Juanjo Ramírez Mascaró Profile picture
Mitad andaluz, mitad canario. Escribo cosas. Gritos en el Pasillo. Vaya Semanita. Jose Mota Presenta. La Casa de Papel. Titania. Colaborador de El Mundo Today.

Nov 10, 2021, 127 tweets

En 1999, el filósofo MARCEL PRATT escribió un breve tratado filosófico titulado EL COSMOS COMPARTIDO.

Un mes más tarde, retiraron el libro de todas las librerías.

Tres meses más tarde, Pratt fue expulsado de su Universidad.

Seis meses después, fue excomulgado por la Iglesia.

Por eso he decidido compartir en este #HILO el contenido íntegro de esas palabras malditas, temidas, silenciadas.

Las casi 4000 palabras que conforman EL COSMOS COMPARTIDO, de Marcel Pratt.

Naturalmente, yo NO SUSCRIBO SUS PALABRAS.

Estaría loco si lo hiciera.

PREFACIO.

(POR MARCEL PRATT)

Esta obra es breve.

En ella sólo se expone lo importante. No hemos intentado extenderla con información no pertinente.

Sólo conceptos básicos para comprender el funcionamiento del «Cosmos Compartido».

La palabra innecesaria diluye el elixir de la verdad.

1- DE LA MÁQUINA COMO ECO DE LA CONCIENCIA HUMANA.

(POR MARCEL PRATT)

Decimos que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza.

Y el hombre hizo lo mismo con la máquina.

Centrémonos en las computadoras.

La computadora representa el logro más destacable del ser humano hasta la fecha.

La computadora. Preludio de la inteligencia artificial. Creada a nuestra imagen y semejanza.

Los procesos mentales de la computadora se basan en un código binario. Ceros y unos.

Dialéctica Yin Yang.

Ese lenguaje binario es la base de todo.

Imágenes, textos, bases de datos, videojuegos, cálculos sofisticados, programas complejos. Un entramado de ceros y unos. Todo ello.

Ceros y unos. A imagen y semejanza de los seres humanos.

Nuestra mente funciona igual.

La sinopsis neuronal. El flujo de información en nuestros cerebros consiste en un intercambio de iones. Cargas positivas y negativas.

Ceros y unos.

No es descabellado, pues, suponer que la informática evoluciona tomando como patrón a la conciencia humana.

Lo informático es un esquema de lo humano.

Una representación simplificada de nuestros propios procesos mentales y perceptuales.

Existe un componente religioso en la creación de la máquina.

Es el espejo en que un Dios se reencuentra consigo mismo.

La máquina es un icono. Es la mente humana abocetada, reducida a su esencia.

Un intento de concebir lo inconcebible y de abarcar lo inabarcable.

Y si la computadora ha crecido como imitación del cerebro humano, las relaciones entre computadoras imitarán las que se establecen, de hecho, entre las mentes humanas.

Inconsciente colectivo.

INTERNET.

En el siguiente capítulo profundizaremos sobre ello.

La realidad que percibimos es a nosotros lo que la internet es a las computadoras. Y viceversa.

2- DEL INCONSCIENTE COLECTIVO COMO REGULADOR DE UN COSMOS COMPARTIDO.

(POR MARCEL PRATT)

Nuestra consciencia representa sólo una porción ínfima de nuestra actividad mental.

La mayor parte de las funciones cerebrales se hallan más allá del ámbito consciente.

Respirar. Digerir. Latir. Soñar.

La conciencia es una isla rodeada por la inmensidad del inconsciente.

El inconsciente es un océano cuyos límites se pierden más allá del horizonte de nuestro entendimiento.

Ese océano, ese inconsciente inmenso, es colectivo en su mayor medida.

Un mar común que une esas pequeñas islas, esas conciencias individuales.

En el capítulo anterior establecimos el paralelismo existente entre cerebro y computadora.

Será, pues, en ese inconsciente colectivo que todos compartimos donde hallaremos algo equivalente a la internet.

Ese equivalente a la internet siempre ha sido, es y será lo que conocemos como REALIDAD.

El mundo real es una ilusión.

Una ilusión compartida por todos y cada uno de los seres conscientes.

Por ello, dicho “mundo real” es susceptible de ser comparado con la internet.

Pues también el ciberespacio, construido a imagen y semejanza de nuestro mundo, es ilusorio.

En el caso de las computadoras llamamos “servidores” a los islotes de conciencia y a los inconscientes individuales.

