Si has entrado alguna vez en la Sacristía Mayor de la Catedral de Sevilla y no se te ha puesto el corazón bocabajo, mira que lo sigas llevando en el pecho.
A ver, que os cuento una historia.
Dentro hilo chiquetito🧵👇
La Sacristía Mayor, junto con la Sala Capitular (♥️) y la Capilla Real, forma parte de los añadidos renacentistas que se levantaron en el s. XVI en el gran edificio gótico.
Es un espacio central dominado por una cúpula apoyada en pechinas y dividida en anillos concentricos.
Este espacio alberga obras de arte extraordinarias como la gran custodia de Arfe (oíganme, una j o y a de la orfebrería europea), los lienzos de San Isidoro y San Leandro de Murillo o la imagen de San Fernando de Pedro Roldán (sus hechuras 😍).
Claro, sin olvidarme de vestigios históricos tan imponentes como las Tablas Alfonsíes, las llaves de la ciudad entregadas por Axataf a Fernando III al rendir la ciudad el 23 de noviembre de 1248 o la Virgen de las Batallas.
La realidad es que llega a desbordarte tanta Historia a golpe de vista. Cuando hago visitas a la Catedral, las personas a las que acompaño suelen sentirse abrumadas y hay que ir dosificando la información. Es que es una cosa muy loca LO de la Sacristía Mayor.
Pero lo que yo (+)
quería contaros era la historia de un cuadro de este espacio: 'El Descendimiento de la Cruz, del belga Pieter Kempeneer (Pedro de Campaña españolizado).
No voy a entrar en profundidades de su carrera, pero fue una figura referencial de la pintura en el Renacimiento sevillano.
Bueno, resulta que este cuadro que hoy vemos presidiendo la Sacristía, originalmente estaba en una capilla de la Iglesia de Santa Cruz. OJO, no la actual iglesia de Santa Cruz frente a 'La Fresquita', sino la que estaba situada en la actual Plaza de Santa Cruz.
Cuenta González de León que Murillo, que vivía muy cerquita de la iglesia, en la calle Santa Teresa, acudía con frecuencia a la Capilla para admirar El Descendimiento de Pieter.
Al parecer pasaba largos ratos observando aquel monumental lienzo.
Un día, alguien, quizá el sacristán, se le acercó y le preguntó qué miraba con tanto detenimiento y durante tanto rato en el cuadro. Murillo se volvió y respondió que estaba esperando a que terminaran de bajar de la Cruz al Señor.
Cuentan, historia o leyenda, que Murillo dispuso ser enterrado en la capilla donde se encontraba su cuadro fetiche.
El resto de la historia, esta tristemente real, es que la iglesia acabó derribada por los franceses durante la invasión napoleónica y los restos (+)
de Murillo se perdieron para siempre.
Lo que no perdimos, afortunadamente, fue aquel Descendimiento que enamoró a Murillo y ante el que hoy día podemos pararnos a esperar junto al maestro Bartolomé a que bajen a Cristo.
📸 Las fotos de la Sacristía son de la web de la Catedral, las del Descendimiento son de la Archidiócesis y el resto son de la wiki.
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