Thread by @TodayHonduras

Hoy analizamos los principales personajes de Súper Campeones, la mítica serie japonesa de manga con la que muchos nos criamos pero que en realidad no es más que una bazofia infumable, aunque en su día creíamos que se trataba de una historia bastante realista. Abrimos hilo👇

Antes de entrar de lleno en el asunto cabe mencionar que, tanto en los movimientos de los personajes como en las dimensiones de los campos, la serie es bastante realista. Hablamos de niños que con 10 años rompían paredes a pelotazos y daban saltos de hasta 74 metros. Empezamos.

Tom Baker. Tenía más calidad que una baleada con todo. Jugó en más equipos que el Loco Abreu. Su amistad era un poquito gay con Oliver, al que podía masajearle la espalda en el jacuzzi y al cabo de un rato ponerle un pase de 90 metros a la cabeza. El 11 más mítico de la historia.

Bruce Harper. El güirro más antiestético de la serie. Era ambidiestro, pero igual de malo con las dos. Ortopédico. Un dolor de huevos absoluto, aunque siempre entraba en las convocatorias. Algo inexplicable. Chupó más banquillo que el Patón Mejía en el Olimpia. Monocejo.

Ted Carter. Más rápido que un cachureco aprobando leyes. Extremo habilidoso que daba más asistencias que un hospital en pandemia. Si Luis Suarez tuviese esos incisivos, dominaría el mundo. Formaba un gran trío con Paul Diamond y Johnny Mason, y en el campo también lo hacía bien.

Paul Diamond. Éste es otro de los del trío. Polivalencia al servicio del Niupi. Tan capaz de plancharte un huevo como de freírte una camisa. Mediapunta old school. Pase y desmarque al hueco. Guapito. Se moriría cogiendo si no fuese porque es monocejo. Siempre nos cayó bien.

Johnny Mason. El último de los del trío. En el San Francis metía 15 goles por partido. Sólo fue que llegara al Niupi y tenía menos gol que el Choco Lozano. Vivía eclipsado por Oliver. Un 9 peleonero. De noche dormía con rulos, de ahí sus rizos cuasiperfectos.

Andy Ship. Estamos seguros de que nadie sabía cómo se llamaba, pero tranquilos, que para eso estamos nosotros. Tocó 0,5 balones en toda la serie. Flequillo nivel Dios. Litros y litros de gelatina al servicio de la estética malentendida. Jugador de tres F: “feo, fuerte y formal”.

Bob Denver. Central titular del Niupi. Con 10 años ya medía 2,14 m. Gigantismo diagnosticado. Parecía que iba a matar a los delanteros, pero a la hora de la hora no era más que un coladero. Nació sin ojos. Sobre el césped se desplazaba con un sonar, como los murciélagos.

Benji Price. Este hijo de puta paraba hasta las balas de un kaláshnikov. Tenía más reflejos que un lince. Se pasó media serie lesionado, pero le valía verga porque seguía siendo un muro inexpugnable. Aunque de niño lo consentían más que a Nasralla en Olimpos Disco Bar.

Arthur Foster. El típico niño criado por y para ser víctima de bullying. Lo tenía todo: los lentes de culos de botella, una voz de mierda y un corte de pelo hecho con un guacal. En la serie él lo intenta, pero sus limitaciones no van más allá de procurar caminar sin tropezarse.

Alan Crockett. Más malo que pegarle a tu mamá. Resulta más fácil meterle un gol a él que a una dama del Pink Pussy Cat. Suplente de Benji mientras éste estuvo lesionado. Se movía menos que los ojos de Ariela Cáceres. Es el puto Denovan Torres nipón.

Jack Morris. Otro como Bruce Harper. Más limitado que el Windows 95. Siempre dio bastante asco en general, sobre todo por su ceja y la X entre los ojos, que deducimos que era una espinilla mal curada. Asustaba al miedo. Feo.

Oliver Atom. Palabras mayores. Más talento que en el Louvre. Todocampista. El Elegido. Sólo él metía los goles decisivos. Si le rodeaban cinco jugadores, se sacaba la verga y orinaba en sus caras. Con su novio Tom creó una dupla mágica. Eterno capitán. El verdadero 10. D10S.

Roberto Sedinho. Ariete titular de la Canarinha. Como buen brasileño, le gustaban los travestis. Sufrió desprendimiento de retina por los neones de algún night club en la favela. Se retiró y se dedicó a beber. Mostraba un sospechoso interés por Oliver. Tenía pinta de indigente.

Ed Warner. Híbrido entre portero y karateka. ¡Un karateka! Rebotaba en los travesaños para llegar a balones imposibles. Tenía resortes en los pies. Siempre manejaba un paquete de cigarros en la gorra para echarse un par de jalones en el descanso. Siempre será nuestro portero.