Las informaciones aportadas por cada servidor, al interactuar con las informaciones de los demás servidores, generan un universo de autoría colectiva.

Internet. Ciberespacio.

Al tiempo que nuestras conciencias interaccionan con eso que llamamos mundo, los inconscientes de todas las criaturas vivientes dialogan.

Los inconscientes de todas las criaturas vivientes acuerdan cómo es el Cosmos que comparten.

Los inconscientes de todas las criaturas vivientes deciden en consenso qué forma tiene el mundo, cuál es su tamaño y cuáles son las leyes que lo rigen.

Porque la REALIDAD, insistimos, es ilusoria.

Lo que llamamos MUNDO sólo existe en el interior de nuestras cabezas, en lo más íntimo de nuestras mentes.

Lo que llamamos MUNDO no difiere demasiado de cualquier otro sueño.

Lo que llamamos MUNDO es sueño colectivo. Es sueño compartido.

Unamente bien entrenada es capaz de construir a su antojo cuando sueña. En elsueño no hay límites. Ni hay reglas.

Manipular lo que llamamos MUNDO, sin embargo, es complicado.

En ese caso nuestra mente comparte la autoría con otras miles de billones de mentes.

Con otras miles de billones de voluntades.

No existe característica alguna en esto que llamamos REALIDAD que no haya tenido que ser aceptada por todas las voluntades existentes.

Así pues, en la creación del Cosmos cada mente individual renuncia a su libertad creativa inherente.

Es el precio que todos y cada uno de los seres conscientes aceptamos pagar. Para poder comunicarnos de manera constructiva.

Sin reglas comúnmente aceptadas, lo que llamamos MUNDO no sería un constructo.

Sería un caos. Sería inestabilidad.

Existiríamos solos.

Cada uno de nosotros sumido en su propia pesadilla individual.

Renunciar a la libertad o enfrentarse a la soledad. No hay más opciones.

Mientras usted lee este manifiesto, su inconsciente está negociando con los demás inconscientes existentes.

Juntos, están reconstruyendo el Cosmos. Constantemente.

Juntos hacen mutar el funcionamiento de la dialéctica espacio-tiempo y la naturaleza de las demás categorías kantianas. Constantemente.

Juntos reformulan los arquetipos y su funcionamiento. Constantemente.

Juntos deciden los límites de la Gravitación Universal, juntos crean mares y alteran la corriente de los ríos, juntos remodelan montañas. Constantemente.

Usted y yo vivimos en un mundo en el que Newton descubrió la ley de Gravitación Universal en el siglo XVII.

Pero es posible que hace un segundo compartiésemos un mundo en el que Newton jamás descubrió nada.

Es posible que hace unsegundo compartiésemos un mundo en el que la Gravitación Universal jamás había funcionado. 

Es posible que incluso haya cambiado elsignificado del concepto “un segundo”.

A usted le cuesta concebirlo, porque cuando nuestros inconscientes alteran el Cosmos alteran a su vez nuestra memoria.

Alteran nuestros recuerdos acerca de ese Cosmos; acerca de su Historia y su naturaleza.

Según su percepción, usted lleva varios minutos leyendo este libro. Pero su percepción y su memoria pueden engañarle.

No tenemos razones para asegurar que este libro lleve varios minutos existiendo.

En realidad, es probable que este libro haya existido al mismo tiempo siempre y nunca.

El tiempo sólo existe dentro de nuestra cabeza.

El espacio sólo existe dentro de nuestra cabeza.

Más adelante expondremos nuestras hipótesis sobre el carácter más o menos drástico de esas alteraciones en el Cosmos.

Antes de llegar a ese punto, debemos hacernos una pregunta:

¿Existe algo inmutable en el Cosmos, algo inalterable dentro de eso que llamamos MUNDO?

Intentaremos dar respuesta a esa cuestión en el capítulo siguiente.

3- DE LA ENTIDAD CONSCIENTE Y LAS DIFICULTADES QUE ENTRAÑA DEFINIRLA.

(POR MARCEL PRATT)

La única constante inmutable en la ecuación que hace mutar al Cosmos somos nosotros:

Las entidades conscientes.

Definiremos a la “entidad consciente” como aquélla que es capaz de percibirse a sí misma como una unidad extraña al “todo”.

Cada “entidad consciente” está ligada a un inconsciente más basto, más inabarcable que ella misma.

Los inconscientes asociados a las entidades conscientes interaccionan entre sí, en la manera que se ha expuesto en el capítulo anterior.

