La accidentada construcción de la Estatua de la Libertad esconde muchos secretos y curiosidades, y aquí os vamos a contar algunas de las más llamativas #FluzoConstrucciones
Aunque siempre hablamos del diseño de Bartholdi y Eiffel, y de las contribuciones de magnates como Pulitzer, detrás de que la estatua tenga el aspecto y ubicación que tiene en la actualidad se encuentran algunas mujeres.
No nos referimos únicamente a la leyenda de que Bartholdi se inspirase en su propia madre para el diseño del rostro de la estatua, sino también a la propia construcción en la actual Liberty Island.
Cuando Francia regaló el coloso a los Estados Unidos, no lo hizo pensando en una ubicación para ella, sino que el país receptor debía buscarle una ubicación y hacerse cargo del pedestal.
Y ahí vino el problema: los costes del enorme pedestal hicieron que muchas ciudades rechazasen la obra, y en Nueva York la cosa se puso fea, hasta que algunas mujeres persuadieron a Pulitzer para que usase su poder mediático para conseguir el dinero.
En efecto, mujeres como la escritora Constance Cary Harrison fueron responsables de la campaña de crowdfunding que Pulitzer promovió desde las páginas de sus periódicos. E incluso contribuyeron elaborando artículos gratuitos.
La campaña saltó incluso fuera de las páginas de los periódicos, y distintos empresarios y políticos patrocinaron subastas, exposiciones y demás actividades destinadas a financiar la construcción. Fue el caso de William E. Evarts.
Una de las aportaciones más importantes fue la de la poetisa Emma Lazarus, que escribió el poema ‘The New Colossus’ a petición de Evarts y animada por Harrison, y hoy en día se puede leer su texto en la base de la estatua.
La campaña para la financiación de esa base fue todo un éxito, pues logró los 102.000$ que hicieron falta para la construcción.
Un pequeño detalle que pasa inadvertido es que la estatua no está tan estática como pudiera parecer, en realidad está en movimiento, y eso se puede ver en los pies, pues está caminando liberándose de unas cadenas.
Aunque si algo pasó inadvertido durante la construcción, fue que la cabeza se colocó mal: en realidad se puso 60 centímetros por debajo de lo que estaba previsto en el diseño. Pero nadie se dio cuenta hasta finales del siglo XX, así que…
Algo que no se ve, o más bien no se escucha, es la ocurrencia que tuvo Edison de instalarle un transmisor y un sistema de megafonía que haría que la estatua soltase discursos que se pudieran escuchar en toda la ciudad.
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