorio Galván Espinosa y Jesús Gabriel Guzmán contaron al año siguiente en unas reuniones médicas sobre ginecología y obstetricia el caso
A raíz de esto, junto a ellos y el Dr. Arturo Molina Sosa, en 2004, el Dr. Rafael Valle, un reconocido ginecólogo, publicó un artículo al respecto en el International Journal of Gynecology and Obstetrics.
Dicho artículo es la base de este hilo 🧵
pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/15001385/
Ya veis que la famosa frase de “la realidad supera la ficción” se cumple en muchas ocasiones, en esta por lo menos...
Espero que os haya resultado interesante y #gracias por vuestra atención 🙏🎃
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