Ahorita que nadie me lee, y con ocasión del #2DeOctubre, les voy a contar cómo leí uno de los libros que más me ha gustado: “Mariana, la viuda olmeca".
Corría el año de 1996 (uuuuuuh, sí; ya llovió, nevó, pasaron varios huracanes y hasta una pandemia) y en un verano, mi maestro de folclor me pidió que lo cubriera en unas clases que daba en unos centros culturales municipales.
Como yo estaba de vacaciones en la escuela, me encantaba la idea de poder bailar a diario, varias horas al día, y además, me iban a pagar.
Así que con el entusiasmo que me provocaba la situación, no pensé mucho en las complicaciones que me iba a representar para desplazarme de un centro municipal a otro, y acepté jubilosa. Un mes bailando diario, de lunes a viernes 😃🕺💃.
Así que mi maestro me dio los horarios y las indicaciones de lo que debía repasar en cada una de las clases y los módulos, junto con mi kit de casetes (sí, en ese tiempo se usaban) y la grabadora.
Pues resulta que los martes y los jueves había una clase de 2:00 a 3:00 y luego otra de 5:00 a 6:00, pero en módulos muy alejados entre sí. Yo andaba en camión (sí, con todo y mi grabadora, como cholilla 😅) y para ese recorrido en particular, tenía que tomar un micro y un camión
Del micro me bajaba en una parada frente a una Soriana, así que se me ocurrió meterme a la tienda a hacer un poco de tiempo antes de tomar el otro camión, para no llegar antes al módulo porque estaba cerrado con llave hasta que empezaba la clase a las 5:00. Y bueno, recordemos...
que en ese tiempo no había celulares con internet ni redes sociales ni nada más con qué matar el tiempo, así que pensé que en Soriana por lo menos me podía entretener viendo ropa, o qué sé yo.
Total, entré a Soriana, fui a la paquetería, encargué la grabadora y me metí a deambular por la tienda. En aquellos tiempos -no están ustedes para saberlo pero yo sí para contarlo- en los supermercados había un departamento de libros y revistas, aunque no lo crean.
Entonces empecé a ver los libros, y una portada llamó mi atención: “Mariana, la viuda olmeca". Recordé que había escuchado sobre el libro en un programa de televisión que se llamaba “Un nuevo día" (híjole, ya estoy ventaneando toda mi chavorruquez 🙈), y que se trataba de algo...
relacionado con la matanza de Tlatelolco. Así que leí la contraportada y me pareció que era interesante... ¿pero qué creen? ¡Ya era hora de irme a tomar el camión para llegar a la otra clase!
Entonces dejé el libro y me fui por la grabadora a la paquetería. En el camión me fui pensando que qué tendrían que ver los olmecas con Tlatelolco, y me intrigaba, así que la única manera de averiguarlo era leyendo el libro. Así que, el jueves repetí la ‘Operación Soriana'.
Llegué, encargué mi grabadora y ahora sí no perdí tiempo, me fui directo a la sección de libros y revistas. Busqué el libro y empecé a leer. De inmediato me atrapó la narrativa, porque tiene una estructura no lineal que lleva al lector de una época a otra, pero nunca pierde...
el hilo conductor de la historia. Devoré cuántas páginas pude antes de que sonaran las 12 campanadas y tuviera que ir a abordar la calabaza a la parada. “Bueno, me quedé en la página tal, que no se me olvide", me dije a mí misma mientras caminaba pensando en Mariana. Dejé...
cuidadosamente el libro, ‘escondido' atrás de otros. Y se preguntarán que por qué escondido, si podía agarrar cualquier otro la siguiente vez que fuera, ya que había varios ejemplares. Pues porque no me alcanzaba la conciencia para “manosear" varios. Ya bastante culpable...
me sentía por estar leyéndolo sin haberlo pagado, como para encima agarrar uno diferente cada vez. Además, ese era “el mío", aunque fuera sólo mientas estaba en mis manos dentro de la tienda 😊.
Y así, cada martes y jueves leía un cachito, lo más que alcanzaba. Siempre me quedaba con la sensación de “ya nomás esta página, bueno, también esta otra...", pero tenía que irme a la clase. Y es que cada vez me atrapaba más la historia. Sé que probablemente estarán preguntándose
por qué no lo compraba. Pues porque no tenía dinero. Yo era estudiante, y me iban a pagar hasta el final del mes por las clases que había cubierto a mi maestro, así que adquirir el libro no era opción. Sí me daba pena; a veces sentía que iba a llegar el encargado del departamento
y me iba a decir que no podía estar hojeando los libros, o que de plano iba a ir el guardia a sacarme por leer sin pagar, o el peor de los escenarios: que me lo iban a cobrar.
Siempre tenía ese miedo o esa adrenalina mientras leía, pero valía la pena, la historia era buenísima. Cuando lo terminé, duré un buen tiempo pensando en Mariana y en cómo, más allá del número de muertos o desaparecidos que pudo llegar a haber en ese hecho tan lamentable, detrás
de cada uno hay una historia. Una historia no sólo de vida, sino también una que se entreteje con otras páginas de la historia de nuestro país.
Y así fue como leí “Mariana, la viuda olmeca", de Patricia Zarco. Si alguien conoce a la autora, dígale por favor que aún me sigue dando pena no haber comprado su libro, pero que lo disfruté mucho; que lo leí teniendo 19 años, en Soriana, y que sigue siendo uno de mis favoritos.
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