Si el exterior de la catedral de Albi puede parecer muy sobrio, anodino o "marciano", como alguien dijo por aquí, el interior no puede ser más impresionante. 
Lo primero que nos llama la atención es el magnífico órgano del S. XVIII. Bajo él, el mayor Juicio Final pintado en la Edad Media.
Desconocemos su autor o autores. Fue encargado por el obispo Louis I d'Amboise y pintado entre 1474 (su nombramiento como obispo) y 1480 (consagración de la catedral). Mide 18 x 13 metros. Las franjas rojas y amarillas en el inferior hacen referencia a sus armas heráldicas.
La parte central la ocupaba un Cristo en Gloria rodeado de ángeles y arcángeles, destruido en 1693 al romper el muro donde se ubicaba entre las dos columnas para comunicar la nave de la catedral con la sala con las reliquias de San Clair. Aquí vemos una reconstrucción:
El fresco representa fielmente el Juicio Final narrado en el Apocalipsis de San Juan.
A la derecha se encuentran los resucitados, llevando cada uno el libro de la vida, donde están escritas sus buenas y malas acciones.
A la derecha se encuentran los resucitados, llevando cada uno el libro de la vida, donde están escritas sus buenas y malas acciones.
Sobre ellos, los Elegidos, camino del Paraíso. Entre ellos, el rey y los obispos y cardenales.
A la izquierda, bajo un cielo tormentoso, los condenados.
Toda la parte inferior es el Infierno, dividido en siete compartimentos, uno para cada pecado capital con sus respectivos castigos por demonios y monstruos.
De izquierda a derecha, el primero es la Soberbia, pues el Pecado Original fue que Adán y Eva comiesen el fruto del Árbol de la Sabiduría.
El siguiente es la Envidia.
Le siguen la Ira, la Pereza (destruido con la Gloria en 1693) y la Avaricia.
Después la Gula.
Y por último la Lujuria.
El hueco abierto en el muro fue aprovechado en el S. XVIII para colocar uno de los más impresionantes órganos de toda Francia, trabajo de uno de los mejores maestros organistas Christophe Moucherel.
