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Feb 12, 2022, 36 tweets

Hoy me gustaría hablaros de una factoría. Una construcción que fue abandonada, hasta que un arquitecto decidió transformarla en su casa-estudio.

Uno de los #MonumentosImperfectos más bellos e inacabados: la vivienda que primero fue fábrica de cemento.

👇 DENTRO HILO 🧶

El ser humano lleva miles de años habitando espacios. Empezamos con una simple cueva, donde nos resguardamos del frío y de la lluvia y desde entonces no nos hemos conformado.

Descubrimos que podíamos levantar cabañas con palos y a partir de ahí comenzamos a soñar. De los palos pasamos a las piedras y aprendimos a combinar materiales.

Y ya no solo nos valía con tener un sitio donde asentarnos: creamos lugares para jugar, para rezar, para entretenernos y para muchas otras cosas además de dormir.

Pero alguno de ellos, por falta de uso, se fueron abandonando con el paso del tiempo. Parecía que ya no servían para lo que fueron pensados inicialmente, así que…

¿Para qué mantenerlos en pie?

Solo había dos posibles opciones: tirarlos para construir algo nuevo o esperar a que ellos mismos se vinieran abajo por su propio peso.

Pero… ¿y si existe una tercera opción?

¿Y si podemos transformar, por ejemplo, una antigua iglesia y convertirla en un lugar para que otra familia la utilice como su casa? ¿Sería eso posible?

El protagonista de nuestra historia nació en Barcelona.

Hijo de madre veneciana y padre catalán, la educación que recibió desde pequeño de su figura paterna, que era arquitecto, influyó en el porvenir del joven Ricardo.

Interesado por la arquitectura, comenzó a estudiar la carrera en Barcelona, aunque fue expulsado de la universidad por sus actividades políticas.

Sus padres le enviaron al extranjero para que continuara sus estudios, pero tampoco los finalizó.

Como no podía firmar proyectos al no tener el título, fundó el Taller de Arquitectura.

Un estudio multidisciplinar que contaba con ingenieros, urbanistas, sociólogos, escritores, filósofos y más arquitectos, que le permitieron tener un enfoque distinto y muy completo.

De su Taller de Arquitectura salieron proyectos que marcaron una nueva línea de pensamiento dentro de la vivienda colectiva, como el Walden 7 en Barcelona o la Muralla Roja en Alicante.

Edificios de gran interés espacial y terriblemente bellos que han trascendido internacionalmente. ¿Os recuerdan a algo las escaleras de 'El Juego del Calamar'?

Cuando Ricardo Bofill visitó por primera vez la cementera en San Just Desvern, se encontró con unos silos inmensos, una chimenea altísima, cuatro kilómetros de túneles y unos cuartos de máquinas en buen estado.

La fábrica se había construido en diferentes etapas del siglo XX y lo que allí descubrieron fue un collage plagado con tendencias estéticas de la época.

Desde el surrealismo de Escher hasta el brutalismo, pasando por la abstracción de volúmenes puros pero destruidos.

Bofill quedó tan enamorado de la cementera que decidió quedársela, para convertirla en su casa-estudio.

La intervención en el edificio sería la mínima para transformar los espacios del programa industrial al residencial y conservar al máximo el proyecto original.

La fábrica se conservaría como una obra de arte.

Comenzaron las obras demoliendo parcialmente con dinamita y compresor algunos de los espacios que necesitaban ser readaptados. Esta operación duró más de un año y medio, lo que indica lo delicada que fue su ejecución.

Un trabajo preciso que Bofill compara con el de un escultor, cuando se enfrenta al bloque de mármol para dejar salir su figura.

La siguiente fase consistió en dotar de vegetación a todo el conjunto. El edificio iba a volver a la vida y la naturaleza podía ayudar a conseguirlo.

Con la idea romántica de una ruina que queda atrapada en el tiempo, las enredaderas crecerían por las fachadas, los patios y las terrazas adueñándose de la construcción.

La última fase, la que para cualquier arquitecto habría sido la primera: anular la función del edificio para transformarlo en los nuevos usos que iba a albergar.

Su estudio de arquitectura lo situó en los silos, en cuatro plantas conectadas por una gran escalera en espiral.

Un lugar donde se fomenta el trabajo en equipo y se genera un ambiente perfecto para la creatividad.

Su propio despacho, en la primera planta, es un volumen minimalista con techos de cuatro metros de altura. El espacio de trabajo queda abierto y luminoso, gracias a los grandes ventanales que dan a los jardines y que dejan que la luz natural entre a borbotones.

Los túneles y galerías subterráneas se reservan como salas de almacenaje para el archivo y las maquetas. Unas grutas llenas de conocimiento.

Eso sí, Bofill reservó la zona más impresionante de la fábrica y la bautizó como “La Catedral”.

El lugar donde se elaboraba el cemento lo transformó en una sala de conferencias y exposiciones, con techos de más de diez metros de altura.

La materialidad del espacio, oxidado y con restos del conglomerante que se producía décadas atrás, conserva su estética industrial en nuestra memoria, como parte del código genético de lo que fue anteriormente.

Las tolvas, que cuelgan amenazantes desde el techo, tensan el espacio de La Catedral sobre una ligera mesa de conferencias.

Y así fue como Ricardo transformó una factoría abandonada, mientras nos regalaba una lección de arquitectura.

Porque su proyecto rechaza por completo el manifiesto funcionalista que reza aquello de que “la forma sigue a la función”.

Bofill estaba convencido de que, si la intervención es lo suficientemente ágil, todo espacio bello y bien concebido se puede prestar a cualquier tipo de uso.

La fábrica es un lugar mágico que no pasa desapercibido. Ni siquiera para los productores de Hollywood, porque allí se ha grabado parte de la tercera temporada de Westworld.

Ya veis, una serie futurista que utiliza un proyecto de 1973 como escenario.

Se ha escrito mucho estos días sobre las obras más icónicas del arquitecto, como La Muralla Roja o el edificio Walden 7.

Pero su casa estudio siempre será una de mis favoritas.

Ricardo nos dejó hace menos de un mes pero su fábrica de cemento, aunque lleve décadas transformándose, siempre será una bella obra inacabada.

Si os ha molado la historia, la cuento en este vídeo donde podéis ver imágenes en movimiento de cómo son sus espacios interiores:

📷 Las fotos que he utilizado para ilustrar el hilo son de wikiloc, Jebulon, S. Weiss, Till F. Teenck, C. Garmendia, R. Powers, RB Taller de Arquitectura, N. Alegre y Wikipedia.

Otro día seguimos conociendo #MonumentosImperfectos.

Se agradecen inmensamente los likes, RTs, follows o fábricas que tengáis abandonadas para transformar en vivienda. Que mi piso de 80m2 es un cuchitril en comparación a esta belleza rehabilitada.

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