A medida que ese mal presentimiento se extendía, en la grieta infernal el grupo de cazadores del santuario, llegaron a las ruinas de Valhalla.
Eran un total de cinco. Todos curtidos en la batalla, que ocultaban bajos sus ropajes medallas de >
El castillo en ruinas se dibujó en la distancia, poco a poco, a medida que los cazadores se >
El líder del grupo de cazadores se acercó a dicha persona, seguido por sus subordinados. En cuanto estuvo a la distancia adecuada, habló.
– Muy >
Los pies del líder de los cazadores no dejaron de avanzar hacia el desconocido, quien lucía una gabardina negra, llena de agujeros. Su rostro se mostraba oculto por el más sucio de todos los sombreros de ala ancha, >
– Venimos en busca de un tal Matheus Jefferson. –
El desconocido de ropajes mugrientos alzó la mirada del suelo en cuanto el líder pronunció el nombre, >
– Diversos testigos nos han ofrecido una descripción muy parecida a la suya. ¿Es usted Matheus Jefferson? –
El desconocido no se molestó en ocultar su identidad. Movió su cabeza hacia arriba, y luego hacia abajo, en gesto solemne. >
– Matheus Jefferson, Lycan, Gladiador, Rango Plata III. Se le acusa de crímenes contra La República, entre los cuales se encuentran el asesinato del Silvano >
El líder de los cazadores avanzó, sin esperar respuesta, seguro de que >
Para sorpresa de todos, el Lycan al que debían arrestar no se inmutó, simplemente comenzó a >
– En vista de que desea arrestarme, permítame primero explicar el porqué de mis acciones. –
El líder de los cazadores se detuvo, y a regañadientes accedió. Al menos conseguiría una confesión de parte del criminal, frente a múltiples testigos.
– >
Un resoplido divertido se escapó de los labios del desconocido.
– Hacíamos casi >
El viejo líder hizo una pausa, tomando aire.
– >
El cuerpo de Matheus se estremeció por el peso de los recuerdos, sus manos se cerraron en dos puños a ambos lados de su cuerpo, mientras una lágrima solitaria recorría su mejilla derecha.
– Así es como el consejo >
Matheus extendió una mano hacia el líder de los cazadores, reforzando sus palabras con aquel acto. Dentro de su cabeza el líder de los cazadores tomaba su mano, y La República cambiaba, para mejor. Pero eso no fue lo que pasó.
El líder de los cazadores >
– Dile todo eso al juez… Quedas arrestado. –
Matheus contempló el aro de hierro que rodeaba su muñeca, como si aquella fuera la primera vez que viera uno, y de >
– No traes suficientes soldados, cazador…—
Le dijo con toda la calma del mundo. El líder de los cazadores respondió desenvainando su espada, y sus compañeros le imitaron, sacando hachas, mazas, >
– No puedes detenerme. Nada ni nadie puede detenerme. –
Y entonces, en aquel momento, un destello de luz azulada comenzó a filtrarse bajo la puerta mohosa del >
– ¿Qué…? – Fueron las últimas palabras del líder de los cazadores.
Una violenta explosión destruyó el castillo, y buena parte de los terrenos a su alrededor, y en su lugar quedó uno de aquellos sellos que se habían colocado en las >
Los Conquistadores de Dimensiones habían >