Thread by @Avocade_toast

Me da un poco de Vergüenza porque hace años que no escribo nada, pero aquí está mi participación en #veranoderelatos . Cuando la motivación llega no hay que dejarla escapar. Imágenes: 2, 8 y en la 1 en menor medida. Título: El regreso

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El muchacho entreabrió los ojos. Se sentía confuso y aturdido. Iba vestido con ropa militar y un fusil de asalto descansaba sobre sus piernas, pero aquello que le rodeaba distaba mucho de un campo de batalla. El joven tenía la espalda apoyada sobre el grueso tronco de un antiguo

árbol, habría jurado que era un roble si no fuera por el color rojizo de sus hojas. A su alrededor más pies de la misma especie alzaban sus copas a un cielo celeste e inmensamente cristalino como si se tratara de una ancestral alabanza. El suelo se encontraba cubierto también

por el purpureo color de las hojas que se desprendían con cada ráfaga de aire, dejando a sus anfitriones desnudos. Según iba recuperando la consciencia la mente del muchacho no podía más que llenarse de preguntas “¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí?”

En su cabeza los recuerdos cobraban forma y se entrelazaban confusamente. Comenzó a incorporarse pesadamente ayudándose de su fusil, cuando la imagen pasada de uno de sus camaradas siendo asesinado brutalmente mediante un tiro en la cabeza casi le hace perder el equilibrio.

La sangre de su amigo le había salpicado por todas partes, haciéndole entrar en un caótico bucle de histeria silenciosa. El recuerdo era tan realista, tan vivo, que se encontró a sí mismo intentando limpiarse una sangre imaginaria, pues en él no había rastro alguno.

Los recuerdos comenzaron a volver a él como flechas que se clavaban dolorosamente en su carne. Ahora no le cabía la menor duda de que hasta hacía apenas una hora había estado luchando en el campo de batalla. Se llamaba Alexander, eso también lo recordaba, y era soldado raso en

el bando europeo de la tercera guerra mundial, batallando en territorio español, en estos momentos por recuperar la provincia andalusí de las manos de los enemigos.
Sus pensamientos se aclaraban progresivamente, pero ninguno de ellos le respondió la incógnita que más le intrigaba

¿Cómo había llegado hasta aquel bosque inmaculado? Necesitaba averiguarlo así que se puso en marcha, tal vez podría encontrar a alguien que le explicara lo que había sucedido.
No había avanzado ni diez metros cuando el silbido de una bomba aérea descendiendo hizo que

se le helara la sangre, el sonido de la detonación lo asustó tanto que le hizo caer al suelo, para después arrastrarse a cuatro patas hasta el árbol más cercano y acurrucarse como un perro herido. Dejó pasar los segundos, pero nada ocurría, miró a su alrededor pero todo seguía

exactamente de la misma manera. Pudo escucharse una segunda bomba, pero esta vez se esforzó por mantener la calma. La situación le resultaba aterradora, el sonido de la bomba le cortó la respiración de tal modo que pensaba que jamás iba a poder tomar otra bocanada de aire, pero,

igual que hacía unos minutos, el bosque se mantuvo intacto y el cielo claro y vidrioso. Ni siquiera las ramas, que se mecían sosegadamente con la brisa parecieron notar algo parecido a una onda expansiva. En ese momento una certeza lo invadió con la mayor de las intensidades,

tan clara y nítida que no daba lugar a debate “Estoy muerto, estoy muerto, estoy muerto, estoy muerto, estoy muerto”.
Alexandrei, o Alex, como le habían llamado prácticamente toda su vida, se encontraba al borde de una irremediable locura. Estaba seguro de que habría enloquecido

completamente, si no hubiera sido por la voz, la otra voz, que dulcemente comenzó a susurrarle en en el interior de su cabeza. “No estás muerto, aún no” aquella voz, de tonalidad femenina, le transmitió calma y sosiego, más eficazmente que cualquier droga que jamás hubiera

conocido, quería quedarse allí, escuchándola para siempre. “levanta, levanta y sigue el camino, encuentrame, y lo entenderás todo”.
El soldado, aturdido, se levantó como imbuido en un sueño, ahora sabía que hacer, ahora conocía el camino. Avanzó lentamente, guiado por las

miguitas de pan invisibles que la voz le había dejado. Caminó por un tiempo sin término, y de todos modos ¿Qué más daba ya el tiempo? lo único importante era aquella voz.
Pasadas aproximadamente 15 canciones tarareadas mentalmente, Alex terminó por fin el camino, llegando ante

un espacio que desentonaba totalmente con el pacífico bosque que lo había estado acompañando. A pesar de no existir árboles más allá del fin de la senda, el suelo seguía cubierto con hojas recientes y por más que esforzara la vista, no conseguía ver ningún elemento en el

horizonte, como si la nada se lo hubiera tragado todo. En mitad del claro, había una mesa plagada de luces y botones y sobre ella hologramas 3D con símbolos que no reconocía. Al lado de la mesa una mujer vestida con una túnica negra, poseedora de una belleza que no podría

pertenecer a este mundo. Sus labios eran rojo carmesí, aunque no parecía portar maquillaje alguno y conjuntaban a la perfección con todo el paraje que había atravesado -“Un hada del bosque” pensó-. Su cabello rubio mecido por una ventisca invisible, jugueteaba por sí mismo

alrededor de la mujer, que ahora fijaba su mirada azabache en el muchacho.
-Acercate, no tengas miedo- dijo la mujer, sin tan siquiera llegar a abrir los labios. Alex se acercó sin dudar ¿Quién podría haberse negado? -Voy a contarte una historia. Desde hace décadas los líderes

de tu civilización han realizado viajes espaciales secretos en busca de vida inteligente en otros planetas y hace tres años, consiguieron su propósito- Alex no pudo más que mostrar una mueca de asombro- Se toparon con mi pueblo, los Omei, quienes confiados y pacíficos les

acogimos y mostramos nuestro mundo. Cuando tus líderes vieron que no poseíamos armas, pero sí grandes conocimientos tecnológicos sobre ellas, debido a un pasado bélico que creíamos superado, nos atacaron y esclavizaron - Ahora la expresión de sorpresa se había convertido en

horror- Utilizando a los niños como amenaza, nos obligaron a crear este espacio, una gran arma, cuyo poder es capaz de capturar las almas de los recién fallecidos, para devolverlas al mundo, y proporcionar a vuestro estado una legión de guerreros invisibles y prácticamente

inmortales.-
Alex sintió que sus piernas flaqueaban -¿Por qué me cuentas todo esto?- preguntó, mientras que en sus ojos podía verse reflejado el horror de la historia que le había sido narrada.
-Porque cuando te devuelva a la tierra, no recordarás nada, tan solo lo que ellos

quieren que pienses - Con una sonrisa triste y vencida, la mujer, que ahora parecía tener más edad de la que había aparentado inicialmente hizo girar un símbolo extraño en el aire, generando un destello de gran intensidad luminosa que se lo tragó absolutamente todo.

Alex miró hacia el frente, se encontraba en mitad de un caótico campo de batalla. Los enemigos pasaban a su alrededor pero no se detenían en prestarle atención, no le extrañó, pues así es como debía ocurrir. Se llevó una mano al oído izquierdo, no parecía tener nada,

pero el sabia que la forma de contactar era esa, que así le serían dadas sus órdenes, no existinendo nada más importante que cumplir la misión que le fuera encomendada.

🥑Fin🥑