De todos los destinos posibles, elegí pisar tierra cubana.
En Occidente se habla mucha basura sobre Cuba y los cubanos. Consideran estúpido viajar a La Habana, pero loable ir a Estados Unidos.
¿Saben algo? Nos convencieron de admirar al opresor y odiar al oprimido.
¡Va hilo!
Viajar a Cuba es como retroceder en el tiempo.
El aeropuerto, con su sencillez y aire antiguo, me hace sentir como si hubiera regresado décadas atrás.
Al salir, los autos antiguos circulan por las calles: son testigos de un pasado congelado en el tiempo.
El primer lugar que me impacta es la plaza de la revolución.
Diría Ciro Bianchi Ross:
“la Plaza que ha sido centro de la vida política de la nación desde 1959”.
“En ella, el cubano ha vibrado de emoción y júbilo con las palabras de Fidel, lloró la noche de la extraordinaria velada por la muerte del Che, ha expresado su indignación, como lo hizo en la despedida del duelo de las víctimas del avión cubano saboteado en Barbados en 1976, y en todo momento ha reafirmado su apoyo a esta Revolución y a su líder victorioso”.
Estoy en La Habana. Los letreros omnipresentes proclaman consignas como
"Patria o muerte",
"Hasta la victoria siempre"
"Entendemos la historia, esta es la revolución".
Me asalta una extraña sensación de inseguridad al observar muchas calles salpicadas de basura y escombros, y fachadas deterioradas que sugieren una realidad dura.
Pronto descubro la realidad cubana al recorrer los barrios y ver a los niños jugando descalzos. Es sorprendentemente seguro.
La amabilidad y hospitalidad de los cubanos resplandecen, me hacen sentir tranquilo, como en mi casa.
Sí, La Habana es una ciudad de paz en esta Latinoamérica atribulada. Me sorprende esa realidad.
En Cuba, la violencia es casi inexistente. No hay armas ni son normales los robos. Mis prejuicios occidentales se desmoronan al comprender este paisaje.
En Occidente, solemos asociar la humildad con el peligro: la necesidad impulsa a robar o a hacer daño por lo poco que otros tienen. Sin embargo, pasear por las calles humildes de Cuba resulta seguro, y mis prejuicios se esconden avergonzados.
La mayoría de las personas en La Habana son cultas y bien informadas, en marcado contraste con la realidad de mi país, Colombia. Aunque algunos habaneros critican a sus gobernantes, rara vez mencionan las sanciones, como si los extranjeros no estuviéramos interesados en ese tema.
Ya conversando con los locales, me explican que los problemas de basura y escombros son consecuencia del bloqueo.
La Empresa de Comunales y de Saneamiento enfrenta escasez de combustible y piezas de repuesto para sus camiones recolectores viejos.
Antes de llegar, sabía que La Habana enfrentaba un grave problema de higiene. Con 2 millones de habitantes y una población flotante, la ciudad genera muchos desechos dadas las malas condiciones de las viviendas. La falta de coordinación entre instituciones agrava la situación.
Tengo de frente El Capitolio, pienso como si estuviera susurrando una plegaria:
“lucha como los cubanos… resiste como los cubanos…”.
De repente me aborda un hombre de estatura media, con gorra blanca, moreno, camisa gris, una maletica azul a sus espaldas, y zapatos de color fosforescente.
Me dice que si soy mexicano, le digo que no, que adivine, me dice que si colombiano. Le digo que sí. Su nombre es Roberto, me dice que le recuerdo a su sobrino, que él vive cerca, y comenzamos a charlar.
Estoy fascinado, han pasado unos 20 minutos, y el conocimiento de la historia cubana que expone Roberto es muy alentador. Me dice que tiene una hija con leucemia, pero que puede llevar una vida medianamente digna gracias al sistema de salud cubano.
No se imagina cómo le hubiera tocado si viviera, por ejemplo, en Estados Unidos. Que están pasando dificultados, no lo niega, pero nunca les ha faltado bocado.
Qué gran tipo es Roberto.
Mis pensamientos vuelven al rezo:
“lucha como los cubanos… resiste como los cubanos…”.
Roberto me dio un número de teléfono para contactarlo. Pero lo he perdido. Esa pérdida dolió. Habíamos quedado para vernos, ver sus libros, y grabar una entrevista.
