¿Estáis listos?
Vamos, que necesitaba irme de compras pero así suena menos superficial.
Total, que me puse en marcha y me planté en en el centro comercial.
Excusas que me pongo, la culpa es de las prisas, no mía... SABEDLO.
NAIDE.
Ojo, que también tengo cosas buenas, eh 🙄
-Andevaaaaaa, rubia con la bullaaaaa
y vuelvo a ser andaluza en mi tierra.
MARDISIÓN, no hice foto de dónde aparqué (sí suelo hacerlo 🙄) y es que no me acuerdo ni en la planta que lo dejé, ni el color ni el PUTO NÚMERO.
Así lo hice, pero nada. El tiempo pasaba, yo no veía mi coche y más me acojonaba.
Un segurata más apañaó que las pesetas y MOTORIZADO
¡YEAAAAAHHHH... MI SALVADOR!
-Perdonaaaaaa... ayudaaaaa, he perdido mi coche.
Bolsas por el aire para que me viese bien y enfatizar mi desesperación.
A lo que yo dije que NI DE COÑA.
Vamos hombre, me iba a quedar yo ahí esperando.
-Me voy contigo (golpe de melena)
y ahí que me subí con el segurata a buscar mi coche.
¿Lo ves?
yo entre casi lágrimas ...
¡Nooooo, me lo han robao, seguro!
Ahí que aparecieron otros 2 maromos más motorizados y después de darle los datos de mi coche se pusieron a rastrear por el parking.
El segurata me miró para preguntarme y creo que los rallos que me salían de los ojos fue suficiente para que le dijese al otro:
-No, compare, busca el Célica que es UN CÉLICA
Le dije al pobre chico que le agradecía a él y sus compañeros todo el esfuerzo pero que dejasen de buscar.
Madre mía la que había liado POR Y PARA NADA.
AHÍ ESTABA, mirándome nada más salir de la puerta de la primera planta, EL COCHE DE MI PADRE.
Y esto señores, son las cosas que me pasan a mí.