Catéter Doble Jota Profile picture
Ingeniero (MSc, PhD) e historiador especialista en #HistoriaMedicina (PhD). En ocasiones doy clases a universitarios. @cateterdoblej@med-mastodon.com

Mar 19, 2022, 59 tweets

Hay una bonita e idílica película infantil que da, junto a sus canciones, nombre a una cruel enfermedad.
Por favor, acompañadme en este #hilo de #HistoriaMedicina 🧵⤵️

A principios de septiembre de 1666 Londres se vio afectado por lo que se conoce como el “Gran incendio”, que prácticamente calcinó toda la City intramuros

Iniciado teóricamente en una panadería de Pudding Lane, afectó a más de 13.000 viviendas, almacenes y locales. La cercanía de las construcciones y los materiales con que estaban hechas hizo que el fuego se propagara a gran velocidad

Los techos de paja y las paredes de madera fueron un festín para las llamas... provocando muerte, destrucción y cuantiosas perdidas económicas.
Este fue el colofón desastroso a dos años de peste bubónica (1665-1666)

La “Gran plaga de Londres” que mató a más de 100.000 personas y este incendio hicieron que las supersticiones sobre un teórico fin del mundo se dispararan.
Hay que tener en cuenta que era un año acabado en 6-6-6 #numberofthebeast

Pero la devastación del fuego también sirvió para cambiar las técnicas constructivas…
Tras lo acontecido, la administración local londinense obligó, entre otras cosas, a dejar de utilizar la paja para hacer tejados, pese a que era muy tradicional en las Islas Británicas

También se promulgó un edicto para que las casas tuvieran chimenea, de manera que se pudiera cocinar en su interior y se expulsaran los humos. Además, se reducían los riesgos de incendio

La “tradición” de hacer un agujero en el techo se cambiaba por la obligatoriedad de las chimeneas de ladrillo.
El "skyline" de Londres había pasado a ser el de la línea que marcaban sus chimeneas

Pero ese aumento de seguridad con las chimeneas vino acompañado por un efecto secundario no deseado…

Las chimeneas, por su uso continuado, más aún cuando eran estrechas porque las casas eran pequeñas o por falta de medios económicos, acumulaban mucha suciedad y desperdicios en su interior, fundamentalmente hollín

Esta acumulación de desperdicios era un peligro, ya que podía o bien obstruir la chimenea, o bien incendiarse y que el fuego bajara provocando un incendio en la casa.

Esto motivó la aparición de una nueva y demandada profesión… los deshollinadores

Esta profesión estaba copada por muchachos muy jóvenes, incluso niños (hay documentos que hablan de pequeños de 4 años trabajando y de medias de edad de 7 años) ya que eran, por tamaño, los únicos que podían introducirse en las estrechas chimeneas

En la mayor parte de los casos, empresarios sin escrúpulos explotaban a los pequeños, que muchas veces eran mendigos o provenían de familias desestructuradas, pagándoles un salario a ellos o sus padres irrisorio (a veces vivían solo de las propinas que les daban)

Los días “buenos”, los pequeños acababan con tos seca, las rodillas raspadas y completamente negros de suciedad.
Se ensuciaban tanto que muchos de los jefes ni les daban ropa y les hacían trabajar completamente desnudos, así no se enganchaban en las paredes de las chimeneas

No era nada raro que los pequeños se quedaran atascados en la chimenea y costara lo suyo el poderlos sacar. Se documentaron unos cuantos casos de fallecimientos por asfixia en estas circustancias

Pero esas condiciones de cuasi-esclavitud y explotación infantil eran solo el principio de un calvario que empeoraría muchos años después…

Cuando los deshollinadores tenían 30-40 años y habían dejado de trabajar muchos años antes, les aparecían unas costras y/o verrugas muy dolorosas en sus partes íntimas

Inicialmente y debido a los conocimientos y medios de la época, los galenos diagnosticaban dichas verrugas, que fundamentalmente aparecían en el escroto, como manifestaciones de alguna enfermedad venérea

Lo que inicialmente eran estas molestas verrugas pasaban a ser dolores insoportables de barriga, pecho, etc.
En muchos de los casos, acababan con el exdeshollinador en un camposanto de Londres