Me he conseguido una SIM-Card de ETECSA, ya tengo datos móviles. El Internet apenas da para mensajería y subir algo de multimedia. Está lejos de la velocidad que quisiera.
Recuerdo al gobierno de EEUU evitando conectar a Cuba al cable submarino ARCOS-1.
Miserables.
El hecho de que Cuba sea una isla frente a Estados Unidos agrava significativamente los efectos del bloqueo económico. La geografía y la dependencia comercial son desafíos evidentes.
Como isla, Cuba depende del comercio marítimo y aéreo para obtener bienes y servicios esenciales. La proximidad a Estados Unidos, quien fuera alguna vez el mayor mercado y economía mundial, lo haría un socio comercial ideal. Sin embargo, el embargo impide esta relación.
El bloqueo impide que empresas estadounidenses y, en muchos casos, empresas de terceros países que operan en dólares o tienen vínculos comerciales con EEUU, comercien con Cuba. Esto resulta en una escasez de bienes de consumo, alimentos, medicinas y tecnología en la isla.
El dominio global del dólar complica aún más la situación. Como principal moneda de reserva mundial y en la mayoría de las transacciones internacionales, muchos países la utilizan para el comercio y mantienen reservas en esta divisa.
La mayoría de las transacciones financieras internacionales pasan por bancos que operan en dólares o están conectados al sistema financiero estadounidense. Debido al embargo, estos bancos no pueden comerciar con Cuba, lo que dificulta sus transacciones internacionales.
Las sanciones a terceros también afectan: empresas y bancos de otros países que comercian con Cuba enfrentan el riesgo de sanciones.
Esto desalienta a muchos actores internacionales de hacer negocios con Cuba, incluso sin restricciones directas de sus países.
Cuba debe recurrir a mercados distantes y menos eficientes, lo que aumenta los costos logísticos y de transporte. Además, debe pagar primas más altas a las empresas dispuestas a asumir el riesgo de comerciar con la isla.
Sin acceso al sistema financiero internacional dominado por el dólar, Cuba enfrenta grandes dificultades para obtener créditos, realizar inversiones y recibir remesas de cubanos en el extranjero.
La falta de acceso a mercados y tecnología limita el crecimiento económico y la modernización de la infraestructura de la isla, afectando negativamente su desarrollo a largo plazo.
Por eso, me siento obligado a contarles que las sanciones a Cuba son reales y causan gran parte de las penurias del pueblo cubano.
¡Desde el triunfo de la Revolución en 1959, Estados Unidos ha impuesto medidas sancionatorias que son verdaderamente criminales!
En 1917, se aprobó la “Ley de Comercio con el Enemigo (TWEA)”, que permitió al presidente imponer sanciones económicas. Esta ley sigue vigente para Cuba y fue renovada por el presidente Biden en 2023.
En 1961, la "Ley de Asistencia Exterior" autorizó un embargo total al comercio con Cuba y prohibió cualquier ayuda al gobierno cubano, además de establecer la política de asistencia exterior de EE. UU. y crear la USAID.
En 1962, el presidente John F. Kennedy firmó la “Proclama Presidencial”, que formalizó el embargo total a Cuba.
Un año después, en 1963, el Departamento del Tesoro implementó las "Regulaciones para el Control de Activos Cubanos (CACR)", congelando todos los activos cubanos en EEUU y prohibiendo transacciones financieras y comerciales sin licencia especial.
En 1979, la “Ley para la Administración de las Exportaciones” otorgó a EE.UU. la autoridad para controlar exportaciones y restringir el comercio con países como Cuba, resultando en severas restricciones económicas y tecnológicas para la isla.
En 1992, la “Ley para la Democracia Cubana (Ley Torricelli)” prohibió a las subsidiarias de empresas estadounidenses en otros países comerciar con Cuba y restringió los viajes de los ciudadanos estadounidenses a la isla. Además, limitó la cooperación internacional con Cuba.
En 1996, la "Ley Helms-Burton" codificó el bloqueo, sancionando a directivos de empresas extranjeras que negociaran con propiedades estadounidenses en Cuba, y limitó las prerrogativas presidenciales para suspenderlo.
En junio de 2017, Donald Trump confirmó 243 sanciones adicionales a Cuba, incluyendo la Ley Helms-Burton. Durante la pandemia de 2020, su administración dificultó la adquisición de equipos médicos esenciales para Cuba.
