Hace 2.300 años un día de fiesta acabó en día de luto. Una feria, en una masacre. Hay tragedias que solo puede contar la arqueología y esta es una de ellas. Hilo->
La tragedia tuvo lugar en el poblado de La Hoya, en la Rioja Alavesa. Un poblado próspero y tranquilo como muchos otros de la Edad del Hierro.->
Durante ocho siglos, los habitantes de La Hoya llevaron vidas como las de tantas comunidades campesinas del pasado y del presente. Cultivaron sus campos, cuidaron de sus familias, levantaron casas, realizaron rituales.->
Hasta aquel día de finales de verano que lo cambió todo.->
Era un día de feria, que es como decir un día de fiesta. Artesanas y artesanos exhibían sus vasijas y telas a la puerta de sus casas, los animales para la venta, los productos del campo.->
Cuando los arqueólogos excavaron la calle principal del poblado se lo encontraron todo tal y como quedó abandonado. Vasijas aún llenas de cereal, cochinillos y aves con las patas atadas.->
La historia detenida.->
En arqueología es muy difícil encontrarse escenas así. Porque la actividad cotidiana borra sus huellas cada día. Es necesaria una catástrofe para detener la historia. Para congelar el tiempo.->
La catástrofe en este caso fue una razia.->
Sobre la calle principal del poblado aparecieron varios cadáveres, sepultados bajo el derrumbe de las casas, que destruyeron los atacantes.->
Hay individuos de ambos sexos, dos adolescentes, un niño de tres años y un bebé de seis meses. No fue una razia cualquiera. Fue una razia de exterminio.->
En los huesos se puede leer la violencia que sufrieron las víctimas: a uno de los hombres adultos lo decapitaron, a otro le amputaron el brazo derecho, igual que a una adolescente.->
Este caso es particularmente horrible, porque el brazo apareció a unos tres metros del cuerpo de la joven, lo que significa que pudo moverse antes de morir desangrada o de que la remataran.->
No han aparecido proyectiles de flecha ni de honda. Los asaltantes asesinaron con espada, lanza y daga. Fue una violencia íntima, a corta distancia.->
Tras la masacre, prendieron fuego al poblado.->
No todo el mundo debió de perecer en el ataque, porque La Hoya se reconstruyó parcialmente. Pero la comunidad, diezmada y empobrecida, aguantó apenas un siglo antes de trasladarse a otro lugar.->
La razia, al final, logró el objetivo que buscaba: acabar con una comunidad, hacerla inviable. En eso consisten las razias de exterminio -frente a las de saqueo.->
Los cadáveres ultrajados e insepultos son parte de la lógica de la aniquilación. En una sociedad donde el culto a los ancestros es clave y donde se incinera a los muertos, la ausencia de ritual funerario es peor que una humillación. Es una condena.->
La Hoya era un poblado fortificado. Los atacantes tuvieron que aprovechar un día de feria, en que las puertas estaban abiertas, para poder destruirlo. Y esto nos recuerda una cosa.->
Y es que si los poblados de la Edad del Hierro estaban fortificados no era para hacer bonito (o no solo). La gran inversión en murallas y fosos era por un buen motivo: la amenaza constante de un ataque.->
Hoy apreciamos la belleza de las fortificaciones de la Edad del Hierro. Pero no deberíamos olvidar que son, ante todo, la materialización de un paisaje del miedo.->
Al igual que las armas nucleares hoy, fueron también un arma disuasoria. Previnieron ataques. Por eso aunque hay más casos como La Hoya, no hay muchos. Conocemos miles de poblados y solo un puñado de masacres.->
Pero no solo hay pocos ejemplos porque las murallas funcionaran. Hay pocos porque la violencia extrema, a pesar de todo, no es lo habitual en la historia. Tampoco (aún menos) en la Prehistoria.->
Frente al titular fácil ("siempre nos hemos masacrado"), la arqueología cuenta otra historia. La Hoya vivió 800 años en paz ¿Cuántas ciudades europeas de los últimos dos milenios pueden decir lo mismo?->
Como siempre, si os ha interesado esta historia, quizá os interese "Tierra Arrasada", donde se cuentan historias como esta (pero no esta).
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