“La Guerra del Donbás, la génesis del conflicto ucraniano”
El 17/12/2013 Víktor Yanukóvich, el entonces presidente de Ucrania, viajó a Moscú para negociar con Putin gas ucraniano a bajo precio a cambio del un crédito de USD 15.000 millones que salvara a Ucrania de la bancarrota.
El líder ucraniano optó por negociar con Rusia en vez de negociar un tratado de libre comercio con la UE.
El giro hacia Moscú hizo que desde los medios de comunicación occidentales se difundiera la rusofobia para influir en la población ucraniana. Las protestas “proeuropeas”
contra Yanukóvich estallaron en la plaza del Maidán de Kiev. Las protestas sumieron al país en el caos y finalmente terminaron derribando al gobierno.
La violencia se descontroló totalmente, en febrero de 2014, y el depuesto Yanukóvich debió escapar a Rusia el 21/02.
La caída de
Yanukóvich fue un duro golpe para los habitantes de las regiones de Donetsk, Lugansk y Crimea.
En Crimea el parlamento fue tomado por efectivos rusos (sin insignias) y luego capturaron las bases militares de la región con muy poca dificultad.
Luego de unas semanas se celebró un
referéndum en Crimea en donde la población dio un apoyo casi unánime a favor de la unión con Rusia. El 18/03/2014 el presidente Putin firmó la anexión de Crimea a la Federación Rusa. Dicha anexión fue considerada ilegal por el Gobierno de Ucrania y por parte de la comunidad
internacional, básicamente los aliados de Estados Unidos.
Los grupos “anti-Maidán” del Donbás se organizaron para ocupar edificios gubernamentales y declarar la independencia unilateral de las regiones de Donetsk y Lugansk en mayo de 2014. Tras cruentos combates con las tropas
ucranianas, apoyadas por voluntarios, varios de ellos neonazis, los separatistas cedieron terreno. Es en este momento cuando Rusia decide brindarle apoyo económico, militar y de inteligencia a las milicias separatistas. La asistencia proveniente de Moscú permitió que las
milicias recuperaran terreno y pasaran a la contraofensiva en septiembre. Desde entonces, el conflicto permanece en un punto muerto.
El conflicto del Donbás tomó a las fuerzas armadas ucranianas por sorpresa y con reducida capacidad para enfrentar a las bien equipadas milicias
apoyadas por Moscú. Desde el principio de la guerra civil, grupos de voluntarios tomaron las armas para frenar la ofensiva rebelde. Varios de estos grupos se autodefinen como fascistas.
Dentro de las fuerzas armadas ucranianas se destaca el “Batallón Azov”. Es conocido por
las acusaciones en su contra de crímenes de guerra y tortura. Está compuesto principalmente por voluntarios, procedentes de partidos políticos y movimientos vinculados a la extrema derecha ucraniana y complementados por voluntarios de inspiración nazi-fascista de varios países
europeos como Italia, Francia, España y Suecia.
El símbolo del batallón se refiere al “Wolfsangel”, que simboliza una trampa para los lobos que data de la Edad Media y era un amuleto contra los lobos y que luego fue utilizado en varios escudos de armas. Fue adoptado inicialmente
por los nazis, solo para ser reemplazado por la esvástica, pero fue conservado por algunas unidades militares de las SS durante la invasión a la Unión Soviética. En el fondo está el “Schwarze Sonne” (Sol Negro), que consiste en la rotación de una serie de esvásticas inscritas
en un círculo, también inspiradas en la tradición rúnica vinculada al misticismo nazi.
El Batallón Azov tiene relaciones con varias organizaciones de extrema derecha en Europa y Estados Unidos. Algunos de los miembros del batallón tienen contactos con "Casapound" (movimiento
fascista italiano fundado en 2003)
Desde el inicio de la guerra hasta la actualidad hubo varios intentos de paz fallidos, muchos de ellos con mediación internacional, pero todos fueron boicoteados por los grupos “naZionalistas” ucranianos bajo el lema “¡No a la capitulación!”.
A pesar de la buena predisposición que en 2019 tuvieron los presidentes de Ucrania (Volodímir Zelenski) y de Rusia (Vladimir Putin) en llevar adelante de forma conjunta un proceso de paz razonable y duradero, no se logró vislumbrar un posible final para esta guerra fratricida.
Aún así se realizaron varios intercambios de prisioneros entre las autoridades ucranianas y separatistas, pero la violenta resistencia los grupos neonazis y el accionar de los pulpos mediáticos imperialistas norteamericanos han boicoteado constantemente el proceso.
La pandemia
de covid y las buenas intenciones de los bien intencionados de ambos bandos lograron que la ignorada guerra civil en Ucrania bajara su intensidad. Desgraciadamente y con los desgraciados eventos de los últimos días, cualquier posibilidad cercana de paz cayó en saco roto.
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