El ser humano es una «entidad consciente». Quizá la única a la que podemos aplicar esa definición con absoluta certeza.

Ello no excluye la posibilidad de que otros seres que conocemos entren también en dicha definición.

No existen pruebas concluyentes que nos permitan negar a los animales la categoría de «entidades conscientes».

Ni existen pruebas concluyentes que nos permitan negar a los vegetales la categoría de «entidades conscientes».

Tampoco podemos pasar por alto la posible existencia de consciencias extraterrestres, ni la presencia de entidades extraplanares.

Todo el Universo conocido comparte unas mismas reglas de funcionamiento.

Así pues, resulta inevitable llegar a la conclusión de que si existe vida en otros sistemas solares, participa de la misma ilusión que nosotros.

Participa del mismo Cosmos.

Sus inconscientes dialogan con los nuestros obviando los años luz de distancia. Constantemente.

Porque – es conveniente recordarlo – el espacio no existe.

Los propios cuerpos celestes son una convención ilusoria y la distancia que los separa, también.

En lo que respecta al reino vegetal y a los demás animales, ignoramos el alcance y la naturaleza de sus consciencias, si es que las poseen.

Tampoco existen razones para asegurar que el nivel de consciencia del ser humano sea superior al de otras criaturas del planeta.

El diálogo inconsciente que establece el funcionamiento del Cosmos Compartido parece estar regido por LA VOLUNTAD de las mentes, no por su intelecto.

Cabe pensar que consciencias más rudimentarias que las nuestras, con intelectos menos desarrollados, tengan más poder de decisión que nosotros en lo que al funcionamiento del Cosmos Compartido se refiere.

Porque poseen una mayor fuerza de voluntad.

Asimismo la existencia del fenómeno “mente colmena” que detectada en ciertas especies de insectos nos obliga a contemplar la posibilidad de que:

Una misma consciencia puede estar repartida y compartida simultáneamente por un número plural e indeterminado de organismos físicos.

A día de hoy – y siendo el “día de hoy” ilusorio por definición – desconocemos las consecuencias que acarrea la muerte de una entidad consciente.

En base a nuestras deducciones, cabe pensar que el número de entidades conscientes ha de ser necesariamente constante e invariable.

La muerte del individuo, por tanto, también será ilusoria.

Asimismo, no disponemos de datos suficientes para determinar si todos los seres conscientes comparten el mismo Cosmos o si por el contrario existen varios Cosmos simultáneamente.

Distintos ámbitos. Distintos sistemas. Sujetos a distintas reglas.

La Física Cuántica ha demostrado que las leyes que rigen el ámbito macroscópico pierden vigencia cuando nos sumergimos en el nivel subatómico.

Ello nos obliga a pensar en una diversidad de “cosmos compartidos” creados y gestionados por distintos cúmulos de seres conscientes.

Todo parece indicar que los distintos Cosmos pueden interaccionar entre sí, o incluso influenciarse unos a otros.

Pero las fuerzas creativasy destructivas de cada uno de esos mundos se rigen por leyes diferentes. 

Puede que incluso incompatibles.

No obstante, en el siguiente capítulo nos centraremos en el funcionamiento del único Cosmos que conocemos – o creemos conocer – con cierto grado de detalle.

El nuestro.

4- DE LA FE Y LA VOLUNTAD COMO AGENTES DE CAMBIO.

(POR MARCEL PRATT)

El drama de la existencia puede describirse como lucha frente al cambio.

Como ha sido expuesto anteriormente, cada ser consciente renuncia a su libertad creativa individual para evitar la soledad asociada al caos.

Resulta lógico suponer que nuestros inconscientes tienden a configurar el Cosmos Compartido, en la medida de lo posible, como una ilusión estable.

Debe tenerse en cuenta, no obstante, que todas las especies conocidas basan su supervivencia en la capacidad de adaptación.

Ello incita a concebir el Cosmos Compartido como un constructo que, a pesar de su vocación de estabilidad, necesita autorregularse de manera continua.

Debemos recordar algo importante:

No todos las entidades conscientes poseen el mismo peso específico en la toma de decisiones.

El diálogo colectivo de nuestros inconscientes es una lucha de voluntades.

A la hora de establecer las leyes del Cosmos Compartido y sus características, prevalece el deseo de las entidades conscientes con mayor fuerza de voluntad.

La balanza se inclina hacia sus preferencias.

Permítasenos recurrir al ejemplo del accionariado de una gran empresa. Los socios con mayor número de acciones tendrán mayor control sobre la misma.

