A principios de abril de 1939, recién acabada la guerra, un prisionero del campo de concentración de #Albatera hace llegar esta carta a su familia. Llama la atención la afirmación de hacer “una vida sana e higiénica” y recibir “un trato excelente”.
Va la historia de esa nota ⬇️
El autor no es otro que Eduardo de Guzmán, que había destacado por cubrir los sucesos de Casas Viejas, la revolución de Asturias o la muerte de Hildegart Rodríguez para el diario 'La Tierra' y durante la guerra había sido director del diario cenetista 'Castilla libre'.
Su delito, ser periodista, una de las tres “pes” (policías, porteros, periodistas) que acarrean “pepa” segura, eufemismo chuleta con el que se hace referencia a la pena de muerte.
Sobre la represión a los periodistas, escribí en @lamarea_com
lamarea.com/2020/04/23/la-…
En las siguientes cartas repite las mismas ideas, en alguna incluso afirma estar ”engordando”. El objetivo es, claro, sortear la censura del campo, pues Albatera destaca por el trato despiadado a los presos: carencia de comida y agua, insalubridad, fusilamientos sumarios...
Este artículo de @_ssampedro_, en el que nos habla de la investigación histórica y arqueológica en el lugar donde se situó el campo, supone un buen acercamiento a las condiciones de los presos.
lavanguardia.com/local/valencia…
Pero sin duda el mejor testimonio es obra del propio Eduardo, cuya pena de muerte fue conmutada en 1941 por un buen puñado de años de prisión, y pudo dejar plasmadas sus vivencias en 'El año de la victoria', que sería galardonado con el Premio Internacional de Prensa en 1975.
El texto es un buen exponente de la mejor literatura concentracionaria, a la altura de Semprún, Primo Levi o Buber-Neumann.
Y precisamente en sus páginas encontramos la génesis de esa carta que supondría su fe de vida para la familia.
En realidad no cambió el apellido en la primera nota, aunque la fecha es ¿intencionadamente? confusa (por diferentes razones, no puede ser el 1 y tampoco el 18). Pero sí lo hizo en otras posteriores, picaresca necesaria para mantener un tenue hilo de comunicación con la familia.
Eduardo sorteó la pena de muerte, pero quedó inhabilitado para ejercer el periodismo y se dedicó a escribir novelas de bolsillo bajo seudónimo. A la muerte del dictador recuperó oficio y militancia sindical (Como se ve en el carnet, se le respetó fecha de afiliación en 1931).
En cuanto a Albatera, las autoridades franquistas desmantelaron el campo y trataron de ocultar sus restos destruyendo toda documentación relativa. Hoy día, un sencillo monumento recuerda a sus víctimas
(Y también recibe alguna visita de los herederos del régimen).
PD: Las cartas, así como otros efectos personales que aparecen en este hilo, formaron parte de la exposición-homenaje que realizamos a Eduardo de Guzmán en la sede de @FAnselmoLorenzo en 2021.
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