En la década de 1770´s al cirujano-barbero Percival Pott (1714-1788), que estaba especializado en lo que hoy serían ortopedia y cirugía general en el St. Bartholomew's Hospital, le llegaron varios casos de pacientes con ulceras y verrugas escrotales

Pott se volcó en buscar la causa de estas manifestaciones cutáneas para curarlas.
Además, le movía que él también provenía de una familia extremadamente humilde (como los afectados), aunque había podido estudiar medicina gracias a un pariente lejano que era obispo de Rochester

Desde el principio Pott tuvo la certeza que las heridas escrotales no eran provocadas por enfermedades venéreas y basándose en detalladas anamnesis y averiguaciones detectivescas llego a una conclusión…

Las verrugas y costras eran tumores en el escroto que en muchos casos metastatizaban y atacaban a otros órganos.

Además, encontró una correlación, ya que vio que en el 100% de los casos estudiados por él, los pacientes habían sido deshollinadores

Describió las verrugas tumorales como "[...] en la parte inferior del escroto se producen llagas superficiales, dolorosas, irregulares con bordes duros y elevados de mal aspecto que invaden la piel del dartos [...]

[...] y las membranas del escroto apoderándose del testículo, que se agranda, se endurece y se vuelve verdadera y completamente destemplado para luego infiltrarse a través del cordón espermático en el abdomen y ahí la evolución es fatal [...]”

Su descripción era tal cual, ya que uno de los primeros síntomas tras la aparición de las verrugas era la hinchazón de los testículos que en ocasiones causaba tanto dolor que algunos de ellos se los cortaban intentando remediar el sufrimiento

Pott documento que 1 de cada 5 deshollinadores estudiados padecía las “verrugas tiznadas o del hollín” (hiperqueratosis) tal y como él las llamaba, y que estás debían ser extirpadas quirúrgicamente cuanto antes
(Nota: Hay que recordar que era sin anestesia)

A falta de cirujanos para realizar la extirpación, los deshollinadores solían quitarse las verrugas ellos mismos agarrándolas con un trozo de madera a modo de pinzas y cortándolas con una navaja de bolsillo

Pott fue muy crítico con las condiciones laborales de los deshollinadores: “[...] El destino de estas personas es especialmente difícil; en su temprana infancia son tratados con singular brutalidad, y casi aniquilados por el frío y la inanición;[...]

[...] se les mete por angostas y a veces calientes chimeneas, donde sufren golpes, quemaduras y asfixia; al llegar a la pubertad son susceptibles a esa maligna, dolorosa y fatal enfermedad [...]”

Pott no tenía los medios para saber que había en el hollín que provocaba los tumores, pero tenía claro que ese polvo oscuro era el culpable de los padecimientos de los que un día habían sido deshollinadores

Además, Pott identificó tres factores claves de lo que hoy llamaríamos cáncer de escroto por hollín:

(1) La desnudez: aquellos deshollinadores que habían trabajado mucho tiempo desnudos, tenían mayor riesgo de desarrollarlo. Era obvio que al entrar la piel en contacto directo con el hollín aumentaba el riesgo

(2) Inicialmente era de escroto y no de otras partes del cuerpo porque la piel ahí es con muchas arrugas y pliegues y el hollín tenía muchos lugares para enterrarse y esconderse aun cuando se sacudieran o limpiaran

(3) Aquellos cuya higiene era peor (se duchaban pocas veces) tenían mucho más riesgo de desarrollar la enfermedad porque el polvo negro estaba más tiempo en contacto con ellos

Percival Pott había acertado en absolutamente todo lo que había dicho.
Evidentemente por falta de medios no tenía respuesta a qué compuestos del hollín eran los culpables, por qué afectaba tantos años después y por qué no todos los deshollinadores lo sufrían

En 1775 Pott publicó “Chirurgical Observations Relative to the Cataract, the Polypus of the Nose, and the Cancer of the Scrotum, the Different Kinds of Ruptures, and the Mortification of the Toes and Feet” con todas sus conclusiones
📕iiif.wellcomecollection.org/pdf/b3079044x

Hoy sabemos que el hollín, el alquitrán de hulla y las sustancias derivadas de la combustión del carbón y de la madera tienen cancerígenos como el arsénico, el cadmio y el cromo y provocan lo que se llamó "carcinoma de deshollinador o de barrido de chimenea”

Sabemos también que las personas expuestas al hollín pueden también presentar otros cánceres de piel en otras localizaciones, así como cáncer de pulmón, de esófago y de vejiga

