Putin está perdiendo una batalla decisiva en Ucrania. Pese a su gigantesca maquinaria de propaganda, enfrenta un fracaso ante la opinión pública global. Vamos a entender la importancia de esa otra guerra y su efecto devastador, incluso si llegase a cumplir sus objetivos militares
El 15 de febrero pasado, luego de una entrevista con el canciller Alemán Olaf Scholz, Putin afirmó que Ucrania estaba cometiendo un “genocidio” en Donbás contra la población pro rusa. Habló de fosas comunes y actos de barbarie. Preparaba el escenario público para la invasión
Sin embargo, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa que está presente en la zona monitoreando la situación desde 2014, desmintió que existieran tales atrocidades. Y la ausencia de una demanda con pruebas en tribunales internacionales, refutó al premier ruso
Luego las usinas de propaganda lanzaron la versión que Ucrania no tenía estatus legal como país separado de Rusia y que no había ratificado sus fronteras tras independizarse de la URSS en 1991. La sola admisión de Ucrania como miembro la ONU, invalidaba ese argumento
Más tarde intentaron presentar a Ucrania como parte de una confabulación de la OTAN para colocar tropas al lado de sus fronteras. Rusia ya es lindera con tres países de la Alianza: Noruega, Estonia y Letonia. La refutación del vecino peligroso, estaba a la vista en los mapas
En la víspera de la invasión, Putin anunció que emprendería una campaña contra los “nazis ucranianos”. Sus asesores olvidaron recordarle que el presidente ucraniano Zelensky es judío y que Ucrania perdió 8 millones de personas durante la ocupación nazi. Fue un error grosero
La promesa de “desnazificar” fue reforzada con la idea de que iban a salvar a os ucranianos de “Zelenky y su corrupción”. Pero en ese momento comenzaron a circular imágenes de voluntarios enrolados para resistir una invasión rusa. Anónimos y famosos; viejos y mujeres.
El presidente Zelensky logró imponerse a la propaganda rusa demostrando que la mayoría de los ucranianos sin formación militar y de todas las edades se ofrecían como voluntarios para enfrentar a los soldados rusos, aun cuando todas las apuestas favorecían a los invasores
En las pantallas, el poderío ruso se enfrentaba a soldados y milicianos que, con todas las de perder, iban a hacerles frente. Putin no tuvo nada en concreto para equiparar esas imágenes. Quiso convertirse en redentor de Ucrania y terminó siendo el Goliat del David ucraniano
Allí quedo claro que falló la arenga para que los ucranianos se reconocieran parte de una gran patria común, con un llamado implícito a reconstruir un imperio ruso sin comunismo. Con su enrolamiento, los voluntarios ucranianos repudiaron al nacionalismo eslavo que proponía Putin
Otro error grave fue anunciar la invasión mientras el Consejo de Seguridad de la ONU debatía como resolver el conflicto. En un acto demostró su desprecio por la diplomacia y acabó con su credibilidad tras meses de afirmar que no invadiría Ucrania. ¿Cómo creerle en adelante?
Otro fracaso de Putin se dio en dos actos. Comenzó la noche de la invasión cuando pidió a los soldados ucranianos que se entregaran sin luchar “para poder regresar con sus familias”. Fracasó como lo hizo después cuando pidió a los generales de Kiev que derroquen a Zelensky
Con las primeras balas, Rusia sumó derrotas en la guerra de la información. Las imágenes del orfanato de la calle Koshytsa atacado durante los primeros bombardeos a Kiev, dieron la vuelta al mundo mientras el ministro de defensa ruso juraba que solo atacaban objetivos militares
Rusia bombardeó zonas civiles y las redes relataron cada impacto, cada víctima y cada destrozo. Putin debiera haber advertido el poder de las imágenes el 18 de febrero, cuando un obús de los separatistas impactó un jardín de infantes en la zona ucraniana de Stanytsia en Donbás
Las derrotas en medios y redes comenzaron a acumularse. Lo que iba a ser un paseo por Ucrania que se rendiría ante la abrumadora superioridad rusa, fue creíble apenas en las primeras horas de la invasión. Es cierto, nada parecía detener a las columnas y aviones rusos
En la medida que fue pasando el tiempo, las redes empezaron a mostrar otra realidad. Tras un primer momento de confusión, la resistencia ucraniana comenzó a generar las primeras imágenes de vehículos rusos destruidos y soldados muertos o capturados. No era un paseo
