Vivimos tiempos convulsos. Un urbanismo adecuado puede ayudar a sentar las bases para una buena convivencia social. Dedicamos el #JuevesDeArquitectura a la reforma de la Plaça Reial de Barcelona, proyecto de Correa & Milà, quienes la pacificaron en los años 80 
La Plaça Reial es un vacío urbano producto del derribo de un convento que el arquitecto Daniel Molina regularizó y formalizó. Lo hizo a base de construir una crujía con una fachada nueva unitaria para toda la intervención, que, además, absorbe todas las circulaciones existentes.
Las fachadas se componen mediante unos órdenes que se van concatenando, bellamente proporcionados para conseguir ventilar cualquier programa. La plaza se convirtió en un salón urbano ajardinado con palmeras. Como una sala hipóstila al aire libre.
El tiempo y un uso intenso fueron degradando el espacio. En esta foto de Maspons de los años 70 se ve la plaza convertida en un aparcamiento. El espacio requería una reforma que la devolviese a su antiguo esplendor.
En este plano se ve el urbanismo previo: el ajardinamiento se había marginado. No se podía percibir el espacio en verdadera magnitud. Los parterres no podían soportar tal intensidad de uso, degradándose y ensuciándose.
Correa & Milá no restauraron la plaza. Conservando las palmeras la convirtieron en un tablero único a base de un pavimento uniforme que va absorbiendo los niveles. El mobiliario urbano forma zonas de reunión. Con un solo gesto se consiguió controlar todo el proyecto.
Aquí vemos el proyecto en obras: piedras, las palmeras preservadas y un único elemento de mobiliario urbano: las farolas de Gaudí, uno de sus primeros proyectos, diseñadas para este espacio, que se integran en el nuevo proyecto.
Un proyecto que cambió la plaza y el barrio, llamó a otros habitantes, convirtió el espacio en una de las salas de reunión preferidas de los barceloneses, en emblema de la ciudad. Luego se volvió a degradar por el exceso de turistas.
El proyecto de Correa & Milà resiste. Su propuesta, su urbanismo, que siguen siendo válidos, tiene ahora una nueva oportunidad de repensarse al haber desaparecido (ni que sea momentáneamente) el turismo. Mientras, podemos contemplar su belleza íntegra.