Con la llegada de Joe Biden, las más de 240 medidas coercitivas adicionales aplicadas por Trump permanecen intactas. Cuba sigue en las listas del Departamento de Estado como país patrocinador del terrorismo, reforzando el impacto del bloqueo.
Por su declarado propósito y el andamiaje político, legal y administrativo en el que se sustenta, el bloqueo califica como un acto de genocidio según la Convención para la Prevención del Delito de Genocidio de 1948.
El bloqueo es el sistema de medidas coercitivas unilaterales más abarcador, complejo y prolongado que se haya impuesto contra país alguno en la historia, según el gobierno de Estados Unidos.
No es justo que un pueblo tan hermoso y ejemplar como el cubano sufra este estrangulamiento económico a manos de Estados Unidos.
Los daños acumulados durante seis décadas de aplicación de esta política ascendían, ya en el 2021, a 150 mil 410,8 millones de dólares.
Tomando en cuenta la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, el bloqueo ha provocado perjuicios cuantificables por más de 1 billón 326 mil 432 millones de dólares.
El sector de la salud ha sido uno de los más afectados por estas restricciones, que impiden la adquisición de tecnología médica de procedencia estadounidense o con más de un 10% de componentes de ese país.
Los medicamentos, equipos y otros insumos necesarios para la atención médica deben obtenerse en mercados lejanos, a menudo a través de intermediarios, lo que incrementa significativamente los precios y complica el mantenimiento de los equipos médicos y las investigaciones.
En los primeros meses de 2021, por ejemplo, la Empresa Importadora y Exportadora de Productos Médicos (MEDICUBA S.A.) contactó a 65 compañías estadounidenses con el objetivo de importar medicamentos y equipos.
De ellas, 56 no respondieron y tres respondieron negativamente.
Como resultado, no se pudieron adquirir centrífugas de giro horizontal, fármacos de quimioterapia como el Pemetrexed y dispositivos médicos necesarios para tratar diversas afecciones.
Otros medicamentos y equipos médicos que no pudieron ser obtenidos incluyen el Nivolumab de BRISTOL MYERS SQUIBB, pruebas genómicas de GENOMIC HEALTH y ventiladores mecánicos de OHMEDA, GENERAL ELECTRIC y HEWLETT PACKARD.
La persecución financiera y las sanciones han obstaculizado la entrada de insumos médicos al país. En marzo de 2021, un contenedor de jeringuillas desechables no pudo ser enviado a Cuba porque el banco británico HSBC no pudo realizar la operación de pago.
En junio de ese año, la multinacional MERCK canceló contratos con entidades cubanas, afectando la producción de fármacos y el trabajo de los laboratorios del CECMED en la evaluación de vacunas contra la COVID-19.
El bloqueo ha incrementado los costos de reactivos, kits de PCR y materiales necesarios para las vacunas cubanas. El CIGB reportó afectaciones por 580,461.61 dólares.
El impacto del bloqueo se extiende más allá de la salud, afectando sectores vitales como la alimentación y la agricultura, la educación, el deporte y la cultura.
Entre enero y julio de 2021, las afectaciones en la alimentación y la agricultura se estimaron en 369 millones 589 mil 550 dólares, incluyendo gastos adicionales por la imposibilidad de adquirir carnes directamente en el mercado de Estados Unidos.
La educación también se ha visto afectada por la dificultad de obtener materiales y equipos necesarios, resultando en daños estimados en 30 millones 32 mil 550 dólares durante el mismo período.
En el deporte, se han reportado pérdidas de 2 millones 827 mil 515 dólares debido a la retención de premios y la negativa de otorgamiento de visados para eventos internacionales.
La cultura también ha sufrido, con afectaciones ascendentes a 19 millones 155 mil dólares, limitando la promoción artística e intelectual de los cubanos y dificultando su participación en mercados internacionales.
La industria de las telecomunicaciones y la informática ha enfrentado restricciones severas, con daños estimados en 41 millones 270 mil 50 dólares entre marzo de 2022 y febrero de 2023.
Las principales afectaciones incluyen la limitación de suministros de tecnología, el incremento de costos y las dificultades para el acceso a herramientas informáticas esenciales.
Cuba ha tenido que adquirir tecnologías y componentes de telecomunicaciones en mercados más lejanos y a precios más altos debido a las restricciones impuestas por el bloqueo.
