La naturaleza y el artificio, la realidad y el saber, se van haciendo cada vez más indistinguibles.
El mundo se va convirtiendo cada vez más en algo medio natural y medio artificial. Los transgénicos o las enfermedades inventadas son ejemplos de ello.
Cada vez tiene menos sentido distinguir entre la realidad y el saber, en la medida en que nuestra realidad está cada vez más conformada por el saber.
Creer que todavía existe naturaleza es probablemente una ilusión, un mito construido por la propia cultura; de nuevo, con algún tipo de intención.
En este contexto la obediencia, a través de diversas estructuras de poder, sigue jugando un papel central en el funcionamiento de la maquinaria.
Obediencia de los ciudadanos al código de la circulación, obediencia de los usuarios a sus despertadores, obediencia de los pacientes a sus médicos...
"Pero
¿hasta dónde?
¿Y si algunas enfermedades se hubiesen inventado para controlar a la población?
¿Y si el estado de excepción que viene fuese el estado de excepción médica?"
La desobediencia sólo tiene sentido después de una larga obediencia. Los más insignes desobedientes, los más rebeldes, fueron aquellos que supieron a qué debían desobedecer, por qué desobedecían.
Fueron obedientes que supieron desobedecer en un momento dado. Que aguantaron mucho tiempo antes de saber que debían desobedecer, que su responsabilidad, bajo determinadas circunstancias, era desobedecer.
"¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice no”. […] ¿Cuál es el contenido de este “no”? Significa, por ejemplo, “las cosas han durado demasiado”, “hasta aquí bueno, más allá no”, “vais demasiado lejos”, y también, “hay un límite que no franquearéis”. #Camus 1951
John Rawls lo plantea de manera similar como un conflicto de deberes. El desobediente apela a una responsabilidad, a su deber.
Manning, Assange, Snowden, Silva...
Es evidente entonces que la desobediencia en educación, como la desobediencia civil a la que remite, es una forma de cuestionamiento del poder.
El saber está al servicio de alguien o de algo, de determinados grupos de poder, por más amplios o mayoritarios que puedan ser. O al servicio de visiones del mundo, categorías, nociones, métodos o criterios más o menos partidistas.
Desobedecer pasa por lo tanto por conocer esas estructuras de poder que conforman tanto las instituciones como los discursos, y, esto es lo importante, posicionarse con respecto a ellas.
Pasa por decidir si compartimos determinados valores, determinadas orientaciones, determinados métodos, o no, si los asumimos o los cuestionamos.
Desobedecer en educación es al fin y al cabo una forma de activismo, de acción real en el juego de fuerzas que define el poder. #Deleuze
La necesidad de desobedecer se incrementa a medida que nos encontramos en un estadio más avanzado en el curso del saber, y así, si hay un ámbito en el que la desobediencia es imprescindible, es en el de la investigación.
¿Cómo no iba a ser obligado para un investigador desobedecer si su cometido es crear conocimiento?
¿Cómo no va a ser necesario desobedecer, ahora que cada vez es mayor la dependencia de la investigación del capital?
De hecho, que una investigación entre en contradicción con los principios de una institución es un signo de que dicha investigación puede aportar algo que contribuya a modificar el estado de cosas dominante.
La #Plandemia#Coronatimo hace evidente la necesidad de no dejarnos doblegar por los dogmas cientificistas y las normas dictadas a su amparo; y también de desobedecer en todos los ámbitos contaminados por la farsa.
De que podría aportar, no sólo un conocimiento muerto, como la mayoría de las investigaciones académicas hacen, sino actuar en la propia realidad, en la realidad viva y no en la letra muerta.
Y aunque el objetivo central es actuar sobre el conocimiento, en este caso esto no puede hacerse sin hacerlo al mismo tiempo sobre las instituciones que dicen estar a su servicio.
En otras palabras, desobedecer es también hacerlo a las estructuras académicas e institucionales, a los protocolos, a los formatos, a los formalismos, a las parafernalias...
A DESOBEDECER NO SE ENSEÑA, SE APRENDE.
El poder casi siempre se enmascara, porque no quiere que se sepa que lo que lo constituye es violencia
Y entre otras máscaras, una de sus favoritas es el saber. Sobre todo en la religión, la violencia más sublimada.
Aquí esta la clave para entender que el verdadero saber no se enseña sino que se aprende.
El verdadero maestro no tiene nada que enseñar. Jacotot, El maestro ignorante, lo decía claramente: “Es necesario que les enseñe que no tengo nada que enseñarles.”
El dogmatismo se disfraza de verdad, método, rigor, razón, objetividad, distanciamiento, disciplina, ritual.
Aprender a desobedecer pasa por conocer hasta qué punto dichas nociones pueden ser utilizadas interesadamente como coartadas al servicio de estructuras de poder, como máscaras que esconden intereses menos nobles.
Aprender a desobedecer implica conocer hasta qué punto un saber se somete a un poder.
Si, en el caso límite del adoctrinamiento, el saber se supedita por completo al poder, por el contrario, en el extremo de la libertad del saber, la estructura de poder debe estar ausente por completo.
El profesor que enseña verdaderamente es, por definición, el que nos enseña a desobedecer, o mejor, el que nos permite que aprendamos a desobedecer.
Un saber desobediente no sólo denuncia cuándo el saber oficial está demasiado tomado por el poder, sino que insiste en que la constitución esencial del saber es anárquica, que éste debería operar más allá y más acá del poder.
Otra cosa distinta es que el poder interprete esta actitud del saber radical como una amenaza para su hegemonía.
