Juanjo Ramírez Mascaró Profile picture
Mitad andaluz, mitad canario. Escribo cosas. Gritos en el Pasillo. Vaya Semanita. Jose Mota Presenta. La Casa de Papel. Titania. Colaborador de El Mundo Today.

Jan 1, 29 tweets

Esta es una de las zonas más vírgenes de la selva amazónica.

Hace años, Brasil la malvendió a una multinacional alemana.

Esta es la historia de cómo otra empresa logró que no talasen ese océano de árboles y de las cosas terribles que están sucediendo a causa de ello.

Ese sector de la selva no contiene únicamente miles de toneladas de madera e innumerables recursos naturales. También es el hábitat de los sanawayas: una de las poquísimas tribus "no contactadas" que quedan en nuestro planeta.

En otras circunstancias, la empresa maderera habría arrasado esas hectáreas sin preocuparse por el bienestar de los indígenas, pero una tecnología disrruptiva se cruzó en su camino:

Los nuevos "drones insecto" de Neuralink, la empresa de nanotecnología de Elon Musk.

Musk propuso a Zukünftiges Holz (la empresa alemana) un modelo alternativo de negocio, algo menos lucrativo que la tala indiscriminada de árboles, pero con la promesa de grandes beneficios a largo plazo:

Hacer un REALITY SHOW.

Varios meses y varias decenas de abogados más tarde, se firmaron contratos y concesiones. En la tele alemana se estrenó (y arrasó) AMAZONISCHE LAUNE, una especie de "Gran Hermano" que espía y retransmite las vidas de los sanawayas.

¿Están invadiendo la intimidad de esa gente sin su consentimiento? En efecto.

No obstante, todos miran hacia otro lado. Para ecologistas e instituciones se trata de un "mal menor". Para los antropólogos, una oportunidad única de estudiar de cerca un tesoro étnico.

Para la televisión alemana y las empresas implicadas ha supuesto sus audiencias más altas hasta la fecha y millones de euros facturados en publicidad.

A través de un canal 24h destinado a ello, los telespectadores cotillean a esa tribu que jamás ha conocido a otros seres humanos.

Se mofan de su aspecto, hacen quinielas sobre quién se lía con quién, les ven cazar animales desde el confort de sus sofás.


Se viralizan las más pintorescas costumbres de estos indígenas, como la de masticar insectos vivos e intercambiar la papilla esultante en sus besos, incluso entre miembros de la misma familia. Triunfan el asco, la fascinación y el morbo.

No tardó en llegar el dilema moral:

Toda Alemania descubrió, en vivo y en directo, que algunos ritos de los sanawayas implicaban sacrificios humanos.

Varias ONG exigieron a la comunidad internacional que interviniese y evitase esas prácticas atroces. Nadie les hizo caso.

Intervenir se consideraría "contaminación cultural".

Y cuando los sanawayas se mataban entre ellos, se disparaban las cifras de audiencia.

Espoleados por el éxito del reality, cientos de influencers viajaron a la selva amazónica con la esperanza de localizar la tribu y hacerse el codiciado selfie con ellos.

A pesar de los empeños en ocultar su ubicación, finalmente una chica lo logró.

Su nombre: BIRGITTE STINNE.

El selfie le salió caro a Birgitte. Los sanawayas la capturaron, la sometieron a todo tipo de aberraciones e iniciaron los preparativos para sacrificarla a sus dioses.

Ahora la situación era distinta. No estaba en juego la vida de un "no contactado", sino la de una europea.

Miles de personas salieron a las calles para pedir el rescate de Birgitte.

Millones de personas se quedaron en casa frente a sus pantallas, observando todo lo que aquellos aborígenes le hacían a la pobre muchacha.

Fue una de las muertes más lucrativas del año.

La joven fue devorada. Sus huesos, probablemente, acabarán formando parte de alguno de los macabros ornamentos con los que esta tribu acostumbra a marcar el perímetro de su territorio.

Los sanawayas también están eufóricos. Desde que comenzó la emisión del reality show, la efectividad de sus rituales ha aumentado de manera asombrosa.

Ellos lo atribuyen a los drones, de cuya presencia son plenamente conscientes, porque no están ciegos ni son imbéciles.

Según los antropólogos, para ellos los nano-drones de Neuralink son animales sagrados enviados por sus dioses para otorgar poder.

Los agasajan con ofrendas y los observan con temor reverencial.

Y eso no es lo único que sospechan los antropólogos. Tras varios meses estudiando el folclore de los sanawayas, tienen ciertas nociones sobre cómo funciona su "magia".

Ellos agasajan a sus dioses con dolor, horror y muerte. A cambio piden recibir mensajes.

Cuantas más personas participan en esos rituales, más contundente es la respuesta que reciben.

Diez personas obtienen resultados pequeños.

Cien personas obtienen resultados poderosos.

En los últimos meses, gracias a la captación de los drones y la emisión de la televisión alemana, los rituales de los sanawayas han sido presenciados por MÁS DE 6 MILLONES DE PERSONAS.

Se cree que en otros tiempos el culto a esos dioses variaba ligeramente la temperatura de la región o hacía llover en las inmediaciones.

Según análisis a posteriori, desde que "asisten" a este culto millones de conciencias, los momentos álgidos del mismo coinciden con cataclismos a escala planetaria. Tsunamis, terremotos, erupciones volcánicas.

Los sanawayas perciben ese flujo de poder, sienten la Tierra estremecerse antes sus ruegos, se consideran un pueblo elegido.

Han empezado a aventurarse más allá de su zona de confort para secuestrar gente y ofrecerla en sacrificio. Porque ahora saben que existe "otra gente".

Y cuanto más horror, cuanto más dolor, cuanta más sangre, más adictos los televidentes de Alemania, más astronómicos los beneficios de todas las empresas implicadas, más conmociones en un planeta similar a una bestia que se despereza.

Por si todo ello no fuese suficientemente alarmante, una gran plataforma de streaming acaba de adquirir los derechos del show para retransmitirlo a nivel mundial.

Ya podéis imaginar cuál.

A partir de este año, los ritos sanawayas llegarán a más 240 millones de suscriptores.

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GRACIAS por leer esta historia de #ficción.

Todas las imágenes de este #hilo han sido generadas con Midjourney. Incluyendo a Elon Musk.

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