Las respuestas a las incógnitas que Pott no pudo resolver hoy sí las sabemos y están en el cromosoma 17 de nuestro ADN y en la proteína p53 ("guardián del genoma") que a grandes rasgos controla que las células del ADN “se porten bien”

El hollín contiene una sustancia química llamada benzo-alfa-pireno que pasa a ser BPDE dentro del cuerpo y ataca al ADN evitando que produzca la proteína p53. Esto hace que no se puedan “limitar” las células que se reproducen de manera descontrolada, las que producen cáncer

Además, una mutación solo, aunque importante, no tiene porque producir cáncer. Esto explica el porque la incidencia no era inmediata y se producía en la mayor parte de los casos muchos años después, cuando se habían acumulado las mutaciones

Las afirmaciones de Pott sí fueron escuchadas en otros países como Dinamarca o Alemania donde se prohibió que los deshollinadores trabajaran desnudos (llevaban traje de cabeza a pies) y se obligó a que se ducharan con asiduidad

En cambio, no fue profeta en su tierra y en Inglaterra no le hicieron caso y siguieron trabajando de la misma manera

La víctima de cáncer escrotal más joven documentada en 1790 por el cirujano James Earle (yerno y alumno de Pott) tenía 8 años

En Inglaterra la práctica se reguló en 1840 cuando se prohibió que los menores de 21 años trabajaran limpiando chimeneas, aunque al ser sanciones bajas se siguió explotando a los niños.
En 1875 una ley más rigurosa acabó con la práctica definitivamente
educationengland.org.uk/documents/acts…

Sir Percival Pott es recordado por describir la lesión vertebral asociada a la tuberculosis o “Mal de Pott” y también la “fractura de Pott” que él mismo padeció tras caerse de un caballo.
Se le considera uno de los padres de la ortopedia
wellcomecollection.org/works/ds6qm299

Fue de los primeros en hablar mal del tabaco, ya que observó los efectos del humo de las chimeneas y le hizo desconfiar del humo del tabaco y alertó sobre su posible peligro

Los primeros estudios de Pott ayudaron a convertir la epidemiología en una ciencia real y fueron la fuente de la Ley de Protección de Deshollinadores de 1788 (que inicialmente de poco sirvió pese a lo que pretendía Pott)
educationengland.org.uk/documents/acts…

Es parte de la #HistoriaMedicina por la asociación de la exposición al hollín y la alta incidencia de cáncer escrotal entre los deshollinadores y por hacer la primera descripción de un agente cancerígeno ambiental y una de las primeras referencias a una enfermedad profesional*

*Posiblemente la primera tan exacta y concreta, pero antes que él hablo de enfermedades del trabajo el italiano Bernardino Ramazzini (1633-1714)

Además de ser miembro de la Royal Society, también cuando los cirujanos se separaron de los barberos en 1745 y formaron su propio gremio, Pott participó de forma activa siendo uno de los impulsores

En la literatura victoriana, fundamentalmente en la obra de Charles Dickens “Oliver Twist” (1838) se aprecian las duras condiciones de la vida de los deshollinadores, pero siempre con una visión romántica de sus quehaceres

Ni las chimeneas hacían estar más cerca de las estrellas a los deshollinadores, ni estos tenían un trabajo privilegiado por facilitar el acceso a Papa Noel, ni siquiera eran símbolo de buena suerte por ser considerados los protectores del fuego y del hogar

El deshollinador más conocido por todos es “Bert” (interpretado por Dick Van Dyke) en la película de 1964 de Disney “Mary Poppins”, personaje basado en la niñera de las novelas de Pamela Lyndon Travers (Helen Lyndon Goff)

En la archiconocida película, Bert cantaba la pegadiza “Chim Chim Cher-ee”... y aunque la película es preciosa, hay que decir que poco contribuyó a conocer la verdadera y dura realidad que hubo tras la profesión de deshollinador

Tan conocida e influeyente es la película protagonizada por Julie Andrews, que en muchos textos, incluso científicos y médicos, al cáncer de escroto se le llama “el cáncer de Mary Poppins”

No sé si este hilo os ha parecido “supercalifragilisticoexpialidoso”, pero en cualquier caso, espero que os haya resultado interesante y os haya entretenido #gracias

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