Hoy toca hablar de los Tercios Españoles.
Antes de que los soldados se reagruparan formando los tercios, los españoles guerrearon durante ocho siglos contra los moros en la península en la etapa de la Reconquista que finalizó con la toma de Granada por los Reyes Católicos.
En España todos iban a la guerra. Desde reyes, a los nobles hasta los más simples campesinos.
Al acabar la Reconquista el escenario bélico cambió y la amenaza venía del Norte. Entonces, Fernando el Católico dictó que cada pueblo tuviera 1 de cada 12 hombres hábiles por si el rey
los reclamaba para la guerra.
Estas primeras formaciones defendieron Cataluña, Navarra o Nápoles, además de conquistar plazas en el Norte de África.
La ordenanza de 1495 establecía el proceso de reclutar y pagar a una serie de compañías durante un tiempo limitado mientras hubiese
una amenaza.
Por ejemplo, en la guerra con Francia por la hegemonía de Italia, la Corona tuvo que mantener permanentemente tropas en Sicilia, Nápoles y Milán. Tras la larga permanencia de estas tropas, el ejército no fue una institución hasta 1534.
La cuarta quinta parte de estos
ejércitos eran soldados de infantería y el resto de caballería.
En 1534, la infantería sufre una nueva variación, creándose los tercios, que se compone de tres coronelías y estas a su vez en cuatro compañías.
En 1536, en la Orden de Génova se acuña el término “tercio” para referirse a cada una de las tres agrupaciones de tropas. Cada una debía contar con compañías de 300 hombres. Partiendo de una infantería anormalmente numerosa, pero organizada y armada de una manera convencional,
llevó a unidades permanentes, dotadas del más moderno armamento de la época y con una estructura peculiar. Su superioridad residía en la utilización de armas portátiles de fuego, especialmente el arcabuz.
Desde finales del siglo XVI y durante unos 150 años España se posicionó
como la mayor potencia militar del mundo, con una fama ganada a la fuerza en numerosas batallas. La piedra angular de aquel ejército que tanta gloria dio a España eran los Tercios Españoles.
Los Tercios estaban compuestos por gentes de todas las naciones de la Monarquía Hispánica
o de católicos procedentes de países terceros.
Los españoles eran la base de los tercios, los que se posicionaban en la zona más dura de la batalla, y de media representaron el 16,7% del total. Pero también había muchos italianos (de los más fiables tras los españoles), valones,
borgoñones, alemanes, escoceses , irlandeses (comprensible por su enemistad hacia Inglaterra) y también croatas, ingleses y franceses.
Estas unidades fueron flexibles con hombres que se adaptaban a las disposiciones reales de cada momento.
Los Tercios estaban formados entre 15
y 20 compañías de unos 300 hombres cada uno que podían formar 3500 soldados, pero estas cifras eran en teoría y podían variar.
Las compañías no superaban los 150 hombres y el tercio no pasaba de 1500 hombres.
Se guiaban por dos principios básicos fundamentales: Honra y Honor.
Los Tercios españoles se distinguieron dentro y fuera del campo de batalla tanto por su capacidad militar como por su visión del honor. Un honor que les llevó a acuchillarse entre propios y extraños con tal de mantener su pulcritud.
El honor era la expresión o al menos la
apariencia de unos valores a los que todas las capas de la sociedad se aferraban para demostrar unas cualidades superiores que los distinguieran de sus semejantes: el valor, el coraje, la lealtad, la compasión o la defensa de la fe.
El honor mitigó las diferencias sociales entre
los tercios y guió su actuación en el campo de batalla.
La Honra era la estima, reputación y respetabilidad que uno tenía sobre sí mismo y que le daba dignidad y una valoración positiva entre los demás.
Es lo que les llevaba a realizar temeridades y gestas heroicas en combate.
Las encamisadas (incursiones nocturnas contra las tropas enemigas) son un ejemplo magnífico para explicar su actitud.
Pocos combatientes han tenido más confianza en sí mismos que la infantería española de los tercios, soldados veteranos que se tenían por la mejor fuerza del mundo
La temible eficacia de los Tercios era la combinación de armas blancas, como la pica y la espada, con armas de fuego, como el arcabuz y mosquete. Fue una estrategia muy innovadora y avanzada en su época. Se formaban escuadrones de picas flanqueados por mangas de arcabuceros.
Esta agrupación fue heredada del modelo suizo que acabó con el predominio de la caballería pesada en el campos de batalla. Pero los tercios mejoraron la estrategia suiza al fragmentarse ya que podían formar escuadrones menores y más móviles.
Los Tercios recibían su nombre por su zona de asentamiento en Italia y el nombre podía perdurar durante decenas de años como el caso del Tercio de Sicilia, Lombardía, Cerdeña o Nápoles. Los soldados que caían eran reemplazados por nuevos reclutas.
También podía llamarse por el nombre del maestre de campo, su forma de luchar, el sitio donde deslumbró su valor y arrojo… Por ejemplo, el Tercio de Granada o el Tercio de Fuenclara.
Acabo con este vídeo que les dedico en su memoria.
¡Santiago y cierra, España!
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