No importa la cantidad. Eso es relevante en los balances militares. En las pantallas, cada tanque ruso destruido era un éxito de la resistencia. Cada tanque ucraniano, una noticia previsible dada la superioridad de sus enemigos. La diferencia simbólica entre ambos es abrumadora
Al tercer día, empezaron a aparecer imágenes de blindados rusos que se detenían por falta de combustible. O soldados rusos famélicos y capturados. La eficiencia militar que vendió el Kremlin, quedó en duda. Y del otro lado, había civiles asesinados y milicianos resistiendo
De a poco fue ganando una idea mayoritaria que presentaba a los ucranianos como bravos defensores de su tierra agredida por a un dictador que mandaba a un desmesurado ejército formado por soldados que solo obedecían órdenes. Se oponía relato heroico con la ambición
En incidente de Isla de la serpiente fue un paradigma. Todos creemos que los 13 soldados ucranianos que mandaron a la mierda a los rusos que les dieron un ultimátum para que se rindan, fueron masacrados. ¿Fue tan así? No lo sabemos, Se impuso la leyenda. Y acá está el punto
Rusia mostró a 86 soldados ucranianos capturados, según afirmaban, en esa Isla. Pero su impacto en las redes y medios, medidos en términos de viralización, fue de escaso a nulo. No le creen a Putin el genocidio en Donbas, pero sí a Zelensky los héroes de la isla de la Serpiente
En esa credibilidad, Zelensky demostró que sus años como hombre de medios le habían servido de mucho. Mostrarse en la primera línea y negarse a dejar el país contrataban con un Putin refugiado en el Kremlin y ausente en el frente de batalla. Otra diferencia abismal
Rusia no tiene como responder a las imágenes del edificio herido por un misil en Kiev. No puede mostrar rusos perdiendo sus familias y posesiones como sí lo hace Ucrania desde hace tres días. Putin no tiene imágenes que lo salven de quedar como un Atila al que debe temerse
El Kremlin no es capaz de equiparar el impacto que provocan miles de ucranianos huyendo al oeste, limpiando escombros o armados con molotovs y fusiles entregados de apuro ante el avance ruso. En las redes y en los medios, David es cada vez más David y Putin cada vez más Goliat
Y cada imagen presiona el órgano electoral de los políticos occidentales. Mayor es el desprestigio de Putin, más se le animan a las sanciones. O mejor dicho, más se enfurece la opinión pública, mas sanciones suman para calmarla. Casi nadie defiende la neutralidad
Ahí es donde Ucrania derrotó los argumentos rusos con hechos. En tiempo de redes la propaganda suele tener su antídoto en la verificación. En la discusión permanente, la denuncia en la Haya contra Putin le gana a la demanda invisible contra Zelensky por el genocidio en Donbás
La simpatía y antipatía que despierta la invasión rusa se puede medir. La proporción de 9 a 1 de los posteos en las redes a favor de Ucrania, es un dato real. La gran mayoritaria de personalidades que apoyan a Ucrania es la dimensión cualitativa de esa misma realidad global
Incluso gestos tan alejados de lo militar como la decisión de la red de hackers Anonyumous de romper las paginas oficiales rusas o de la cadena porno más grande del mundo de mostrar un mensaje de simpatía con el pueblo ucraniano a los visitantes rusos, suman a la misma cuenta
No menos simbólico es la expulsión de Rusia de eventos como las carreras de fórmula 1, los eventos de Eurovisión o la final de la Champions. No tienen que ver con lo militar, pero socavan la imagen de Putin y hieren el orgullo ruso frente al mundo. No solo la de Putin, insisto
En Rusia la falta de resultados en el frente, los arrestos a quienes se manifiestan contra la guerra, las consecuencias futuras de sanciones y bolsas negras que llegan del frente, impactarán también sobre la figura de Putin. Es otro frente tampoco es satisfecho por la propaganda
La impotencia rusa en materia de comunicación es inversamente proporcional a su fuerza militar. Se evidencia en la restricción que ordenó Moscú al acceso de sus ciudadanos a Facebook y Twitter. La información no los está favoreciendo. Admiten de hecho que están perdiendo
Quizás todo esto parezca un delirio para comunicadores y semiólogos, pero no lo es. Tiene consecuencias políticas directas que influyen en el resultado final del conflicto e incluso en su desarrollo militar en el corto y largo plazo. No estamos en 2014, algo cambió desde entonces
Cuanto más se demonice a Putin, más profundas serán las sanciones a Rusia. Incluso si esas sanciones afectan a los propios países que las imponen, la defensa de lo “correcto” las hace más tolerables en las sociedades que deben afrontarlas. Sube el gas, pero Putin se jode también