Keith Coleman. Delantero cumplidor que vivió bajo la sombra de Lenders. Tras los fichajes de Warner, Melow y Lenders al Toho, se le paró el hoyo y las metía hasta con el prepucio, tanto que le clavó un golazo al mismísimo Warner. Infravalorado.

Oscar Reevs. Similar al caso de Keith. Se fue el trío al Toho y parecía un corredor keniano. Abarcaba el centro del campo de 7 campos simultáneamente. Box to box to box to box. Nació con 4 pulmones. Apodado “el pulpo del Muppet”. Te robaba la pelota, la cartera y hasta la novia.

Felix Green. Como los dos anteriores, mejoró sin los desertores. Su aspecto era un despropósito, pero futbolísticamente era un central muy cumplidor. Era bastante miope, y parecía que iba enfocando con los ojos. Siempre nos recordó a Roger Espinoza, por el pelo y por lo feo.

Mark Lenders. The eye of the tiger. Sus tiros rompían redes, paredes y tanques. Más potencia que un Toyota 22R. Los defensas rebotaban al chocar contra él. Vendía verduras los domingos en el mercado. Llevaba navaja siempre en la cintura, por si la cosa se ponía fea. Un Costly.

Jeff Turner. Entrenamientos revolucionarios. Al que fallara, garrotazo en las costillas. Él y Mark se iban solitos a la playa para que éste mejorara su disparo a cambio de su virginidad anal. No necesitaba comprar birrias ya que con un pelotazo las sacaba de gratis de la máquina.

James Derrick. Él y su hermano nos provocaban squirtings. Dos palabras: Catapulta infernal. Las oímos y de inmediato las heces se nos hacen pomada. James era el encargado de saltar 74 metros para rematar a portería. Un hijo de puta.

Jason Derrick. Y aquí tenemos al otro. Jason impulsaba a James. Gatos hidráulicos implantados en las piernas. Entrenamientos espartanos para dejar boquiabierto a todo el público con la Catapulta infernal. Otro hijo de puta.

Philip Callahan. Cosa seria. The Special One. Entrenamientos al límite en la nieve. Más carisma que Tyson Núñez. Hacía de todo y todo bien. Sus compañeros lo amaban y se peleaban por él. Best fucking captain. Siempre en nuestro equipo y en nuestro corazón. Jugador infartante.

Patty. Que niña más insufrible. Al pobre Arthur lo tenía jodidísimo con tanto grito. Era una pesadilla. No tenía modulación de voz, parecía que se había tragado un subwoofer. Daba un asco descomunal. Si te metías con su Oliver, se ponía hecha una fiera.

Patrick Everett. Este cabrón tenía un tanque de nitroglicerina en el culo. 100 metros en 1,3 segundos (décima arriba o abajo). Lo suyo era el Tiro del Águila, cosa seria. Descosía el esférico y trituraba lo que encontraba a su paso. Menos precisión que una escopeta de feria.

Charlie Custer. Lateral derecho procedente del Niupi. Tiene más recorrido que la Ruta 7. Centro de gravedad bajo para chocar con extremos habilidosos. Está calvo, pero se peina el pelo hacia delante en modo prestamista. Balances ataque-defensa frenéticos. Judas Iscariote.

Simon Garret. Tuvimos que creer que este tipo tenía 14 años, pero seguramente su hijo ya estaba en segundo de bachillerato. No atajaba mal, pero hay que mencionar que jugaba contra cipotes que bien podían ser sus hijos. Así cualquiera. Usaba Gillette Mach 3 para disimular.

Michael Atom. El papá de Oliver. Marinero de alta mar. Le vale verga dejar a su familia sola durante meses y que su mujer pueda zorrear con 57 machos o que su hijo se vuelva un maricón. Como buen marinero, busca calor en los brazos de cualquier colega fornido. La mar es muy dura.

Maggie Atom. Es la mamá de Oliver. En el fondo siempre dio lástima. El marido todo el día en el barquito y el hijo es un atontado que sólo habla de fútbol. Algún romance interracial se tenía con Roberto. Ojo, que nos parece bien que busque consuelo en rabo ajeno. Muy simpática.

Julian Ross. Un puto drama. Su calidad era infinita, pero duraba menos jugando que Marvin Ponce de resaca. Cañón de cristal. Tiempo máximo de 15 minutos por partido. Jugó contra Oliver todo un partido y acabó hecho mierda. Usaba la 14, como Cruyff.

Amy Aoba. Es la novia de Julian. Más lista que el hambre. Le dijo a Oliver que Julian estaba hecho mierda del corazón justo el día antes del partido entre el Niupi y el Mambo. “Déjale ganar” le dijo la muy hija de puta. Más sufridora que un aficionado del Marathón. Guapa.

Teo Sellers. Estaba hecho un Rotoplas. Con lo que comía, seguramente le pagaba la universidad a los hijos del dueño del Burger King del barrio. Porterazo, pero le costaba agacharse y se las metían entre las piernas. Fijo cagaba unos mojones del tamaño de Welsy Vásquez.