Ludwig Wittgenstein es un caso único en la historia de la Filosofía. ¿Por qué? Porque es un filósofo al que hay que estudiar dos veces. Existe un primer Wittgenstein y un segundo Wittgenstein, pero son el mismo Wittgenstein, aunque dice cosas (casi) diferentes.
La obsesión de Ludwig era negar la existencia de los problemas filosóficos y asumir que los filósofos están para otra cosa. El primer W. sostenía que un problema filosófico no era más que algo carente de lógica y el segundo W. que era un lío con el lenguaje. Mas o menos.
En pocas palabras, un filósofo se dedicaba a ver si un problema tenía respuesta o era ilógico (y si tenía respuesta, ya se vería) o si un problema era no más que un juego de palabras que se había ido de madre.
Naturalmente, había gente que sostenía que existían los problemas filosóficos. Por ejemplo, Popper, que era un leches y pinchó de tal manera a Wittgenstein que se dice que casi llegaron a las manos durante una conferencia-debate en petit comité, en Cambridge.
Entre el primer y el segundo Wittgenstein hubo un Wittgenstein arquitecto, no sé si lo sabían, al que le dediqué una #RistraDeTuits.
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