Del 9 al 14 de agosto hubo narcobloqueos y actos vandálicos en cinco estados del país provocando miedo entre la población. Esta situación fue utilizada por actores políticos para beneficiarse con el dolor de la gente e imponer narrativas y percepciones.
Abrimos hilo🧵👇🏾
El día 9 de agosto, en el municipio Ixtlahuacán del Río, Jalisco, se realizaba una reunión entre líderes del CJNG. Al ser descubierta por el Ejército, hubo enfrentamientos que culminaron en la detención de 6 integrantes de dicho cártel; como lo informó el Gabinete de Seguridad.
El secretario de la Defensa Nacional señaló que no detuvieron a los líderes. Sin embargo, la estructura del CJNG pensó lo contrario, por lo que realizaron narcobloqueos y actos vandálicos en Guanajuato, Michoacán, Jalisco y Baja California.
A estas acciones se sumó la riña que ocurrió el 11 de agosto en el Centro de Reinserción Social en Ciudad Juárez, Chihuahua, entre integrantes del Cártel del Pacifico y el Cártel de Juárez; mientras que en las calles hubo quema de comercios, vehículos y personas fallecidas.
Lo ocurrido durante el 9 y 14 de agosto provocó caos, miedo y pánico entre la población. Además, ante la ausencia de una respuesta gubernamental clara e inmediata que explicara los hechos, se generó un vacío de información aprovechado por actores que buscaron imponer narrativas.
Tras analizar textos de opinión en medios, hallamos tres narrativas predominantes: a) La estrategia de seguridad del presidente es un fracaso, b) La violencia actual puede calificarse como terrorismo y, c) El gobierno está detrás de los narcobloqueos.
Dentro de la narrativa (a), se culpó directamente a AMLO del fracaso en el combate al crimen. Usando la 'falacia de personificación' se redujo la complejidad de los narcobloqueos al papel de un solo actor político, ignorando las causas históricas y estructurales de la violencia.
Además, algunos opinadores como @macariomx y #FranciscoGarfias utilizaron metáforas y adjetivos negativos contra la figura presidencial, buscando motivar reacciones de odio y rechazo. @romanrevueltasr y @VictorPiz señalaron que los “abrazos, no balazos” no estaban funcionando.
En contraste con la versión anterior, pocos análisis explicaron por qué los hechos no son sólo responsabilidad de la actual administración. @FadlalaAkabani hizo un balance de la ‘Guerra contra el narco’ (2006-2012) y @julioastillero evaluó que hay varios intereses en conflicto.
La 2a narrativa (b), que juzgó los actos como terrorismo, enfatizó que “el Estado no tiene control del territorio” (@hdemauleon), llegando a hablar de “crisis de la democracia” (@CarlosLoret) y de colectivos mexicanos que solicitan intervención desde el extranjero (@jbarrera4).
Con tal de reafirmar su postura, recurrieron a ‘falacias de generalización’, señalando que la violencia “imparable” está presente “siempre” en “todo” México, o a analogías que comparaban lo acontecido con guerras, invasiones o desastres naturales, de ficción y realidad.
Esta tesis, basada en el miedo y carente de pruebas, exhibe falta de rigor y ética profesional. Es preocupante que los periodistas que la sostuvieron ocupen espacios estelares en algunos de los medios con mayor alcance global: @dw_espanol, @washingtonpost, @Televisa e @infobae.
La 3a narrativa (c) asevera que hay un contubernio entre el presidente y el narco, y señala la “sospechosa intervención tardía” de los cuerpos de seguridad. Para @RicardoAlemanMx o @anabelhernandz es una ‘estrategia de tensión’: “crear desorden para imponer un ‘nuevo orden’”.
Identificamos el uso de ‘falacias de autoridad’ y ‘sospechas infundadas’ para sostener la supuesta complicidad del Estado. @anabelhernandz recurrió a ejemplos históricos para acusar que la violencia criminal se debe a la gradual militarización del país.
Mediante un análisis de contenido, con un modelo LDA, identificamos estadísticamente 8 temas, entre los cuales, el de mayor relevancia en los textos de opinión fue la Guardia Nacional (25%); seguido de la calificación de los narcobloqueos (10%) y de una descripción de estos (7%).
Recientemente, se ha discutido el decreto que transfiere el mando de la Guardia Nacional a la @SEDENAmx. Esto explica la relevancia mediática del tema. En los textos de opinión hallamos dos posturas: una antimilitarista y otra militarista.
En Twitter, identificamos un conjunto de hashtags con la palabra “narco”. Destacan #Narcobloqueos, con un pico de actividad el 9 y 10 de agosto, y #AMLONarcodictador que, aunque presente antes de los hechos, tuvo mayor actividad en los días posteriores.
La actividad principal de algunos hashtags fue la difusión de contenido. Destaca #AmloNarcodictador con el mayor volumen de publicaciones y más de 60% de retweets, utilizado para mantener esta narrativa presente en la plataforma durante los días posteriores a los eventos.
Al profundizar en la red de co-ocurrencia de hashtags alrededor de #AMLONarcodictador, observamos que está relacionado con otros que buscan asociar a López Obrador y MORENA con el narco. Como también lo documentamos en bit.ly/3dNqSCX.
Así mismo, analizando el comportamiento temporal de las cuentas en la conversación, identificamos que las cuentas con comportamiento anómalo difundieron exclusivamente #AmloNarcodictador mediante decenas de retweets con diferencias de tiempo entre 7 y 30 segundos.
Este hashtag también fue difundido intensamente por una comunidad de cuentas, entre las que destacan @RICARDOJN14, @okibravo y @Jose11304074, asociadas a #LigaDeGuerreros, un conjunto de cuentas de oposición que difunden sistemáticamente narrativas violentas y antidemocráticas.
El contenido generado por estas cuentas, aunque de manera burda y amarillista, resuena con las narrativas en los artículos de opinión analizados. Se califica a los eventos como terrorismo y se afirma, sin pruebas, un vínculo del actual gobierno con el narco.
Esto muestra la presencia de una estrategia de difusión de contenido para posicionar y amplificar interpretaciones y narrativas sesgadas sobre los hechos ocurridos, con el objetivo de atacar al presidente López Obrador y a su gobierno; aprovechándose del temor de las personas.
En un delicado contexto de violencia es preocupante que en los medios de comunicación este grupo de columnistas y opinadores, en lugar de orientar con argumentos, confunden y apelan al odio y al miedo con falacias y desinformación, lo que supone falta de compromiso periodístico.
La propagación de desinformación, a través de estrategias digitales y medios de comunicación corporativos, debilita la democracia y enrarece la conversación pública, contribuyendo a crear una falsa percepción de inestabilidad política y social.
#TlatelolcoLab
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