En el frente de batalla, la sola idea de estar o no en el bando correcto funciona como un aditivo o un desmoralizador a la hora del combate. Hacia afuera, se traduce en apoyo internacional a una causa. No es poco si se va a seguir peleando, sin importar el bando
Y seamos sinceros, en 2014 Putin hizo lo mismo y no hubo corte de SWIFT, expulsiones, amenazas de aumento en el número de miembros de la OTAN, entrega de misiles y cierre de la caja de euros y dólares. Esta vez, se construyó un trastornado de un lado y mártires del otro
Vietnam, Chechenia, Irak o Afganistán en su versión soviética o norteamericana dejaron lecciones valiosas. Las armas son tan importantes como los intereses. Pero cuando no puede sostenerse el motivo de una acción militar, lo inviable se resuelve a corto o largo plazo
Putin puede ocupar toda Ucrania y ganar la campaña militar. Pero habiendo perdido la guerra de la comunicación, los que se le resistan tienen garantizada una retaguardia desde donde recibir asistencia y santuarios desde donde denunciar cada situación generada por la ocupación
Esa resistencia, habida cuenta la actitud ucraniana hasta hoy, no se va a limitar a la protesta con carteles indignados. Ya no hay modo de evitar una guerra de guerrillas prolongada, sangrienta y desgastante para el ocupante. El que apostó a ganar simpatías, ganó futuro
Putin sabe que el daño aumentará en la medida que crezca la destrucción en Ucrania. Si lo hecho hasta aquí provocó reacciones nunca vistas contra Rusia, tiene muy claro lo que podría suceder si Ucrania es sometida a una mayor orgía de sangre. Y que no hay vuelta atrás
Putin se frenó ayer en las puertas de Kiev. Un poco por la resistencia, otro poco porque su logística falló. Pero más porque una masacre mayor le causará más daño que cualquier victoria pírrica. Intentó negociar un alto el fuego. Zelensky lo espera con fusiles y cámaras
Incluso si paseara a Zelensky engrillado frente al Kremlin, el daño que va a sufrir su economía supera cualquier ganancia política. Porque el mundo no se convenció de sus argumentos y las sanciones harán que el costo de reemplazar cada tanque y avión sea escandalosamente alto
Y porque la resistencia ucraniana perdió el miedo y ganó en coraje sabiendo ahora que esa coalición formidable que armó Putin en su contra con sus errores de cálculo le brindarán la validación, admiración y les medios para sostenerse hasta que Rusia abandone su tierra
En 1999, croatas, eslovenos y bosnios aprendieron a ganar su independencia usando esa misma arma. Lograron que la OTAN actuara sin mandato de la ONU para apoyarlos cuando la opinión pública presionó a su favor. Y a la larga, llevaron al poderoso Milosevic a la Corte de La Haya
No estamos hablando solo del presente Cuando Churchill arengó a la Inglaterra asediada prometiendo “Sangre, sudor y lágrimas”, remontó la tibieza infantil de Neville Chamberlain y despertó simpatías más allá de las Gran Bretaña. Se trata de lograr apoyos con ideas precisas
Desde Churchill a Putin hay un recorrido común. Las guerras se ganan con armas, pero las armas se empuñan con mayor eficacia cuando el que la porta, está convencido de estar en el lado correcto. Y la guerra se define finalmente cuando el mundo apoya las ideas que prevalecen
Putin perdió cuando justificó su invasión con ideas que carecían de todo blindaje y credibilidad. Solo logró que unos pocos repitan argumentos que ni siquiera sirven para que sus propias tropas afronten los problemas en el frente con la misma actitud decidida que sus adversarios
Putin puede ganar la batalla de Kiev e incluso la de Ucrania. Pero la guerra de la comunicación que perdió puede costarle mucho más a su figura y a su país que todo lo que pudieran lograr en el frente militar. A veces, una idea bien transmitida es más efectiva que un regimiento
La invasión a Crimea en 2014 le trajo a Putin un costo mínimo comparado con el aislamiento comercial, político y financiero que se tendió hoy sobre Rusia. Lo mismo en 2008 cuando asaltó Georgia. El cambio en la forma que se percibe a Putin en el mundo, explican las diferencias
PS: el fracaso de la propaganda rusa quedó expuesto cuando intentaron reemplazar con eufemismos la palabra “invasión” para describir lo que sucede en Ucrania. Hoy todos hablan de la invasión rusa a Ucrania. Y del desastre que trajo la invasión. Es una invasión, sin dudas
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