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Aug 24, 2023, 21 tweets

Se cumplen 50 años del robo y secuestro que dio nombre al famoso “síndrome de Estocolmo” pero ¿sabías que es un mito? 🧵 👇🏼

Estaba comentando con familia de Suecia qué recordaban haber visto de peques de la retransmisión en directo del asalto al banco en Estocolmo y me vino a la cabeza lo que leí de las autoras @erinbowbooks & @jessradio sobre el caso.

A continuación usaré los textos de Jess Hill y el resumen de Erin Bow, especialmente focalizándome en el libro “See what you made me do” sobre nuestras concepciones del maltrato y cómo aplican al incidente.

En Agosto de 1973, Clark Olofsson y Janne Olsson tomaron como rehenes a cuatro empleados de banco en Estocolmo. En Suecia el índice de criminalidad es relativamente bajo, y la respuesta policial fue muy inepta. Rodearon el banco y lo mantuvieron sitiado durante seis días.

Los rehenes: Birgitta Lundbald (arriba a la izquierda), Kristin Enmark (arriba a la derecha), Elisabeth Oldgren (abajo a la izquierda) y Sven Safstrom (abajo a la derecha).

Los secuestradores proporcionaron tampones a las mujeres, aflojaron las cuerdas con las que las habían atado, les permitieron llamar a sus familiares e incluso permitieron a Elisabeth salir a tomar el aire ya que padecía de claustrofobia.

Por el contrario, la policía y el gobierno suecos se negaban a realizar un intercambio ni a ceder a las demandas de los criminales (3 millones de coronas suecas), apuntando con las armas aún cuando los rehenes se encontraban en la línea de fuego.

La rehén Kristin Enmark de 23 años, se acercó estratégicamente a Clark Olofsson, quien parecía más estable, ya que pensó que conseguir su protección era la mejor opción para salir de allí ilesa, pues no confiaba en la policía.

Desde dentro del banco concedió una entrevista por radio: "Están jugando con nuestras vidas y no quieren ni hablar conmigo, que es la que se va a morir si pasa algo". Estaba aterrorizada de que la policía asaltara el banco y ella y los otros rehenes murieran en el fuego cruzado.

El primer ministro Olof Palme le dijo a Enmark: "Bueno, Kristin, no puedes salir del banco. Tendrás que contentarte con haber muerto en tu puesto".

Paréntesis: Olof Palme, primer ministro sueco cuyo caso de magnicidio (asesinato) se cerró hace poco sin un culpable.

Cuando la policía finalmente liberó gases lacrimógenos, capturaron a los secuestradores y los hicieron desfilar por la calle. Enmark ya estaba harta del teatro que la habría presentado como "heroína muerta” y ahora quería que fuera una "víctima aturdida".

Kristin se negó a tumbarse en la camilla que debía transportar a los rehenes. Cuando salió se mostró crítica con la policía, con el gobierno y con el psiquiatra de la policía. Se mostraba demasiado “alerta y fresca” para el trauma que había sufrido según la opinión pública.

“Sí, tenía miedo de la policía; ¿Qué tiene de extraño? ¿Es extraño que tenga miedo de quienes están por todas partes con chalecos blindados, cascos y armas, listos para disparar?” Kristin simplemente adoptó la estrategia que creyó más adecuada para poder sobrevivir.

El psiquiatra al servicio de la policía, Nils Bejerot, sin embargo, consideraba que Kristin actuaba así por una atracción emocional y sexual hacia los secuestradores. Además considero su miedo a la policía “irracional”. A esto lo llamó “síndrome de Norrmalmstorg” +

conocido fuera de Suecia y posteriormente como “síndrome de Estocolmo”. Esta condición nunca ha estado reconocida por ningún manual diagnóstico oficial y Bejerot nunca llegó a hablar personalmente con Enmark (a pesar de la insistencia de esta).

En 2008, una revisión de la literatura sobre el síndrome de Estocolmo encontró que la mayoría de los diagnósticos los hacían los medios de comunicación, no psicólogos o psiquiatras, que estaba mal investigado+

y la escasa investigación académica al respecto ni siquiera podía ponerse de acuerdo sobre qué era el síndrome, y mucho menos cómo diagnosticarlo.

Allan Wade, señala que el síndrome de Estocolmo es “un mito inventado para desacreditar a las mujeres víctimas de violencia” por un psiquiatra con un evidente conflicto de intereses, cuyo primer instinto fue silenciar a la mujer que cuestionaba la autoridad para la que trabajaba.

El propio Janne Olsson admite que al establecer una buena relación con él, sus rehenes probablemente salvaron sus vidas. La estrategia de Kristin funcionó.

Durante décadas, a Kristin le preocupaba haber hecho algo mal durante su terrible experiencia pero a medida que cumplió años, cambió de opinión.
"La rehén ideal es la que mantiene la boca cerrada y piensa que la policía la va a proteger pero yo no me arrepiento de cómo actúe".

El síndrome desvía el enfoque y contexto de los acontecimientos a patologías creadas en las mentes de las víctimas. Es uno de los muchos conceptos utilizados para silenciar a personas que hablan públicamente de respuestas sociales (por ej, institucionales) negativas.

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