En plena pandemia que nos encontramos, escuchar la palabra epidemia tiene para nosotros una connotación negativa, pero por increíble que parezca, no siempre es así…
Esta epidemia salvo, se cree, a al menos 8000 personas.
¡Dentro hilo! 🧵
El tifus exantemático está provocado por un tipo de bacterias, Rickettsia typhi o prowazekii y se transmite a través de los piojos.
En aquellos lugares donde se produce hacinamiento de personas ( ejército, campos de trabajo…) se propaga con rapidez.
Una vez que el microorganismo está en en el interior de nuestro cuerpo, empieza a multiplicarse y comienzan los síntomas.
Los 2-3 primeros días comienza el estupor y los delirios. A los 4-7 aparece un exantema por todo el cuerpo que respeta palmas y los pies. También fiebre.
Cuando la fiebre sube mucho, el piojo se siente incómodo, abandona al individuo y busca otro huésped.
Esta enfermedad en campañas militares ha hecho estragos en muchas ocasiones.
En la Segunda Guerra Mundial, los guetos y los campos eran el lugar ideal para su propagación.
Tanto era así, que se ponía en cuarentena, barracones o incluso pueblos enteros.
El ejército alemán tenía miedo de la alta mortalidad de tifus y evitaban cuidadosamente entrar en estos lugares. Algo que supuso una ventaja para nuestros protagonistas.
El doctor Lazowski, con Polonia ocupada, marcha a un pequeño pueblo cerca de Varsovia, Rozwadow. Allí hay un pequeño gueto judío donde trabaja cubriendo las necesidades médicas que puedan aparecer, y coincide con un antiguo compañero de facultad, el doctor Matulewicz.
Por aquel entonces, para el Tercer Reich, el tifus es una enfermedad temida.
En Alemania se había erradicado totalmente la enfermedad, y carecían de anticuerpos frente a la infección, cualquier brote tenía alta mortalidad y se ponía rápido en cuarentena ante cualquier sospecha.
Mientras tanto en Rozwadow, las personas recluidas en el gueto comenzaban a ser deportadas, bien a campos de trabajo o al pavoroso Auschwitz.
Durante las navidades de 1941, los doctores atienden un caso compatible con tifus, toman muestra de sangre que envían al laboratorio.
El laboratorio estaba bajo control nazi. Allí le hacían la prueba para determinar la enfermedad, la reacción Weil-Felix. Según esta prueba, los anticuerpos de los enfermos de tifus reaccionan también con los de Proteus OX-19, causante de infecciones del tracto urinario.
Proteus y Rickettsias tienen antígenos en común.
En la prueba se mezclan bacterias muertas de Proteus con la muestra de sangre, si se produce aglutinación, se considera que el caso es positivo en tifus.
Era una prueba rápida, y la Gestapo comunica el positivo.
Los doctores, tras recibir un telegrama, tienen que aislar al paciente inmediatamente.
Entonces Matulewicz le comenta que pueden usar las cepas muertas de Proteus inyectándolas directamente en los pacientes y provocar falsos positivos.
Probaron en una persona que iba a ser deportada y el resultado fue satisfactorio. Así que tomaron la decisión de hacer pasar a judíos sanos por enfermos de tifus, evitando la deportación y la muerte casi segura.
Para comprobar que el plan marchaba bien, mandan una muestra…
El laboratorio nazi la analiza y responde…”¡Peligro, tifus, aíslen al paciente, prohibido que pise suelo alemán!.
Al principio evitaban hacerlo en pacientes asintomáticos para evitar sospechas, pero cualquier paciente con fiebre, tos,etc recibía su infección “salvadora”
Para los asintomáticos, inventaron un compuesto que provocaba los síntomas visibles de tifus y que las molestias remitían a los pocos días, una especie de “camuflaje”.
Los médicos, conscientes del riesgo que corrían, no habían dicho nada ni a pacientes ni a sus mujeres.
No dejaban de recibir telegramas “Achtung, Fleckfieber”…de momento todo marchaba bien, tanto era así, que extendieron el método a aldeas cercanas, consiguiendo que toda la zona quedara en cuarentena, evitando las deportaciones.
Pero los nazis, que eran muy retorcidos, comienzan a sospechar. Las tasas de mortalidad frente a infectados no cuadraban en absoluto, y deciden enviar una comitiva médica de la temible Gestapo.
Lejos de ponerse nerviosos, los doctores reciben la comitiva con todos los honores, y les agasajan no solo con una abundante comida en tiempo de guerra, sino también con licores y bebidas, entre ellas vodka polaco de alta graduación.
La temible comitiva se puso hasta arriba de comer y beber, y salvo un par de médicos jóvenes, el resto estaban con una melopea considerable.
Los médicos, viejos zorros, enseñaron a los médicos de la Gestapo a un enfermo con mucha tos ( bronquitis) y a un fallecido.
Supuestamente había fallecido de tifus…los alemanes entre el miedo y la borrachera no quisieron acercarse mucho y dieron por buena la visita y las explicaciones.
La historia fue contada en 1977 con todo detalle en el boletín de la Sociedad Americana de Microbiología.
Estos dos médicos, con su particular forma de resistencia, salvaron miles de vidas.
Lazowski antes de morir declaró: “No soy ningún héroe, las circunstancias me obligaron, yo no era capaz de pelear con una pistola, pero encontré la manera de asustar a los alemanes”
El hilo es un poco largo, si has llegado hasta aquí gracias.
He intentado resumirlo al máximo, pero hay detalles que no podía omitir. Si te ha gustado, agradecería mucho que lo compartas y más gente pueda conocer esta historia.
FIN.
#hilojulsfm
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