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Cuando uno de verdad quiere aprender, está dispuesto a desaprender. Está dispuesto a reaprender lo que aprendió mal.

Jan 25, 59 tweets

Existe un país que ha causado mucho daño a la humanidad y que hoy se pavonea con total impunidad.

Eventualmente, muestra sus garras (como en el bombardeo a Yemen).

Y no, no estoy hablando de EEUU, hablo de Reino Unido.

¡Va hilo!

Las ansias expansionistas británicas no solo dieron lugar a la entidad imperial más grande de la historia de la humanidad, sino que, tras ese apogeo, dejaron como legado una larga serie de guerras y disputas que, en muchos casos, siguen latentes o incluso plenamente activas.

Con su política de llegar, imponer y decretar sin preocuparse demasiado, ni mucho menos preguntar a los habitantes originarios por su opinión, el Reino Unido generó conflictos en todas las regiones por donde pasó, ya sea que se haya retirado o que aún tenga su bota allí.

Y los ejemplos sobran.

La existencia de las dos únicas potencias nucleares del mundo que no surgieron como tales a causa de la Guerra Fría la debemos, en buena parte, al colonialismo británico.

Hablamos del conflicto entre India y Pakistán. En 1858, Londres inauguró en el sur asiático, lo que se conoce como el Raj Británico, régimen colonial que se mantuvo durante casi un siglo y que comprendía el territorio de las actuales Bangladesh, Nepal, Bután, India y Pakistán.

En 1947, el Reino Unido, a regañadientes, concedió la independencia a territorios diversos en cultura, idioma y religión.

En esa política tan de jardín, de la misma manera que los colonizadores no preguntaron nada a los cientos de millones de habitantes originarios del lugar cuando los integraron en las posesiones de la corona inglesa, tampoco les preguntaron gran cosa al irse.

Inicialmente, las autoridades británicas pensaron integrar los actuales territorios de Bangladesh, Pakistán e India en un solo estado, pero las diferencias religiosas entre los dos primeros (musulmanes) con la mayoría hinduista del tercero, lo volvieron inviable.

Entonces, Londres convocó a Sir Cyril Radcliffe para que decidiera cómo dividir los nuevos territorios.

El tal Radcliffe no era geógrafo, ni historiador, ni antropólogo. Era abogado, y no había estado en su vida en el subcontinente indio, ni tenía ningún atributo que lo convirtiera, al menos remotamente, en una persona idónea para la tarea.

Salvo, imaginamos, lo de ser sir.

En las 5 semanas que le dieron para trazar la Frontera (ignoramos si con sábados y domingos libres), el "experto" trazó unas divisiones, digamos, bastante "caprichosas", donde Pakistán Occidental y Pakistán Oriental estaban separados por más de 2.000 km.

Seguro que lo de Cachemira lo decidido mientras le tocaban a la puerta reclamándole que ya era hora de entregar los mapas.

En 1971, Pakistán del Este se independizó y se convirtió en Bangladesh después de un conflicto civil que causó un millón de muertes y 12 millones de desplazados.

Cachemira, el territorio disputado entre Pakistán e India, llevó a ambas naciones a convertirse en las primeras en desarrollar armas nucleares fuera de la Guerra Fría.

En una de sus Fases más tensas, en 1999, llegó a temerse una confrontación nuclear entre Nueva Delhi e Islamabad.

Tanto así, que los servicios de inteligencia occidentales desatendieron otros asuntos urgentes, como el auge de Al Qaeda, con las consecuencias por todos conocidas aquel 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.

Otro caso de esa costumbre tan británica de llegar, hacer y deshacer, y Finalmente largarse con un "bueno, ahí le dejo eso, suerte" es el de Israel.

O mejor dicho, Palestina.

Aunque pocos se acuerdan del imperio británico cuando se trata de analizar los orígenes del conflicto árabe-israelí, lo cierto es que tuvo bastante que ver.

El mismo año en que ocupó Siria y Palestina tras el derrumbe del Imperio otomano, de 1917, el Reino Unido afirmó que

"contemplaba con beneplácito el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitarlo".