Fuerza de voluntad y fe son el accionariado del Cosmos Compartido.

Existe una relación íntima y solidaria entre ambos conceptos:

Fuerza de voluntad creadora y confianza incondicional en dicha fuerza.

Ambos atributos aparecen interconectados en el ser consciente, alimentándose y potenciándose el uno al otro.

Cuando Moisés abre las aguas, cuando Jesucristo camina por ellas, nos hallamos ante muestras de voluntades superiores.

Las otras voluntades se dejan seducir, capitulan en la negociación, hacen concesiones.

Las leyes del Cosmos Compartido se alteran para encajar con los deseos del fuerte de voluntad, del poseedor de fe.

No obstante, esas figuras omnipotentes se han extinguido.

Las propias entidades conscientes han erradicado a dichas voluntades superiores introduciendo un concepto venenoso en el inconsciente colectivo.

En el siguiente capítulo definiremos dicho veneno y comprenderemos cómo ha condicionado una de las ilusiones más poderosas de nuestro Cosmos Compartido actual:

La historia de la civilización humana.

5- DE LO MEDIOCRE DE LO DEMÓCRATA.

(POR MARCEL PRATT)

Antaño existieron entidades conscientes más capacitadas que otras a la hora influir en el Cosmos Compartido.

Fue la época de los héroes.

Fue la época de los dioses.

Voluntades capaces de doblegar a miles, a millones de otras voluntades menos tenaces, más pobres de fe.

Hemos maquillado esos hechos, relegándolos al ámbito de lo mitológico.

Porque escapan a nuestra capacidad de concebir.

Pero se trata de hechos reales.

Es en todo caso nuestra capacidad de concebirlos la que ha degenerado.

No siempre fue así.

Todo indica que hubo un tiempo en que el Cosmos Compartido bailaba al son de los poderosos.

Les permitía volar, cambiar de forma, violar las limitaciones de la Física y de la Psicología.

Fueron tiempos en que los grandes dominaron el fuego, el viento, el agua.

Fueron tiempos en que el inconsciente colectivo se regía por parámetros que favorecían la existencia de un Zeus, un Shiva, un Hércules.

Fueron tiempos en que se podía hablar de magia.

Esa edad de oro de la omnipotencia llegó a su fin cuando un nuevo concepto cobró fuerza inusitada en el inconsciente colectivo:

La Democracia.

Lo democrático se infiltró en las raíz mental de las entidades conscientes.

Con una contundencia vírica.

El instante en que nuestros inconscientes asumieron la idea de que todos somos iguales y poseemos los mismos derechos, los héroes agonizaron, los dioses se murieron.

Nuestros inconscientes han decidido – de forma colectiva – circunscribir nuestra consciencia a las categorías espacio y tiempo.

Asumamos, pues, que nuestro análisis se mueve entre esos límites, sin vocación alguna de traspasarlos.

Si revisamos la ilusión histórica que predomina mientras escribimos esto, ese ocaso de la divinidad puede localizarse en las corrientes de pensamiento de la Antigua Grecia.

Atenas es la tumba de los dioses.

La Democracia inauguró la era de la razón.

Y la Razón asesinó la flexibilidad del Cosmos Compartido, constriñéndolo con su andamiaje rígido.

Las entidades conscientes quedaron atrapadas en la cárcel que sus propios inconscientes habían fabricado para sí mismas.

Lo democrático predominó durante varios siglos. Posteriormente perdió fuerza durante ese largo periodo que conocemos como Edad Media.

Los siglos medievales propiciaron el advenimiento de lo feudal. El concepto de que unos seres eran superiores a otros recobró parte de su fuerza.

La Edad Media no supuso un restablecimiento total de la flexibilidad en el Cosmos Compartido, pero sí implicó un regreso de lo mágico.

Fueron tiempos de hadas. Fueron tiempos de magos.

Fueron tiempos donde el unicornio convivió con los dragones.

El Alquimista lograba burlar las leyes del Cosmos Compartido. Ligeramente.

La bruja alteraba el curso de las fuerzas naturales. Ligeramente.

Actualmente todo ello aparece relegado a la condición de mito.

Las entidades conscientes han perdido la capacidad de definirse a sí mismas como criaturas mágicas.

La causa de dicha pérdida la hallamos, precisamente, en la era de los efectos y las causas.

Revolución renacentista.

Contraataque del Humanismo.

Segunda Edad de la Razón.

Renacimiento. Ilustración. Positivismo.

