“Hoy ha muerto mamá. O tal vez fue ayer. No lo sé”, así inicia el texto El Extranjero de Camus y creo que es una coincidencia curiosa con la vida de Ellie Chu, quien no encontraba sentido a su vida, muy posiblemente, después de la muerte de su madre.
Ellie es el personaje central de la película recientemente estrenada: #TheHalfOfIt, un filme que desde el inicio nos advierte que no es una historia de amor y en efecto no lo es, va mucho más allá, es una cinta que recrea la lucha por encontrarnos con nosotros mismos. 
A simple vista puede digerirse como otra película más del montón, una comedia romántica estadounidense, con galanes y chicas lindas. Pero no, desde su sencilla narrativa #SiSupieras (su nombre en español) desarrolla una trama compleja y densa como la vida misma.
El guion está lleno de diminutos detalles que logran impactar y posicionarse en la mente de las y los espectadores. Combina la confusión y la inestabilidad de la adolescencia, con la profundidad que nace de la introspección y la conexión maravillosa con los otros.
Eso sin dejar a un lado el guiño que se le hace a la problemática mundial sobre los inmigrantes y la xenofobia a la que están expuestos de forma permanente e insoportable.
La historia derrumba el pensamiento de la otra mitad como un imaginario de independencia y más bien nos da elementos para pensar que en nuestro interior yace la otra parte que nos completa, pero esa parte solo se halla en la medida que conectamos con otras miradas y palabras.
En la película se desbanca el ideal del individuo independiente que lo puede todo solo, y a cambio de eso nos regala la historia de tres jóvenes que al encontrarse van despertando preguntas, incertidumbres y reflexiones sobre sus propios rumbos.
Tampoco es una historia donde todos consiguen lo que [creen] que quieren, justo porque Ellie, Paul y Aster van notando que todo está sujeto al cambio, y aquello que imaginaron inamovible y sin esperanza puede, de repente, transformarse y saltar a la orilla de lo posible y seguro.
En ese sentido, si bien es cierto que somos el origen de nuestro propio infierno (Sartre), también lo somos de nuestro cielo, porque es a través de los pequeños saltos de fe en nosotros mismos que podemos crear la pincelada más audaz de nuestra existencia.
Quiero compartir, antes de terminar este hilo, algunos puntos específicos sobre los personajes de #TheHalfOfIt y varias escenas. Me gustaría considerar la importancia de la presencia de Paul, pues es quien hace posible que todo empiece a moverse en la vida de los tres.
Su personaje representa una de esas formas de amor que menciona al final de la cinta, el amor que brota de una amistad genuina, extraordinaria y leal, como la que construye en conjunto con Ellie. Después de todo, él también se ve marcado por ella y se arriesga con su negocio.
Paul es de esos seres humanos que hacen falta en la vida cuando todo marcha mal y el barco no logra estabilizarse. Es el amigo que aprende a quererte sin juzgarte y te brinda la zona de confianza que necesitas para sentir que eres capaz de tirar tus miedos a la basura.
Por otro lado está Aster, la chica de la que nos enamoramos junto con Ellie. La misma que en apariencia tenía la vida resulta, pero por dentro era un torbellino de vacilación, sin norte. La jovencita talentosa, que tenía el vigor de hacer arte con sus manos y su mente.
Ella y Ellie nos muestran el poder de las palabras. Más allá de un rostro bonito, de la popularidad o no que puedas tener, lo que va a trascender siempre serán las palabras y las miradas que logren hacerte sentir en un punto seguro, donde en cualquier orilla hallarás comprensión.
No creo que esté de más decir que aunque solo obtuvimos un beso, un corto pero mágico beso, entre ese par hubo varios minutos de tensión, complicidad y una gran química no planeada ni esperada.
El primer roce cuando Aster le entrega el celular a Ellie, las miradas en el baño de la escuela, el encuentro en la habitación de Paul, aquella cita inesperada en ese lugar precioso, entre otras escenas que fueron más que claras y fascinantes. Ellie siempre estuvo en su mente.
Seguramente quiso apagar la posibilidad de que Ellie fuese la persona que le escribía, pero aquel comentario de la señorita Chu sobre la pintura que hizo, y luego la frase volátil de Paul sobre la misma, le comprobó quién era la dueña de las letras que la habían hechizado.
Finalmente Ellie es la chica que prefiere hablar utilizando las voces de los otros y también opta por ser invisible. Pero fue el amor en sus variadas formas (el amor de su padre, de su amigo y de la chica que quería) lo que le da alas para encontrarle sentido a la vida.
Ellie, nuestra irremediable y admirada pagana, encontró algo muy bueno en qué creer como se lo desea Aster; Ellie aprendió a creer en ella misma. La chica de los ensayos maravillosos tuvo que perderse para poder encontrarse, como dice su canción.
Toda la película tal vez pueda reducirse a ese gran cartel del final que dice “Punto de inflexión” en español. Los tres lograron ese estado porque entendieron que vale la pena arriesgar e intentar, que necesitamos probar y fracasar.
Que precisamos levantarnos, alzar la voz y confesar lo que sentimos. Que siempre se debe estar dispuesto a arruinar la mejor pintura para tener una gran pintura, una pintura inigualable y fantástica como la pintura creada por @thatalicewu, la directora de “The Half of It”.
