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No soy historiador y divulgador me viene grande, solo soy un fan de la Historia https://t.co/cTtrnDpMu3 Me dejan contar batallitas en @RadioHistoria2

Oct 11, 2022, 21 tweets

Hoy es el día, hoy llega la segunda entrega de este #mesdelasbatallas y para ello nos vamos a trasladar a Germania, al otro lado del Rin, justo en un bosque. ¿me acompañáis? ⬇️🧵

Estrabón en su obra Geografía afirmaba esto de los pueblos germanos: -la mejor defensa contra estas gentes es la desconfianza, puesto que aquellos en quienes se confió ocasionaron después graves daños- y a tenor de lo sucedido en el bosque de Teutoburgo no estaba desencaminado.

Gobernaba el Imperio aquel año 9 un ya anciano Octavio Augusto que gracias a la maestría en el campo de batalla de generales como Druso y Tiberio había conseguido ampliar las fronteras de Roma más allá del Rin, creando la provincia de Germania.

El gobierno de esta nueva provincia lo ostentaba por aquellas fechas Publio Quintillo Varo y para asegurar la paz contaba con cinco legiones con las que, gracias a la relativa calma, les eran encomendadas la construcción de puentes y carreteras.

Dentro de estas legiones se encontraban las tropas auxiliares y parte de la caballería auxiliar estaba bajo el mando de Arminio, un joven équite hijo de uno de los jefes queruscos y que gozaba de la totalidad confianza de Varo.

Arminio había sido educado por los romanos cuando de niño fue ofrecido como rehén como un gesto de buena voluntad por los queruscos. Lucho con los romanos adquiriendo no solo conocimientos militares si no también la ciudadanía romana por su valor.

Pero esto no colmaba el corazón germano de Arminio, su tierra y sus gentes le llamaban y por mucho que Roma le hubiese dado tanto no podía defraudarlos. Así que se puso mano a la obra y urdió un plan.

Antes de la retirada de las legiones a sus cuarteles de invierno llego la noticia al campamento del levantamiento de una de las tribus cercanas. Varo decidió que tomaría un pequeño desvío atravesando el bosque de Teutoburgo para apaciguar a los insurrectos.

Varo partió en cabeza de tres legiones acompañadas estas de sus familias y pertrechos para pasar el invierno y se introdujo en el espesor del bosque. Arminio encabezaba la marcha junto a sus tropas queruscas.

Gracias a la confianza que Varo había depositado en el germano no le fue difícil convencer al romano de permitirle adelantarse junto a sus auxiliares para establecer contacto con los insurrectos. Ya no se volvió a saber nada de Arminio y sus hombres.

La larga caravana avanzaba lentamente por el angosto bosque cuando la climatología se puso en su contra desencadenándose fuertes tormentas que hacían más difícil de por si el tránsito por el camino.

Fue cuando comenzaron a desencadenarse los ataques sobre la larga formación. Desde los lados del camino arreciaba una lluvia de venablos que en cada momento cambiaban de objetivo, unas veces la vanguardia, otras la retaguardia, haciendo difícil una defensa eficaz.

La climatología no acompañaba y la noche se acercaba así que Varo ordeno levantar un campamento fortificado en el que resguardarse y esperar noticias de Arminio. Al día siguiente al ver que seguían sin noticias del querusco mando un destacamento en su busca que jamás regreso.

Al no recibir noticias ni de Arminio ni de sus hombres entendió que había sido traicionado por su hombre de confianza. No quedaba otra que continuar camino y para ello no podía contar con los guías germanos que se habían disipado como el humo.

A la mañana siguiente reanudaron la marcha en medio de una gran tempestad que hacia los caminos impracticables y que poco a poco iba rompiendo el orden de la columna. Era el momento esperado por Arminio.

Lanzó un potente ataque contra la desorganizada columna que acabo por quebrarse poniendo en fuga a la caballería romana. La debacle era total, miles de cuerpos yacían en el suelo que junto al embarrado terreno hacían imposible presentar una defensa eficaz.

Varo al ver el tamaño de tal desastre y para evitar caer en manos de los germanos que seguramente lo torturarían hasta la muerte decidió junto a sus comandantes quitarse la vida.

Las bajas de la batalla se calculan entre 15000 y 20000, los que se rindieron fueron torturados y ofrecidos como sacrificio, los que lograron huir fueron perseguidos por los germanos y muy pocos fueron los que lograron escapar con vida y dar el aviso de lo sucedido.

Según cuenta Suetonio el emperador Augusto entro en una especie de depresión al recibir las noticias de la estrepitosa derrota y clamaba: ¡Quintilio Varo, devuélveme mis legiones!

Espero que os haya gustado esta segunda historia del #mesdelasbatallas y no perdáis ojo de los germanos como comenta Estrabón. Hasta la próxima.

📚Fuller, J. F. (1954). Batallas Decisivas I. Barcelona: RBA.

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