Hasta qué punto una estructura educativa sea capaz de asumir las desobediencias es también un índice de su legitimidad, de su madurez democrática. #Habermas
Eso falta hoy por desgracia en nuestros ámbitos supuestamente más “democráticos”.
Por lo tanto desobedecer al poder no es sólo rechazar nuestra obligación a obedecer sino también abstenerse de obligar a otros a que nos obedezcan.
Saber no ejercer un poder.
Desobedecer la objetividad, el método, la neutralidad, la verdad deben entenderse en sentido estructural, es decir, en ambos sentidos, en el de desobedecer y en el de enseñar a desobedecer; ...
... es decir en el de permitir que otros desobedezcan, que aprendan a desobedecer. O, en otras palabras, apelar a su responsabilidad.
Esto tiene la mayor importancia en un momento en el que el sistema se está volviendo cada más delirante y exige la obediencia ciega, en un momento en el que cada vez más profesionales son despedidos por hacer bien su trabajo.
Lo estamos viendo cada día en un ámbito tan prostituido como el periodismo. En este contexto, cada vez más, nuestra responsabilidad debe ser desobedecer. Casi podría decirse que lo más importante que está ocurriendo hoy en el mundo está en el ámbito de la desobediencia.
Y en estos momentos esa desobediencia es más necesaria que nunca, si no queremos perder nuestra libertad, de forma dramática, para varias generaciones.
¿Sabemos renunciar a nuestros privilegios para denunciar los que les han sido arrebatados a otros?
¿O estamos "en nuestro sitio" —esta expresión tan rancia, tan militar—, o por el contrario, estamos del lado de los sometidos, de los marginados, de los “anómalos”?
El saber pretende presentarse como neutral, como inofensivo, pretende estar del lado del bien o en todo caso más cerca del bien que del mal. Herencia cristiana del saber occidental.
Y sin embargo esta pretendida neutralidad le sirve al saber oficial para legitimar su toma de posición junto al poder.
Como la “acumulación primitiva” #Marx o la deuda ilegítima, la neutralidad del saber está constituida, detrás de su aparente inocuidad, por “violencia sistémica” #Zizek.
Desobedecer la neutralidad significa confrontar esta “violencia sistémica”.
supuesta neutralidad del saber oficial responde en buena medida a la necesidad de la institución de guardar las formas para, de esta manera, disimular mejor dicha “violencia sistémica” subyacente.
Hablamos de esa corrección tan peligrosa de los diplomáticos, de los abogados, de los políticos…
Desobedecer esta corrección es "tocar un poco los cojones", si se nos permite esta grosería como ejemplo concreto de desobediencia a la corrección.
Una de las principales máscaras detrás de la que se oculta el dogmatismo es la objetividad, uno de los principales mitos del saber dominante.
Y es inseparable de la represión por parte del poder de toda forma alternativa de saber.
Y ello a pesar de que, en rigor, no hay forma de comparar objetivamente el valor de unas formas de saber y de otras. Son “inconmensurables”.
¿Quién podría afirmar, al margen de los intereses de un grupo de poder determinado, que la ciencia burguesa es mejor que la magia o que la alquimia?
Por eso, si la aparente objetividad es sólo una forma dominante de subjetividad que se ha impuesto violentamente, desobedecer a la objetividad es denunciar el privilegio de esas categorías supuestamente objetivas y reivindicar nuestro derecho a la subjetividad, a lo minoritario.
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El amor es primera y fundamentalmente una necesidad. El amor humano es una profunda necesidad de cercanía, de compañía, de seguridad al lado de otras personas.
~ Bert Hellinger
Es una necesidad de intercambio con ellas, de dar y tomar, que nos hace crecer a nosotros y a los demás. Por esa necesidad mutua los seres humanos se encuentran y se aman.
~ Bert Hellinger
El amor es tanto más fuerte cuanto más completa y duraderamente los amantes dan cumplimiento a las necesidades recíprocas.
El sistema no busca el conflicto de la mayoría de la población, sino más bien su conformidad pasiva como espectadores de la ficción que fabrican los medios hollywoodenses.
Para el sistema es suficiente con que una minoría salga a la calle y actúen como extras en el guión escrito por el poder.
La mecánica es similar en la mayoría de estos conflictos sintéticos, como en las campañas de violencia de género. En este caso los medios hollywoodenses incentivan la violencia de una minoría de la población, que actúan como patsies o chivos expiatorios,...
Cuando la gente se resiste a pedir prestado más, es cuando los economistas keynesianos exigen que el gobierno pida prestado más para mantener el esquema piramidal en funcionamiento.
Cuando tanto la gente como el gobierno se niegan a pedir prestado más, es cuando comienzan las guerras, para hundir a todos aún más en la deuda para pagar la guerra, y luego, después de la guerra, pedir más prestado para reconstruir.
Cuando termina la guerra, todo el mundo está endeudado con los banqueros privados durante el próximo siglo.
Los derechos inalienables, naturales inherentes al individuo, otorgados por Dios desde el nacimiento, reconocidos en tratados, leyes y constituciones de todo el mundo, han sido usurpados por el fraude de los "derechos de grupo" que violan sin sentido los derechos individuales.
El "consenso" fabricado y no científico es la principal técnica utilizada para legitimar y justificar las acciones de los tomadores de decisiones que violan los derechos individuales.
En última instancia, dentro del sistema de "Gobierno Global" Comunitario, esto asegura que el gobierno nacional se vuelva en gran medida irrelevante porque las decisiones locales importantes estarán subordinadas al "Gran Sanedrín" de las Naciones Unidas.