Por aquel entonces, la población musulmana en el Mandato Británico de Palestina sextuplicaba a la judía y, como imaginarán, las autoridades designadas por Londres, no les preguntaron demasiado su opinión al respecto.

Durante la siguiente década y media, la población judía aumentó vertiginosamente debido a la inmigración hebrea europea y reconfiguró el mapa demográfico local de Forma artificial, por obra y gracia del "beneplácito de Su Majestad".

Los motivos de Londres para repoblar un territorio bajo su control con ciudadanos no británicos no están del todo claros. Históricamente, el consenso sugiere que la Corona prefería limitar el poder de los árabes en la región del canal de Suez para evitar que lo controlaran.

Ojo, la reconfiguración demográfica de Palestina "con el beneplácito de los mejores esfuerzos de Su Majestad" comenzó década y media antes de la llegada de Hitler al poder en Alemania.

Después de la victoria electoral del nazismo en 1933, la tendencia se reforzó y siguió incrementándose tras la creación del Estado de Israel en 1947.

Y, aunque actualmente pocos piensan el Big Ben o el té a las cuatro, cuando escuchan noticias relativas al conflicto palestino-israelí, no está de más recordar el nada desdeñable vínculo británico con el origen del conflicto.

Bien.

Todos conocemos el conflicto de las Islas Malvinas, detalles más, detalles menos, el archipiélago fue ocupado por el Reino Unido en 1833, cuando Argentina ya era una nación independiente.

Desde entonces, y salvo episodios como en la guerra de Malvinas, en 1982, la Corona ha mantenido su control sobre lo que ellos denominan "Falklands", un archipiélago situado a más de 13.000 km de Londres.

El territorio forma parte de los 17 que, según la ONU, deben ser sometidos a un proceso de descolonización.

Para sorpresa de muchos, el Reino Unido coloniza, perdón: administra, ¡nada más y nada menos que 10 de esos territorios!

¡Diez!

Existe un caso relativamente similar al de Malvinas, de la misma época y región, pero sin duda mucho menos conocido. Hablamos del Esequibo, o, pudiéramos decir tal vez por analogía, "las Malvinas venezolanas".

Cuando principio del siglo 19 se creó la llamada Gran Colombia, los británicos suscribieron un acuerdo con las autoridades locales sobre el límite oriental de la recién creada república, límite que se situaba precisamente en el río Esequibo.

Pero como hemos visto a lo largo de este video, la Corona británica no es muy de respetar pactos ni Fronteras.

En 1835, Londres unilateralmente delineó la Frontera occidental de La Guayana Británica, y tras varias expansiones, se apropió de unos 160,000 km2 al este del río Esequibo.

Más kilómetros cuadrados que los que tiene Inglaterra (en imagen comparación).

La superioridad militar británica frente a una Venezuela desgastada por las guerras de independencia, la desintegración de la gran Colombia y la reciente muerte de Simón Bolívar, asentó de facto esas nuevas Fronteras, aunque de iure fuera un robo de esos de manual.

Los venezolanos, por supuesto, protestaron vehementemente hasta que el asunto fue sometido a arbitraje internacional. Pero el remedio, perdón, el arbitraje resultó peor que la enfermedad. Perdón, que la anexión.

Un tribunal conformado por dos jueces estadounidenses, un ruso y dos británicos (sí, dos jueces británicos, escucharon bien), se encargó de dirimir la disputa del llamado "laudo arbitral" de 1899.

Y como imaginarán, con dos jueces británicos y cero venezolanos en el tribunal, no hubo mucha sorpresa: El tribunal favoreció la postura del Reino Unido.

El asunto sigue a día de hoy siendo objeto de litigio entre Venezuela y la Guyana, que se independizó de Londres en 1966, y ha sido revisado varias veces por diferentes instancias internacionales, sin modificaciones sustanciales.

