Juanjo Ramírez Mascaró Profile picture
Mitad andaluz, mitad canario. Escribo cosas. Gritos en el Pasillo. Vaya Semanita. Jose Mota Presenta. La Casa de Papel. Titania. Colaborador de El Mundo Today.

Apr 27, 2022, 31 tweets

Mientras accedes a mundos maravillosos con tus gafas de realidad virtual, puede haber UN DESCONOCIDO en tu casa, paseando a pocos metros de ti.

Su nombre es LUDO FRITZ.

Quiero hablaros sobre él en este #HILO 👇

Como empleado de una conocida marca de servicios de realidad virtual, FRITZ tiene acceso a los datos de todos los usuarios que usan las gafas RV de dicha empresa.

Eso incluye la cámara incorporada a dichas gafas, que graba rincones de tu casa mientras te mueves por ellos.

Gracias a ello, Fritz obtiene información valiosísima de miles de personas:

- La distribución de sus viviendas.

- Sus rutinas y horarios.

- Las formas más sencillas de acceder a esas casas: Esa ventana entreabierta, esa puerta del jardín que nunca cierras con llave...

También sabe qué usuarios están conectados a la realidad virtual en cada momento.

Si lo desea, Fritz puede ver las mismas imágenes que ves tú a través de tus gafas.

Al principio aprovechaba esta información simplemente para entrar en las casas...

... y robar en silencio.

ASÍ EMPEZÓ TODO:

Decenas de personas denunciaban robos en sus chalets y apartamentos.

La policía escuchaba el mismo testimonio una y otra vez: El delito siempre tenía lugar mientras usaban las gafas.

Cuando los agentes solicitan a la empresa las grabaciones de las gafas de realidad visual, ellos responden que, aunque las gafas tengan cámara, nunca graban imágenes para proteger la intimidad de sus clientes y bla, bla, bla.

La policía sabe que eso es mentira, así que insiste.

Entonces llegan las grabaciones, muy similares en todos los casos.

Un encapuchado que se desplaza con sigilo de ninja, recopilando objetos de valor.

Pasando a escasos centímetros de un habitante cegado por ese mundo que sólo existe en su cabeza.

Y en sus gafas.

Se dio por hecho desde el principio que el criminal era un empleado de esa empresa de tecnología de realidad virtual, pero no podían identificarle.

Ni predecir su conducta.

Ni detenerle.

Así que aquel hombre llamado Fritz empezó a sentirse un dios en la tierra.

Y quería MÁS.

Se volvió más desafiante. También más invisible.

Dejó de robar a lo grande.

Prefería el chute de adrenalina de las cosas más íntimas.

Abría la nevera y se tomaba un par de quesitos, o una loncha de pavo.

O se acercaba a los dueños de las gafas hasta casi rozarlos.

Si uno siente un cosquilleo en la nuca mientras usa las gafas, puede ser Ludo Fritz soplando en nuestro cuello o acariciándonos el cabello de forma imperceptible.

O quizá, mientras hacemos fitness virtual, él cotillea en el cajón de nuestra ropa interior. Lamiéndola.

Pero el umbral de excitación de Fritz siguió aumentando.
Necesitaba transgredir nuevas fronteras.

Durante algunos meses se dedicó a sentarse en los sofás de las víctimas y a masturbarse observando sus absurdos aspavientos.

Nunca dejaba semen, ni rastro de ADN que seguir.

El fabricante de las gafas colaboró con las autoridades permitiéndoles acceder a sus archivos de big data.

Así supieron que el 82% de las víctimas de Fritz eran mujeres de todas las edades.

El 16,5% eran hombres.

El resto eran niños.

Ni siquiera los algoritmos acertaban a definir con precisión el modus operandi de Ludo Fritz. Parecía casi aleatorio.

Pero los datos sugerían que en breve aquel hombre se cansaría de jugar a los fantasmas y continuaría su escalada:

En breve empezaría a VIOLAR o MATAR.

Para impedirlo (o intentarlo), la policía le preparó un cebo.

Una agente infiltrada llamada MIRIAM VELÁZQUEZ.

Miriam fue elegida atendiendo a sutiles preferencias que, según el big data podrían atribuírsele a Fritz.

Y alquiló el tipo de vivienda que le solía gustar a Fritz.

La agente Velázquez invirtió varias semanas en convertirse en una presa apetecible.

Con rutinas predecibles.

Usando aplicaciones de realidad virtual similares a las de otras víctimas de Fritz.

Dejando puertas y ventanas abiertas con aparente descuido.

PERO CON UNA DIFERENCIA:

La información de esas gafas que llegaba a los servidores de la empresa (y a Fritz) era falsa.

Miriam actuaba fingiendo que veía los entornos virtuales, pero en realidad estaba viendo su casa a través de la cámara del dispositivo.

Sus ojos seguían vigilando el mundo real.

Y tras muchos días haciendo ese paripé...

... Ludo Fritz se coló en la vivienda a través de una puerta del garaje mal cerrada.

Miriam lo vio moverse como un espectro, como un hada de pies livianos...

... iniciando una de sus rutinas habituales:

Comenzó con un paseo por la cocina.

A través del mostrador, desde la sala de estar, Miriam le vio lamer una naranja del frutero.

Luego abrió la nevera y bebió zumo.

Después salió un momento en dirección al cuarto de baño.

Miriam fingía no verle.

Jugaba a un juego virtual inexistente, aguardando a que se acercase a ella lo suficiente para reducirle.

Lo vio regresar a la cocina y oler una sartén usada.

Lo vio salir de nuevo hacia el pasillo y volver de nuevo.

Lo vio lamer una naranja del frutero...

¡UN MOMENTO!

¿Lamer la naranja?

¿OTRA VEZ?

Miriam tardó demasiados segundos en advertir que no estaba viendo la realidad.

Los primeros minutos de la visita los había visto con sus propios ojos. Pero lo que veía era un vídeo reproducido en bucle esos primeros minutos.

Sintió cómo unas manos la inmovilizaban desde atrás.

No os voy a describir las atrocidades a las que fue sometida esa agente policial mientras veía una y otra vez aquel bucle:

Una naranja lamida.

Dolor.

Un trago de zumo en la nevera.

Terror.

Ludo Fritz olfateando una sartén.

ASCO.

Cuando sus compañeros irrumpieron en la casa para socorrerla, Miriam Velázquez ya estaba muerta.

La consternación fue absoluta.

El asesino SABÍA lo que tramaba la policía y se anticipó a la jugada.

Eso significaba una cosa: NO era un empleado CUALQUIERA.

No era uno de los miles de programadores y diseñadores de los escalafones más bajos.

Era un pez gordo de la empresa.

Eso permitió a la policía acotar sus parámetros de busca.

Ahora la investigación se centraba en unas pocas decenas de personas, y la única que no tenía coartadas creíbles en las fechas de los crímenes era uno de los directivos:

LUDO FRITZ.

Me gustaría poder deciros que Ludo Fritz fue detenido y juzgado, pero sería mentira.

Escapó y se esfumó.

Ahora mismo podría estar en cualquier país.

Y es un programador brillante, capaz de hackear cualquier dispositivo.

Quizá siga teniendo información privilegiada.

Así que...

... si sientes un escalofrío en la nuca mientras usas tus gafas de realidad virtual...

... si estás sol@ y escuchas un ruido extraño en casa...

... si tienes la intuición de que alguien te observa...

... puede que Ludo Fritz esté en tu casa, a medio metro de ti.

...

..

.

GRACIAS por leer esta historia de #FICCIÓN.

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