Por ejemplo, ETECSA reporta problemas significativos al no poder acceder a proveedores de tecnología de EEUU, obligándola a recurrir a terceros países con mayores costos y plazos de entrega más largos.
El bloqueo ha afectado la infraestructura de Internet en Cuba, forzándola a depender de conexiones menos eficientes y más costosas al no poder conectarse directamente a los cables submarinos de fibra óptica cercanos.
Esto ha limitado la velocidad de Internet y aumentado los costos operativos de ETECSA, afectando su capacidad para modernizar y expandir servicios, incluida la tecnología 5G, y creando una brecha tecnológica con otros países de la región.
El acceso a software y plataformas digitales es limitado. Google y Microsoft han restringido algunos servicios, dificultando el trabajo de profesionales y estudiantes, y obstaculizando la educación en línea y el trabajo remoto durante la pandemia.
El bloqueo impide a ETECSA realizar transacciones en dólares, afectando pagos a proveedores y la recepción de pagos del extranjero. Esto provoca interrupciones en el servicio y limita la inversión en mejoras y mantenimiento.
El bloqueo causa un gravísimo daño humano, buscando mermar la conciencia del cubano y provocar descontento. Este daño, aunque incuantificable, es real y significativo.
El bloqueo intenta desmantelar un proyecto social que beneficia a los más desfavorecidos, utilizando carencias materiales para fomentar un estallido social.
Los cubanos, tanto dentro como fuera del país, sufren sus devastadoras consecuencias, con generaciones viviendo bajo esta política intencionalmente dirigida a vulnerar sectores económicos y sociales sensibles.
Así lo demuestra el infame memorándum del entonces Vice Secretario de Estado Asistente para los Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado de los Estados Unidos, Lester Mallory, quien el 6 de abril de 1960 apuntaba:
“La mayoría de los cubanos apoyan a Castro… el único modo previsible de restarle apoyo interno es mediante el desencanto y la insatisfacción que surjan del malestar económico y las dificultades materiales…
hay que emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba… una línea de acción que, siendo lo más habilidosa y discreta posible, logre los mayores avances en la privación a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”.
Desde entonces, la estrategia de EEUU hacia Cuba ha consistido en generar precariedad material y con ello alentar el caos, la impotencia, la inconformidad, el desaliento del cubano con sus condiciones de vida y truncar su legítima aspiración a la prosperidad y el desarrollo.
El gobierno de los Estados Unidos no puede presentarse como benefactor del pueblo cubano, cuando lo condena al sufrimiento, a la desesperación y a la inestabilidad en los suministros de productos imprescindibles y de primera necesidad.
Hasta que Cuba no reciba la “libertad y democracia” que exportan los estadounidenses al mundo, entonces Estados Unidos seguirá torturando y sometiendo al pueblo cubano.
Así de sencillo.
En medio de estas adversidades, el pueblo cubano demuestra una resistencia admirable, una lucha silenciosa contra la injusticia impuesta por el mundo Occidental.
Sus vidas, marcadas por la escasez y la dificultad, surgen con dignidad y humanidad.
Inspiran respeto, admiración.
En cada sonrisa y cada gesto amable se revela la esencia de un pueblo que, a pesar de todo, mantiene su espíritu resistente y su amor por la vida.
Claro, es imposible no sentir una profunda impotencia al ver cómo un pueblo hermoso, digno y valiente, uno de los (realmente) más admirables del mundo, sufre injustamente bajo el yugo del imperio estadounidense.
Esta cruel realidad, que debería avergonzar a la humanidad, es un testimonio de la injusticia y la opresión que aún persisten en nuestro tiempo.
Nunca saldrá de mi cabeza este hermoso rezo:
¡Lucha como los cubanos!
¡Resiste como los cubanos!
FIN.
Bebí de las siguientes fuentes, con muchas citas literales:
[1] Observatorio venezolano antibloqueo:
[2] Informe de Cuba en virtud de la resolución 75/289 de la Asamblea General de las Naciones Unidas
Fotografías: @Edisson_hilos
Agradecimiento especial a mis hermanos cubanos: María Elena (@MaraElenaF3) y Néstor Rodríguez @nrtrianaobservatorio.gob.ve/cuba/
cubaminrex.cu/es/informe-de-…
ANEXO 1
¡Nadie debería hablar de Cuba sin conocer su historia!
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