Luis Soravilla Profile picture
Ingeniero, licenciado en humanidades, sablista, lector, autor de "La conjura de Perregaux", la "Historia torcida de la Filosofía" y "Mujeres de armas tomar".

Feb 6, 2022, 19 tweets

¡¡¡Atención!!!

Aquí va una #RistraDeTuits sobre un cerdo que se ha ganado un puesto de honor en la colección del @I_W_M.

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¿Alguien ha oído hablar del Ostasiengeschwader? Era el Escuadrón del Lejano Oriente de la Marina Imperial Alemana justo antes de la Gran Guerra. Defendía los intereses alemanes en China, el Pacífico y el Índico. Vaya, que estaba ahí para hacer la puñeta a los británicos.

Pues resulta que era costumbre en la época tener una pequeña piara de cerdos en los buques de guerra alemanes, para no agotar la provisión de salchichas. Nuestro héroe era uno de esos cerdos condenados a vagar por los siete mares y acabar haciendo compañía a un chucrut.

Cuando estalló la guerra, en verano de 1914, nuestro héroe navegaba en el crucero "Dresden". No era una mascota, sino un proveedor de salchichas, y como tal era tratado, con mucho mimo.

En agosto, el "SMS Dresden" partió a la guerra con más de 360 tripulantes, 10 cañones de 105 mm, todo el carbón que pudo cargar en China y una piara de cerdos. Apresó a algunos mercantes británicos por su cuenta antes de reunirse con la flota de von Spee.

Nuestro héroe porcino vivió su primera batalla naval seria en Coronel, frente a Chile. Dicen que fue la primera gran derrota naval de la Royal Navy en un siglo, pero váyanse a saber.

En cualquier caso, nuestro cerdo no dio señales de arredrarse ante el peligro.

Los ingleses se picaron por la derrota y echaron el resto en la batalla de las Falkland (así llamada para distinguirla de la batalla de las Malvinas, contra los argentinos, en el mismo escenario, muchos años después).

Esta vez fueron los alemanes los que acabaron mal.

Aquí una postal heroica alemana, pero ya sabemos que la guerra es otra cosa, más horrible.

Los alemanes perdieron cuatro buques, más de 1800 vidas de marineros y docenas de cerdos en la batalla.

El SMS Dresden pudo escapar. Pero el 14 de marzo de 1915, en la isla de Robinsón Crusoe, en las islas Juan Fernández, los cruceros ingleses HMS Kent y HMS Glasgow lo pillaron sin tiempo para levar anclas.

La tripulación hundió el crucero para evitar su captura por el enemigo.

Se dio la circunstancia que el último en abandonar el crucero no fue el capitán, Lüdecke, sino un cerdo, el único cerdo que sobrevivió a las aventuras de la Ostasiengeschwader.

Salió nadando del naufragio y se puso a gritar como un cerdo, naturalmente.

Un oficial del HMS Glasgow vio al cerdo en peligro de morir ahogado y se arrojó al agua para salvarlo. El cerdo interpretó mal el generoso gesto del oficial británico y de poco no se ahogan los dos.

Tuvieron que rescatarlos a ambos y subirlos a bordo con no pocos trabajos.

La cuestión es que el gorrino cayó en gracia entre la tripulación. En vez de hacer salchichas con él, lo adoptaron como mascota. Al principio, lo llamaron Denis, pero luego lo bautizaron Tirpitz, en honor al almirante enemigo.

Tirpitz resultó ser un magnífico compañero de viaje.

Cuando el HMS Glasgow regresó por fin a casa, en 1916, Tirpitz ya era uno más de la tripulación, el gorrino mimado del buque.

Pero entonces surgieron algunos problemas en forma de ley británica de importación de productos cárnicos.

El mismísimo príncipe de Gales intercedió en persona para que se hiciera la vista gorda sobre la ley, porque, aseguró, Tirpitz no era un producto cárnico, sino "un héroe de guerra".

Pero no pudo permanecer a bordo del buque, eso no.

Por fortuna, pudo desembarcar en la Escuela de Artillería de la Isla de Whale y tratado a cuerpo de rey.

En 1919, acabada la guerra, fue subastado para recaudar fondos para la Cruz Roja Británica. Alguien pagó por él 1.785 libras esterlinas, unas 50.000 libras de hoy mismo.

Luego, Sir William Cavendish-Bentinck, sexto duque de Portland, compraría el gorrino al postor anónimo, ese mismo año. Poco después, Tirpitz enfermó y murió en los brazos de su amo. Sus antiguos camaradas del HMS Glasgow lloraron su pérdida.

El duque ordenó disecar la cabeza de Tirpitz y la donó al @I_W_M. El HMS Glasgow conservó durante años un par de peúcos de plata que Tirpitz calzaba en las pezuñas en ocasiones especiales o cuando se pasaba revista, que también fueron cedidos al museo años más tarde.

Esta historia está ampliamente documentada. Escribí sobre ella en mi blog (luissoravilla.blogspot.com/2013/01/heroe-…) y también podréis comenzar a ampliar la información en:
blog.britishnewspaperarchive.co.uk/2020/07/10/sto…
iwm.org.uk/collections/it…
etc.

Muchas gracias por haberme leído hasta aquí.

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