<< Castrado y quemado vivo por no apostatar >>
Los resultados académicos del joven fueron brillantes y, tras los exámenes volvía al pueblo...
Un día en el que estaban solos en casa el joven y su madre, los milicianos le vieron a través de la ventana y le detuvieron.
Desde el día 8 empezaron a torturar a Juan. Recibía palizas diarias, le arrancaron las uñas de las manos y los pies introduciendo cañas bajo ellas,...
Cada día le decían que debía apostatar y cesarían los martirios, y cada día contestaba reafirmándose en sus creencias.
-Al principio no los quería ver, pero si él perdonó, yo también, claro. Él decía entre los compañeros que si le llegaba la hora del martirio, no tendría capacidad, pero el Señor se la dio, ¡vaya si se la dio!.
Gracias por leerme.
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