Antropocentrismo.

La tiranía de la Ciencia.

La mediocridad de lo democrático volvió a apoderarse de las entidades conscientes.

Todos iguales. Igualdad de derechos. Igualdad de opiniones.

Estancamiento.

Un Cosmos Compartido regulado de manera democrática es, por definición, un Cosmos Compartido atrofiado, rígido.

Un grupo extenso de individuos es, por definición, incapaz de tomar decisiones conjuntas a menos que en él existan jerarquías, líderes.

La mentalidad democrática nos ha sumido en un Universo mecánico, despojado de intencionalidad.

Lo impredecible no tiene cabida en él.

Somos esclavos de nuestra propia obra.

Somos esclavos de nuestro propio consenso.

No entraremos en consideraciones morales.

No debatiremos sobre si dicha circunstancia resulta apropiada o no.

Simplemente es así.

Cabe suponer que la mediocridad democrática y el estancamiento que genera en el Cosmos Compartido se cimientan en una necesidad concreta de las entidades conscientes:

LA ILUSIÓN DE EQUILIBRIO.

El drama que define a la entidad consciente se nutre de la aversión al CAMBIO. Ya se mencionó en capítulos anteriores.

Un Cosmos Compartido atrofiado es un placebo contra la percepción de dicho cambio.

Inocula una falsa sensación de seguridad en las entidades conscientes.

El movimiento regenera, da la vida.

El estancamiento, sin embargo, constituye el germen de lo decadente, de lo enfermo.

En otro orden de cosas, resulta evidente que el concepto de lo democrático no nos ha sido impuesto por ninguna voluntad ajena al Cosmos Compartido.

Somos las propias entidades conscientes quienes introdujimos ese concepto en la ecuación.

Un mecanismo de autorregulación.

Ello nos conduce a una pregunta inevitable:

¿De dónde surge una idea con semejante capacidad de arraigar en el inconsciente colectivo?

¿A quién o a quiénes atribuir la autoría de semejante virus conceptual?

Hemos decidido bautizar esa clase de ideas dotadas de especial carga arquetípica como “conceptos madre”.

La génesis y el funcionamiento de los “conceptos madre” es compleja. Exige un estudio riguroso y pormenorizado.

Nuestra próxima obra – probablemente más extensa que la presente – versará sobre ellos.

Un estudio minucioso sobre los “conceptos madre” ha de tomar necesariamente como punto de partida una serie de axiomas.

Axiomas con los que el lector podrá familiarizarse en el capítulo siguiente.

6- DE LA BÚSQUEDA DE UNA PRAXIS REGULADORA DEL COSMOS COMPARTIDO.

(POR MARCEL PRATT)

Nos centraremos a continuación en las dinámicas que rigen el Cosmos Compartido tal y como lo experimentamos nosotros, aquí y ahora.

El concepto de lo democrático sigue ostentando un poder desmedido en esta coyuntura ilusoria que conocemos como “tiempo presente”.

El Cosmos Compartido del “tiempo presente” es ese Cosmos rígido, estancado en la mediocridad que mencionamos en el capítulo anterior.

Nuestras voluntades están envenenadas, anuladas.

Nos percibimos incapaces de manipular el Cosmos Compartido, y dicha percepción basta para convertir dicha incapacidad en algo “real”.

Las dinámicas de antaño favorecían una división entre entidades omnipotentes por un lado y entidades de voluntad inferior por otro.

Las segundas subordinadas a las primeras, o amparadas por ellas.

En el “tiempo presente”, sin embargo, el fuerte de voluntad nunca lo es a todos los efectos y el pobre de voluntad no tiene a quien rezar.

En el “tiempo presente”, toda modificación del Cosmos Compartido está sujeta a burocracias que anulan la omnipotencia individual.

Sin embargo, la rigidez no es absoluta.

Si bien resulta inconcebible alterar las leyes del Cosmos Compartido en el “tiempo presente”, sí es posible distorsionarlas.

El nuevo paradigma es el paradigma de lo sutil.

Si antaño prevalecía la voluntad que impone, en el “tiempo presente” prevalece la voluntad que seduce.

Hoy en día resultaría inútil intentar violar las leyes de la Física caminando sobre las aguas, o atravesando muros.

Ahora bien, resulta relativamente sencillo canalizar el funcionamiento del Cosmos Compartido para adecuarlo a nuestras necesidades.

Para ello es preciso dirigir el pensamiento hacia objetivos concretos y visualizar un proceso lógico para llegar a ellos.