En años recientes, el conflicto revivió tras el descubrimiento de yacimientos Petrolíferos y gasíferos en las costas del territorio en recuperación.

Otro conflicto con inequívoco aroma británico es el de Hong Kong, territorio chino "occidentalizado" de la mano del colonialismo británico.

Las relativamente habituales tensiones dentro del modelo de "un país, dos sistemas" alentada con gusto desde Occidente, tienen su origen en el pasado colonial de esa isla-ciudad.

Hong Kong cayó en manos del imperio británico en 1842, como consecuencia de la victoria del Reino Unido Frente a China en la Primera Guerra del Opio.

Además, medio siglo después, Londres obligó a Pekín a firmar un contrato de arrendamiento por el que alquilaban, durante 99 años, los llamados Nuevos Territorios, una parte de la China continental cercana a Hong Kong.

Y decimos "obligó", porque para que se hagan una idea de abusivas condiciones impuestas en el contrato, el Reino Unido no pagaría absolutamente nada por ese "arrendamiento". No en vano, son tratados conocidos en China como "los Tratados Desiguales".

En 1997 expiró el "contrato" y China, que ya no era la China del llamado siglo de la humillación, exigió la devolución de todo Hong Kong, además de los nuevos territorios.

Es decir, que devolvieran tanto lo robado como lo alquilado no ya a precio de gallina flaca, sino a precio de gallina invisible. Y así Fue.

Tras casi un siglo, las diferencias políticas, culturales y sociales entre la China continental y Hong Kong "occidentalizado" se agudizaron tanto que, incluso 25 años después de la reunificación, aún provocan tensiones y estallidos de pura "inspiración" británica.

No vayan a creer que nos olvidamos de África.

Porque además de robarse todos los tesoros arqueológicos locales, que pesaran menos que una pirámide, para llevárselos al British Museum,

el Reino Unido también colonizó varios territorios en ese continente, dejando conflictos soterrados que, en ocasiones, asoman sobre la superficie.

Por ejemplo, aunque no es tan conocido como el caso de Egipto, Sudán también fue administrado de facto por los británicos, que no le consideraron la independencia hasta la década de 1950.

La Corona británica venía aumentando su presencia en la zona desde 1869, cuando -oh coincidencia- se inauguró el canal de Suez, titánica obra que cambió las reglas comerciales entre Europa y Asia existentes desde siglos atrás.

Sudán fue manejado por los británicos, como si fuera su jardín, durante casi un siglo, dividiendo la nación en dos territorios bien diferenciados: Uno predominantemente musulmán, de habla árabe, y otro de mayoría animista y cristiana, donde se alentó el uso del idioma inglés.

Política impositiva que sembró conflictos duraderos, manifestándose en crisis como la de Darfur en 2003, la independencia de Sudán del Sur en 2011, e incluso el conflicto armado interno entre diferentes facciones militares en el 2023.

Como ven, prácticamente donde usted ponga el dedo en un globo terráqueo, encontrará la conflictiva huella del colonialismo británico.

No en vano, según algunos estudios, se estima que el 90% de tierra firme fue total, o parcialmente invadido, ocupado o colonizado en algún momento de la historia por el Reino Unido.

Una realidad histórica cuya huella puede parecer en ocasiones algo borrosa, pero que sigue siendo presente y, en la mayoría de casos, dolorosa.

FIN.

Todo el hilo es cita literal de impecable vídeo realizado por el equipo de @ahilesvainfo.

Incluí algunas estadísticas manteniendo las gráficas originales del vídeo.

¡Qué valioso todo el contenido que crean!

¡Es indispensable seguirlos!

ANEXO 1

Trazando fronteras con una regla:

ANEXO 2

Parafraseando a Grosfoguel:

"Los humanos hemos vivido en la Tierra por miles de años y no hemos destruido la vida en el planeta. Lo que ha destruido la vida en el planeta Tierra, es esta civilización occidentalocéntrica."

ANEXO 3

¿Detener a los nazis?

¡La humanidad está eternamente en deuda con la URSS, no con el Reino Unido!

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