Thread by @topeLiberal2

¿Por qué la izquierda habla de salario "digno", vivienda "digna", trabajo "digno"...?

¿Por qué esa obsesión por que la "igualdad" domine todos los aspectos de nuestra vida?

¿Qué significan realmente esos palabros con que políticos y medios nos bombardean a diario?

DENTRO HILO.

"Dignidad" es un concepto que tiene una connotación positiva, de modo que los ideólogos de la izquierda prostituyen su significado para asociarlo al subsidio estatal y la limosna estatal. Así, ya no importa tanto lo que te dan, como de dónde procede.

Eso es la dignidad™.

Así, ya no es "digno" que te ganes la vida con tu trabajo y tu esfuerzo.

Ahora digno™ es que los demás estén obligados a pagar tu vivienda de protección oficial, tu educación, tu sanidad, tu subsidio de desempleo, tu pensión o tu salario por encima de lo que produce tu trabajo.

Por supuesto nada importa que tu vivienda digna™ sean 40m² en barrio marginal, que tu educación digna™ sea inútil en el mundo laboral, que tu sanidad digna™ te tenga 1 año en espera, que los salarios dignos™ te condenen al paro o que tu pensión digna™ sean 300 míseros euros.

Porque lo que importa es que gracias a la magia del estado del bienestar tienes todas esas cosas dignas™. Y por ello le debes agradecimiento eterno, a él y a los políticos que lo hicieron posible.

La exaltación del robo y la coerción como expresión suprema de la dignidad™.

Para que esta falacia cale hondo en el imaginario común, hace falta que la gente acepte de buen grado las limosnas estatales obtenidas de tan inmoral forma.

Por ello la educación estatal y los medios afines (el 99%) se afanan en invertir los principios morales de la sociedad.

Así, se nos enseña que sin la salvadora intervención de papá estado no podríamos progresar o valernos por nosotros mismos.

O que es correcto y justo obligar a la parte productiva de la sociedad a pagar para mantener a la parte desfavorecida en un estado de precariedad permanente

Se nos enseña que condenar a la gente a esperar medio año para que la saturada e ineficiente sanidad pública le diagnostique un cáncer es muy digno™.

Siempre que no utilices maquinaria sanitaria donada por Amancio Ortega, claro. Porque eso entonces es muy asqueroso e "indigno".

Se nos enseña que el estado es un agregador de la voluntad de millones de personas que aúna sus intereses en una única dirección, explotando la fantasía de un "fondo común" al que todos aportamos para resolver los problemas de todos, donde todos somos felices y comemos perdices.

La realidad, como sabemos, es bien distinta: en la práctica el estado es un mero ejecutor de los intereses del reducido grupo de individuos que lo controla, y de los que se sirven de él para su beneficio.

Para ellos sí hay perdices, y caviar, y champagne. No así para el resto.

Dignidad™ es en definitiva todo lo que proceda del maná de la "redistribución" (eufemismo para blanquear el robo institucionalizado) y la coacción estatal.

Mecanismos sin los que los políticos y apesebrados que viven de nuestro dinero tendrían que buscarse un trabajo de verdad.

El de dignidad™ es solo uno de los muchos conceptos prostituídos que conforman la neolengua de la izquierda, con la que pretenden controlar el pensamiento de los individuos.

Otro ejemplo es el de igualdad™, mantra que hoy sirve para justificar cualquier aberración legislativa.

Al igual que "dignidad", "igualdad" es otro concepto con connotaciones positivas, por lo que su uso resulta muy útil a la izquierda para manipular la mente y los sentimientos de la gente: prácticamente todo está permitido si el motivo para hacerlo es la búsqueda de la igualdad™.

La igualdad™ surge con el fracaso de las políticas comunistas frente al capitalismo durante el siglo XX.

Como queda demostrado que son incapaces de crear sociedades prósperas, cambian de discurso: ahora lo importante ya no es huir de la pobreza, sino que todos seamos iguales™.

El razonamiento es tan rebuscado como estúpido: según este nuevo mantra, en el mundo existen pobres porque existen ricos que se quedan con la parte "que les corresponde" a aquellos. Esto genera desigualdades que producen conflictos que amenazan la existencia de la sociedad misma.

De ese modo la felicidad humana ya no radica en abandonar la pobreza sino en que todos seamos iguales.

Esto, que ya de entrada es una estupidez, tiene un trasfondo más siniestro: la anulación de la individualidad de la persona, diluir al individuo en una amorfa sopa igualitaria.

Porque, para todo el que conozca mínimamente la naturaleza humana, resulta evidente que la desigualdad es una parte FUNDAMENTAL de ella.

Cada uno de nosotros tiene una personalidad, intereses, aptitudes y capacidades diferentes que nos hacen únicos y nos distinguen de los demás.

No cabe pensar, por tanto, que la igualdad™ de la izquierda sea la igualdad de oportunidades: ya que todos los individuos somos diferentes y, consecuentemente, en igualdad de oportunidades y de condiciones obtendríamos resultados distintos en la vida. Es decir, más desigualdad.

Así, la igualdad™ que persigue la izquierda es la única igualdad posible: la igualdad de RESULTADOS.

No importa que seas más o menos brillante, hábil o trabajador: ahora todos obtendremos los mismos resultados en la vida y viviremos felices en el paraíso de la igualdad.

De nuevo sabemos que la realidad es bien distinta: el quitar al que gana más para dárselo al que gana menos no acaba con los conflictos ni mejora nuestra sociedad. Tampoco el crear leyes de cuotas en donde las mujeres, negros, transexuales o indígenas se vean privilegiados ayuda.

Por no mencionar los grandes logros del igualitario sistema educativo ¿Cómo acabar con el fracaso escolar? Eliminando "fracaso" del diccionario, claro.

Permitir que un alumno pase de curso y se gradúe con tropecientas asignaturas suspensas acaba con la desigualdad académica. 🙄

Y es que la otra cara de la moneda del discurso igualitario está en que no es posible alcanzar la igualdad™ sin perjudicar al individuo más exitoso.

Siempre habrá quien obtenga mejores resultados, y por tanto es necesario cortar la cabeza a todo el que sobresalga. Algo injusto.

Aquí surge otro mantra que daría para un hilo propio: la Justicia Social™, ariete de batalla de la neolengua izquierdista que básicamente consiste en que la justicia (y por ende, la injusticia) se aplique al individuo en función de quién sea ese individuo.

Muy igualitario todo.

Así pues, vemos que la igualdad™ de la izquierda tampoco es igualdad ante la ley.

Es una llamada al estancamiento de la sociedad:
¿Para qué esforzarme si el fruto de mi trabajo se lo darán a otro?
¿Para qué estudiar si me aprueban igual?
¿Para qué trabajar si me pagan igual?

La igualdad™ de la izquierda, por lo tanto, no solo es injusta, inmoral y contraria a la naturaleza humana.

Es además -y como consecuencia de lo anterior- una receta para el fracaso y la ruina de las sociedades. Todos iguales, sí. Igual de pobres. Igual de miserables.

FIN.