Consideraremos «proceso lógico» a todo aquél que implique una sucesión de causas y efectos que no violen las leyes del Cosmos Compartido.

Dichas leyes – democráticamente aceptadas por todas las entidades conscientes – marcan un protocolo que deberemos respetar.

Evitar el conflicto directo con lo comúnmente aceptado aumentará nuestras probabilidades de éxito.

En un paradigma democrático como el nuestro resulta casi imposible que las otras entidades conscientes nos permitan multiplicar panes y peces.

No se concibe. No se acepta.

No obstante, podemos imaginar concatenaciones de sucesos que desemboquen en una realidad en la cuál los panes y los peces lleguen hasta nosotros por vías “explicables”.

Difícilmente podremos derribar una muralla con nuestro pensamiento.

No se concibe. No se acepta.

Sin embargo, resultará sencillo convencer a las demás voluntades si visualizamos una sucesión de causas y efectos que culminen en la apertura de la puerta de dicha muralla.

Visualizar.

Fabricar alternativas convincentes, compatibles con la realidad vigente.

Una propuesta coherente será aceptada con mayor facilidad por el inconsciente.

Y, de hecho, ha de ser aceptada por el inconsciente individual para ser tomada en consideración por el inconsciente colectivo.

Si nuestro inconsciente no acepta la propuesta, ésta no será considerada como opción a la hora de formatear el Cosmos Compartido.

Si, por el contrario, logramos que el Cosmos Compartido incorpore nuestra propuesta, ello aumentará nuestro grado de fe.

Y un aumento del grado de fe incrementará de forma automática nuestra fuerza de voluntad.

Se trata de un sistema de circuito cerrado, un flujo circular.

Adaptación a la norma implica éxito,

éxito implica fortalecimiento de la fe,

fortaleza de fe implica fortaleza de voluntad,

fortaleza de fe y de voluntad implican más probabilidades de éxito a la hora de seguir distorsionando la norma.

El grado de potencia que puede alcanzar una entidad consciente inmersa en el paradigma democrático es difícil de determinar.

Ahora bien, ¿hasta qué punto es el paradigma democrático indestructible?

¿Cabe la posibilidad de que el paradigma democrático se esté volviendo obsoleto?

¿Cabe la posibilidad de un cambio de paradigma?

Intentaremos responder a esa pregunta en el último capítulo de esta obra, que es el siguiente.

7- EPÍLOGO. HACIA UN CAMBIO DE PARADIGMA EN LA CONCEPCIÓN DEL COSMOS COMPARTIDO.

(POR MARCEL PRATT)

Los cambios de paradigma son ilusorios.

Es la entidad consciente la que decodifica la realidad sometiéndola a categorías espacio-temporales.

Los paradigmas están más allá de la sucesión temporal. Habitan en el reino de lo arquetípico.

Así pues, cuando hablamos del posible ocaso del paradigma democrático, hablamos en realidad de un cambio de perspectiva en la manera en que las entidades conscientes deciden formatear el Cosmos Compartido.

No podemos profundizar en la mecánica de los cambios de paradigma sin una teoría sólida sobre la naturaleza y el funcionamiento de los “conceptos madre”.

Confiamos en apuntalar dicha teoría en nuestra próxima obra.

No obstante, la intuición nos anima a pronosticar un cambio de paradigma inminente.

Las entidades conscientes están despertando a una nueva concepción de la REALIDAD.

Una nueva concepción del Cosmos Compartido.

La Humanidad – y probablemente también el resto de las entidades conscientes – se vuelve más consciente del Cosmos que la rodea.

Se vuelve más auto-consciente. Tiene una imagen más clara de sí misma.

El nacimiento de este libro es quizá el indicio más significativo de ello.

En términos espacio-temporales, todo parece indicar que el cambio es inminente.

Esta obra nace con vocación de cumplir una función de bisagra entre el paradigma que estamos a punto de abandonar y el paradigma que estamos a punto de adoptar.

Es posible que, cuando cumpla su función, este libro desaparezca de nuestras memorias.

Este libro es un espejismo.

Este libro nunca existido.

Este libro siempre existirá.

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GRACIAS por leer esta obra de #FICCIÓN (atribuida a un #ficticio Marcel Pratt) que aparece de manera recurrente en una saga de #CienciaFicción llamada #CrónicasDePleanville. Puedes leer más episodios AQUÍ:

Y te invito a leer otros #hilos míos de #ficción (al margen de la saga) AQUÍ:

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