Las mujeres tenemos experiencias diferenciadas y esto profundiza las manifestaciones del sexismo por la articulación de sistemas de opresión, desigualdad y discriminación (sexo,raza,clase), pero visibilizarlo no puede ni debe convertirse en concurso o competencia de opresiones.
La visibilización y denuncia de estos SISTEMAS y ejes de opresión debe apuntar a la desarticulación de los mismos, y no a convertir el feminismo en un circo romano.
Las mujeres no pueden ser atacadas por expresar sus experiencias específicas, como tampoco señaladas, expuestas, ridiculizadas o revictimizadas por otras mujeres.
El feminismo en este momento se encuentra en una crisis de sus objetivos, donde las prioridades, agendas y demandas y de este deben ser revisadas, pero también las formas y códigos éticos para lograrlos.
También es importante que se retome el camino del estudio y producción de conocimiento feminista, de la profundidad y la profundización, pero sobre todo, de comprensión de que los post de redes sociales no son teorías, y las influencers y youtubers no son pensadoras feministas.
Si bien esta época digital ha contribuido a la masificación del movimiento, esto también ha significado una tendencia a la simplificación, la reproducción a escala masiva de prejuicios, estereotipos y especulaciones, así como, la pérdida de la profundidad y la rigurosidad.
Las redes sociales han favorecido el ascenso de ídolos vacíos, y la sustitución de pensadoras por youtubers, influencers y coachs. Ya no se leen obras sino se tienen por referencia post de redes, y ya no se debate sino se expone y se somete al escarnio a compañeras.
